Berlinale 2022: crítica de «Return to Dust», de Li Ruijun (Competencia)

Berlinale 2022: crítica de «Return to Dust», de Li Ruijun (Competencia)

por - cine, Críticas, Festivales
14 Feb, 2022 10:23 | Sin comentarios

Esta noble película china se centra en la vida de una pareja que trata de salir adelante en un pueblo rural en medio de muchas dificultades personales, familiares y sociales. En la competencia del Festival de Berlín.

Una historia de amor, de solidaridad, de empatía y de sacrificio es la que cuenta RETURN TO DUST, la muy buena película del realizador chino Li Ruijun que se presenta en la competencia oficial de la Berlinale. Se trata de un film sobrio, clásico, que posee la reposada madurez de un western tradicional pero que cuenta una historia ubicada en la otra punta del mapa –aunque en un pueblo seco y polvoriento propio de ese género– y mucho más cercana en el tiempo.

Todo empieza con un matrimonio arreglado entre dos familias de un pequeño pueblo de la la provincia de Guansu, en el norte de China. La familia de Guiying Cao (Hai Qing) quiere casarla, casi deshacerse de la mujer. Ya grande de edad para lo que se acostumbra en las tradiciones locales, Guiying carga con algunos problemas físicos: una fuerte renguera, incontinencia urinaria y además no puede tener hijos. Y parecen encontrar un potencial «partido» en Youtie Ma (Wu Renlin), el menor de una familia de hermanos de la zona, un tipo callado y timorato. Ambas familias, queda bastante claro, lo único que pretenden sacárselos de encima, no tener que alimentarlos ni ocuparse de ellos.

El comienzo de su relación estará rodeado de problemas. La modesta casa de adobe en la que viven será demolida porque la gente del pueblo se está yendo a vivir a la ciudad y se les paga buen dinero por demoler estructuras en desuso (la película transcurre en algún momento de los 2000) y al tímido Ma una asamblea vecinal le exige donar sangre para salvar la vida de un poderoso capo local ya que el tipo es el único allí que tiene su tipo sanguíneo. Es, como se diría, «una oferta que no puede rechazar» y es así que un mafioso de la zona vendrá constantemente a visitarlo y sutilmente forzarlo a dar sangre una y otra vez. Eso le da unos mínimos beneficios –algunos regalos–, pero no mucho más.

Lo que contará RETURN TO DUST es la manera en la que esta pareja que tenía todo para perder va armando, con enormes sacrificios, una vida para ellos. Y los materiales, si se quiere, son los tradicionales: respeto, dedicación, trabajo, cariño, solidaridad, sacrifico. No hay aquí grandes demostraciones de afecto ni conversaciones reveladoras. Son personas dejadas de lado por los demás que trabajan para hacerse un lugar en el mundo. El proceso estará ejemplificado, fundamentalmente, por la construcción de una nueva casa de adobe en la que trabajarán ambos y en la que se irán a vivir cuando demuelan la suya. El pasará gran parte del tiempo dedicado a eso –desde hacer los ladrillos de barro uno por uno hasta armar toda la casa– y ella lo ayudará, aún con sus fuertes limitaciones físicas. Pero no será fácil, ya que la naturaleza y sus propias limitaciones harán que el trabajo sea muy complicado.

La película se va desarrollando, sin prisas, observando a la pareja ir lidiando con las complicaciones que se le presenta, una tras otra. El director Li dedica tiempo a explorar el paisaje seco y árido del lugar en el que sus protagonistas viven, alejado de la ciudad principal de la zona, a la que nunca fueron en sus vidas. Es un hombre, una mujer, un burro «fiel» y los elementos: la tierra, el sol, el agua y el viento. Hay algo «fordiano» en la experiencia, como si los protagonistas fueran de algún modo parientes de los de VIÑAS DE IRA. Y si bien ninguno de los dos tiene una fuerte personalidad como para enfrentarse a los poderosos –gangsters, burócratas, familiares– que complican sus vidas, su batalla también está en no dejarse derrotar, en la resiliencia que demuestran y, a la vez, en la posibilidad de construir algo propio que los cobije.

RETURN TO DUST se irá corriendo de a poco hacia zonas un tanto más melodramáticas, pero Li (RIVER ROAD) acierta siempre con sus decisiones de puesta en escena y de tono, sin jamás perder de vista la discreción, el pudor y la manera humanista y respetuosa en la que se acerca a sus personajes, devolviéndoles la dignidad que los demás le retacean. A la vez tampoco utiliza el recurso fácil de caricaturizar, o volver obvios villanos, a aquellos que complican sus vidas. Hasta el último de los personajes secundarios actúa según sus razones, por más egoístas que nos puedan parecer. Es un film sobre un mundo en extinción, sobre un tipo de vida rural que fue desapareciendo en China, y en ese sentido todos los personajes que vemos son un poco víctimas.

Hay una escena extraordinaria que sintetiza la noble búsqueda de la película y que se adivina en la foto que se ve aquí arriba. Una noche, mientras los ladrillos de adobe para la construcción de la casa se están secando, se desata una fuerte lluvia en la zona. La pareja trata denodadamente de cubrirlos con bolsas, pero en un momento se les vuelve imposible ya que no pueden hacer pie en el barro y se caen una y otra vez. Y lo que hacen ahí es reírse y reírse, algo que jamás los vimos hacer antes y que quizás nunca hicieron en sus vidas adultas. Seguramente tendrán que trabajar el doble para reponer lo perdido, pero en ese momento lo único que importa es la conexión que se arma entre ambos. Y de eso va esta bella y conmovedora película.