Berlinale 2022: crítica de «Rewind & Play», de Alain Gomis (Forum)
Este documental hecho con materiales encontrados y restaurados, se centra en una brusca e incómoda entrevista de la televisión francesa al gran pianista de jazz Thelonious Monk.
Este curioso y extraño documental armado a partir de materiales recuperados de la gira de Thelonious Monk por Francia en 1969 se enfoca específicamente en un hecho llamativo: una entrevista/concierto que el extraordinario pianista de jazz dio a la televisión francesa. El film comienza con la llegada de Monk, su mujer y su equipo a París, donde es recibido como una celebridad y se muestran escenas casuales de esos días, desde una conferencia de prensa a conversaciones sobre cuestiones comerciales o sobre las diferencias entre los desayunos en Francia y en Estados Unidos. Pero ese seguimiento pronto dará paso a la grabación de ese programa de TV, que nos mostrará el detrás de escena de lo que finalmente salió al aire.
Y lo que se ve allí es llamativo, sorprendente, bastante desagradable. Monk ya estaba un tanto enfermo –en esa época empezaba a sufrir de desórdenes y problemas mentales que lo afectarían más y más durante el resto de su carrera– y su experiencia allí fue catastrófica, con un presentador y productores que lo obligaban a responder una y otra vez cosas que, claramente, no quería o no estaba en condiciones de responder. Casi como si fuera un «objeto» de consumo, el visiblemente frágil y muy transpirado pianista sufre la experiencia de una manera visible, pero nadie detiene el circo ni para preguntar cómo está.
Solo en los momentos en los que toca, Monk parece entrar en su propio mundo y uno puede darse cuenta que esa es la manera en la que quiere y quizás puede expresarse. Pero rápidamente el conductor, un músico de jazz francés llamado Henri Renaud, y su equipo lo obligan a someterse a una serie de preguntas inanes («¿es cierto que tenías el piano en la cocina?») que, a la vez, se sienten condescendientes por no decir racistas. Es una experiencia fuerte, rara y hasta dolorosa.
Gomis se centra más en eso que en el arte del pianista de jazz, algo que sirve para su tesis sobre el maltrato y abuso a los artistas afrodescendientes, aunque también es cierto que al enfocarse casi por completo en eso la película por momentos se vuelve agobiante y agotadora. Uno, como el propio Monk, solo espera que el entrevistador/músico (que encima todo el tiempo intenta demostrar que lo conoce, que es su amigo y que sabe muchísimo de jazz) se calle y lo deje tocar. No solo por la paz mental del intérprete sino por la de uno como espectador. Y cuando eso sucede no solo el artista se reencuentra consigo mismo sino que el espectador puede escaparle a esa tortura a la que Monk está siendo sometido.
El realizador franco-senegalés de FELICITE descubrió estos materiales –que forman parte de un documental que se filmaba durante esa gira– mientras hacía una investigación sobre la vida de Monk para una película de ficción que espera poder filmar sobre el artista. Y fue tanto su shock y sorpresa al verlos que decidió reconstruir la situación y organizar el material como un documental sobre la situación que vivió Monk y seguramente muchos artistas como él también. Y es un documento que trasciende el tiempo por todo lo que sus tomas y constantes retomas –que explican el título– tienen para decir sobre un perverso sistema que se parece mucho a la explotación.