BAFICI 2022: críticas de las secciones paralelas

BAFICI 2022: críticas de las secciones paralelas

En este post irán apareciendo, desde ahora y a lo largo del festival, críticas de las películas del BAFICI correspondientes a sus secciones no competitivas.

En este post irán apareciendo, desde ahora y a lo largo (y después también) del festival, críticas de las películas del BAFICI correspondientes a las secciones no competitivas del evento, tanto de las secciones específicas (con sus ya clásicos títulos, como «Hacerse grande», «Pasiones», «Artes y oficios», «Lugares», «Trayectorias», «Familias», «Música», etcétera) como de algunas de las retrospectivas del año.

Cliqueando en los títulos de las películas van directo a la información oficial que incluye los días, horarios y la compra de entradas de cada una de ellas. Para buscar críticas ya publicadas previamente en el sitio de películas de todas las secciones pueden consultar aquí.


DEAN MARTIN: KING OF COOL, de Tom Donahue (Artes y oficios) Por motivos quizás ligados a la cinefilia y a la pasión (y controversia) que genera la figura de Jerry Lewis, quien fuera su compañero de aventuras durante muchos años, Dean Martin, no ha sido tan analizado ni escudriñado como su partenaire. Puede haber otros motivos: entre los crooners clásicos siempre fue opacado por figuras más importantes como Frank Sinatra, Bing Crosby o Tony Bennett; como actor no tuvo una carrera especialmente relevante; los llamados straight man (en el sentido del tipo serio en una dupla cómica) nunca fueron tan atractivos como los más clásicamente graciosos y hasta es posible que algo específico de su persona fuera difícil de retratar.

Sobre eso va este tradicional pero a la vez muy buen documental sobre «Dino». El comediante, actor, cantante y conductor era un hombre de familia bastante reservado y un tanto indescifrable respecto a su personalidad y su vida privada. Ni siquiera sus amigos y colegas más cercanos saben decir muy bien quién era Martin, cuál era su «rosebud» particular. Y lo que había creado para consumo público (ese «rey del cool» que menciona el título) era un personaje armado para la fascinación del público.

Pero el documental no solo logra dar testimonio de la enorme variedad de talentos de Martin sino que, a partir de la enorme cantidad de entrevistas (en el presente y de archivo), queda claro que todos lo consideraban un gran tipo. Quizás menos llamativo que colegas suyos como Sammy Davis Jr. o Sinatra, pero dueño de algo clave: el amor del público. Acá se conoce mucho su filmografía con Lewis, algunos éxitos que tuvo como cantante, pero no trascendió tanto su dimensión como conductor de un show televisivo que durante muchos años lo puso en los hogares de millones de estadounidenses, generando con ellos una conexión profunda.

DEAN MARTIN: KING OF COOL no resuelve ese misterio insondable de saber quién era realmente «Dean Crocetti» pero lo que sí logra transmitir –gracias a excepcional material de archivo y a los testimonios– es el enorme y variado talento de un verdadero entertainer en el sentido más generoso de la palabra, un hombre con talento para hacer comedia con Jerry Lewis, drama con Marlon Brando, western con John Wayne, cantar con Frank Sinatra y conducir un programa exitoso de TV como ninguno de ellos pudo hacerlo. Un grande de los de verdad.


FREAKSCENE: THE STORY OF DINOSAUR JR., de Philipp Reichenheim (Música). Una de las bandas más influyentes de la escena indie norteamericana de los años ’80 y ’90, Dinosaur Jr. puede ser considerada como un puente entre la movida más punk de los ’80 (Fugazi, Minor Threat, Black Flag) con estilos que, a principios de la década siguiente, derivaron en el grunge –de este lado del Atlántico– o en el llamado shoegaze, en Gran Bretaña. Una «pared sonora» integrada al principio por J Mascis (guitarra, voz y control central de todo lo que pasa), el bajista Lou Barlow (cuya carrera en paralelo y posterior abrieron las puertas a otros subgéneros del indie como el lo-fi) y el baterista Murph.

Aquí se cuenta su historia con la misma estética casual, desaliñada y de disimulada agresión de su música y de sus conflictos internos. Si bien J. se caracteriza por su monosilábica presentación y el imponente/impredecible sonido de su guitarra, es claro que es un líder bastante dominante. Barlow, que empezó como el chico nerd al bajo que lo seguía, pronto creció en confianza y surgieron los conflictos. Murph, en medio de todo, se enredó en el caos pero por otros problemas.

El film se apoya en muy buen material de archivo y entrevistas a los tres músicos hechas en diversas épocas (estuvieron juntos de los ’80 a principios de los ’90, Mascis siguió solo hasta 1997, ahí dio por terminada la banda pero en 2005 volvieron los tres y siguen hasta hoy) más testimonios de colegas como Henry Rollins, Thurston Moore, Frank Black (su explicación física del sonido de Dinosaur Jr. es genial), Kevin Shields, Bob Mould, Kim Gordon y quienes trabajaron con ellos y sufrieron sus conflictos internos y sus shows caóticos pero siguen sosteniendo que valió –y vale– la pena.

Como sucede con otros documentales sobre bandas de rock ya clásicas que hoy siguen girando por el mundo (ver acá los de A-HA o King Crimson), FREAKSCENE deja en claro que los tres miembros originales de Dinosaur Jr. hoy no son los mejores amigos ni se llevan demasiado bien pero que han aprendido a tolerar sus mañas dentro de ese funcional paraguas para rockeros veteranos llamado adultez. O, dicho de otro modo, mantener las cuentas bancarias alejadas del cero.


AHA-THE MOVIE, de Thomas Robsahm y Aslaug Holm. (Música) Este documental de la célebre banda noruega a-ha que triunfó especialmente en los años ’80 gracias a una serie de incandescentes éxitos pop –principalmente el inescapable «Take on Me»— podría no salir del formato tradicional que mezcla biografía con actualidad de no ser por su, digamos, escandinavo sincericidio. Si algo caracteriza a los documentales sobre bandas europeas en relación a las que son parte del star system norteamericano es su falta de pruritos para hablar mal unos de otros.

Es así que, cuando la película se inicia antes de un show de 2019, queda claro que sus tres integrantes no se aguantan demasiado entre sí, que no piensan grabar un nuevo disco y que siguen tocando porque, bueno, es su forma de ganarse la vida. De ahí la película pasará a su parte más previsible y convencional, básicamente contando con videos, fotos y testimonios de los tres miembros de la banda la historia del grupo, sus primeros éxitos, el fracaso que fue su intento de cambiar de imagen y sonido, su regreso, su separación, otro regreso más y así.

Pero en paralelo va quedando claro un mundo de diferencias entre los tres. Fastidios por los derechos y créditos de las canciones (Magne considera que no se valoran sus aportes), malos entendidos ligados a sus ambiciones (Paul quería tener una banda como Echo & the Bunnymen) y lo autocríticos que son (el cantante Morten puede parecer tranquilo pero es muy duro consigo mismo) van armando a lo largo de los casi 40 años que llevan juntos, más allá de sus períodos separados, un combustible emocional denso que logra que esta biografía le escape a las convenciones del género y sea un poco más… picante.


THE UNITED STATES OF AMERICA, de James Benning (Trayectorias). Este nuevo film del realizador estadounidense, complemento de un corto de igual título que Benning codirigió en 1975, consiste de 52 planos fijos, uno por cada uno de los estados del país (más el Distrito de Columbia y Puerto Rico), de un poco menos de dos minutos cada uno. A modo de recorrido por los Estados Unidos, la película rescata por un lado distintos paisajes ligados a cada estado, en algunos casos respondiendo a lo que uno espera ver de ellos y, en otros, eligiendo escenarios poco usuales como «representativos».

A lo largo de este recorrido alfabético (que empieza en Alabama y termina en Wyoming), Benning elige en su mayoría paisajes abiertos de la naturaleza, pero en algunos casos su cámara se detiene en parajes más urbanos, industriales y hasta algunos planos de nubes que casi funcionan como bromas internas. Una línea narrativa se puede armar a partir de esas elecciones que muestran un país de enorme belleza y recursos naturales pero también uno con sus restricciones y problemas, análisis resultante de algunas voces en off que se escuchan en algunos de los planos (en un caso es la voz de un militante afroamericano, en otro un pastor religioso y así) y que hablan de racismo, de maltrato de los pueblos originarios, del llamado «complejo militar-industrial» y de fanatismo religioso.

Algunas canciones coladas aquí y allá en (falso) plan diegético dicen lo suyo, lo mimo que planos de «Wall Street», de propiedades privadas y edificios abandonados que se mezclan con otras más típicamente bellas y pictóricas, casi de un prototípico álbum fotográfico. No se ve gente –salvo la que viaja en autos o trenes–, lo cual le da al film un carácter un tanto fantasmagórico, quizás ligado a que fue filmado durante los meses más duros de la pandemia.

La «América» de Woody Guthrie, bella y problemática, es homenajeada y cuestionada en esta colección de imágenes que quizás no sea demasiado sutil pero que logra el objetivo de armar esas conexiones en la mente del espectador. Es curioso que en los créditos del final aparezcan solo locaciones californianas, haciendo pensar que todo el film fue realizado en ese estado, en paisajes que bien pueden pasar por los de otros. Y al ser así, de un segundo a otro, THE UNITED STATES OF AMERICA se convierte en una película sobre el mito que el propio país ha creado sobre sí mismo: una construcción tan ficcional como cualquiera de las que se hacen en Hollywood.


IN THE COURT OF CRIMSON KING, de Toby Amies (Música) Esta es la parte en la que los fans de King Crimson dejan de leer, pero les pido algo de paciencia. Es una banda que nunca me gustó, que no me interesa lo que hacen en ninguna de sus formas y, en lo particular, detesto la filosofía de sufrimiento, sacrificio, tensión e irritabilidad de su líder Robert Fripp. Pero el documental es excepcional, especialmente porque va a contramano de esa exactitud, precisión y británica frialdad. Es un retrato humano, honesto, penetrante, cálido, controvertido y muy amable de un músico con todo el aspecto de ser un tirano insoportable y un enorme grupo de compañeros y ex compañeros de aventuras que lo soportan, lo toleran y, por lo general, sobreviven. No todos…

Lo curioso de este documental es que, gracias a la manera en la que la banda es retratada, hasta la propia tensión interna parece agradable. Seguramente no lo es: en cándidas entrevistas miembros actuales y del pasado de King Crimson cuentan que «fumarse» a Fripp es similar a vivir en una sesión de tortura permanente (Adrian Belew es muy claro al respecto) con el más intolerante de los dictadores. Pero el documental deja entrever un calor humano (aún en Fripp, que tiene un largo momento de silenciosa emoción que parece bastante creíble) que es casi opuesto a lo que predica como banda, ya que nadie tiene que seguir reglas y ninguno parece tener miedo frente a las cámaras. Ya en el escenario, seguramente, es otra cosa.

No me llevo nada bien con la teoría del artista sufrido, sacrificado y que sigue o hace seguir un régimen casi militar de comportamiento antes de tocar y durante los shows. Tampoco aprecio demasiado el resultado de esos esfuerzos, ya que la música de Crimson –con mínimas excepciones o breves momentos en algunas canciones, en especial aquellos que no están ligados al virtuosismo– me pasa por completo de costado o directamente me irrita. Pero el documental me pareció brillante. Y los que aman la banda (sus fans son devotos, se sabe) lo vivirán como una fiesta.


CADEJO BLANCO, de Justin Lerner (Hacerse grande) Al salir una noche de fiesta, la hermana de Sarita desaparece y no regresa a su casa, después de pelearse con ella. Como nadie parece ocuparse del tema, la adolescente decide hacerse cargo del asunto. ¿Qué implica eso? Algo nada sencillo. Como su hermana había quedado embarazada de un miembro de una peligrosa pandilla local, Sarita no tiene mejor idea que viajar hasta la peligrosa zona de Puerto Barrios, contactar a uno de los líderes del grupo e infiltrarse en la banda con intenciones de pertenecer a ella, de ser un miembro más. Tras una lógica desconfianza inicial, Sarita entra en la pandilla con la secreta intención de encontrar a su hermana.

El realizador norteamericano de THE AUTOMATIC HATE vivió un tiempo en Guatemala y armó su historia a partir de contactarse con miembros de banditas locales y conocer historias de mujeres desaparecidas y asesinadas. Su estilo está más cerca del estilizado policial y del thriller de gangsters que del drama social latinoamericano con el que usualmente se cuentan este tipo de historias. La película escapa, además, a otras convenciones políticamente correctas a ir presentando a Sarita (la muy buena actriz Karen Martínez) como una chica inicialmente calma y tranquila que empieza a descubrir que esto de la vida criminal tiene también sus atractivos.

Más allá de que el género gangsteril latinoamericano puede caer en similares o paralelos clichés que el cine para festivales, CADEJO BLANCO juega con esta dualidad para crear un drama bastante convincente aunque excesivamente largo. Más cerca de ser una película de o para Netflix que un film de autor convencional (el film mexicano MISS BALA, de Gerardo Naranjo, puede ser en un punto comparable), la película de Lerner funciona bastante bien dentro de sus propios parámetros de lo que en otra época se solía llamar «cine de autor industrial».


A TÁVOLA DE ROCHA, de Samuel Barbosa (Películas sobre películas) Una interesante comparación se podría hacer entre este film y el de King Crimson acerca de cómo los temas de una película no necesariamente se corresponden o se relacionan con su calidad. Como escribí en esa crítica, me interesa poco la música de Crimson pero me fascinó el documental. Acá la sensación es opuesta: me gusta mucho más el cine de Paulo Rocha que este poético film hecho sobre él. No es que sea malo, pero no está a la altura del personaje que retrata, más perdido en sus propias y enredadas intenciones.

La obra de Rocha tiene características propias y un tanto complejas de resumir, ya que intentó distintos tipos de películas, formas, temas y locaciones. Barbosa intenta un acercamiento completo y complejo, alejado un tanto de la cronología, siguiendo a Rocha a través de cruces que pasan por su infancia, van a sus años como agregado cultural en Japón y se detienen en sus películas, algunas reconocidas internacionalmente como OS VERDES ANOS (1963) o A ILHA DOS AMORES (1982), siempre intercalando entrevistas y filmaciones de las distintas épocas y conversaciones con sus colaboradores más cercanos y con su hermano.

Elegante, poética aunque un tanto enamorada de sí misma, A TÁVOLA DE ROCHA permite sintonizar con la poética del realizador pero se enreda muchas veces en su propio laberinto, ya que su acercamiento si se quiere holístico a su figura a veces se torna reiterativo y confuso. Los mejores momentos pasan por algunas anécdotas, interesantes análisis sobre su forma de crear escenas a partir de las locaciones captando la fisicidad de lo que film y ver algunas escenas de sus películas, especialmente las menos conocidas. Eso le da valor a un documental que, por no querer ser convencional ni clásicamente «divulgativo», por momentos se transforma en un diálogo consigo mismo.


LO QUE SE HEREDA, de Victoria Linares (Películas sobre películas) Este documental dominicano combina dos formatos habituales dentro del cine de ese género: la búsqueda y recuperación de historias públicas que fueron «tapadas» por distintas circunstancias y la saga familiar del o la realizadora. Acá eso se junta porque Linares investiga qué fue de la vida de Oscar Torres, un cineasta de República Dominicana que ha sido un tanto olvidado por la historia oficial. No solo eso, sino que lo mismo parece suceder en su familia. ¿La conexión? Torres era tío de la realizadora.

El documental investigará acerca de la vida de Torres al hablar de sus conflictos políticos, sus elecciones sexuales, su exilio, sus películas. Y cómo esas situaciones impactaron en el seno de su familia. Recuperando materiales, conversando con personas que lo conocieron y montando escenas de guiones dejados por el realizador, Linares va reconstruyendo la figura de ese fantasma familiar con un trabajo multifacético que juega con la propia estructura del formato. Hay escenas «ficcionalizadas», «escenificadas» o del detrás de escena en las que participa la propia realizadora, jugando con las posibilidades del género.

No todas las apuestas funcionan bien –y el riesgo de la terapia familiar pública siempre está ahí–, pero LO QUE SE HEREDA evita los problemas más obvios del registro gracias a un espíritu lúdico, curioso e irrespetuoso (incluyendo a los propios familiares de la realizadora) que se permite investigar sobre un caso histórico que reviste seriedad, pero que está hecho, a la vez, desde un lugar de amor, de cariño y de juego cinematográfico.


MY LOVER, THE KILLER, de Marc Hurtado (Música) Con mucho de performance, concierto experimental en vivo y lectura de textos, esta película protagonizada por la idiosincrática pitonisa y poeta punk va contando, a su manera, una terrible historia de amor que ella vivió con un tal Johnny O’Kane en el contexto de Nueva York de los años ’70. Con mucho de home-video, respetuosa del espíritu DIY de la protagonista, la película funciona como un relato narrativo en primera persona, con interludios musicales, en la que Lunch cuenta esta historia bastante violenta, trágica y que bordea lo demencial, sea o no realidad lo que cuenta.

Se trata de un film rodado durante una gira en Europa –que también es un álbum que hizo con el músico y cineasta experimental Hurtado, director del documental– que apreciarán más que nada los devotos de Lydia, un personaje oscuro y fascinante que otros documentales han retratado de forma un tanto más tradicional. Aquí se la ve en su elemento, mitad vampiro, mitad performer, siempre provocadora. Una mujer que sigue fiel a su forma de entender la expresión artística: punk hasta las últimas consecuencias. Sin concesiones.


VILLA OLIMPICA: RECUERDOS DE UN MUNDO FUERA DE LUGAR, de Sebastián Kohan Esquenazi (Hacerse grande) Combinación de historia de crecimiento y documental sociopolítico, este film retrata en primera persona las experiencias de los exiliados argentinos y chilenos a México durante las dictaduras de ambos países en los años ’70. Dentro del contexto de la violencia política en Argentina y Chile, el director elige centrarse más que nada en las sensaciones de los que entonces eran niños y vivían la experiencia con una mezcla de emociones. Y, a partir de su estancia en la gigantesca Villa Olímpica –con mayoría de habitantes exiliados–, casi como una película de aventuras.

Cada familia ha tenido experiencias diferentes –la principal está entre los que se quedaron allí y los que regresaron a sus países– y es mediante estas anécdotas personales que la película avanza, incluyendo algunas ficcionalizaciones y escenas narradas con ayudas de maquetas. Es un documental personal, simple, anecdótico, que no elabora demasiado acerca del contexto político más allá de las cosas que todos conocemos ya que elige el punto de vista de los que entonces eran niños y no terminaban de sentirse locales ni aquí ni allá. Para ellos, los cambios pasaban por otros lados: amigos que partían, peleas familiares (¿debemos irnos o quedarnos?), rituales escolares distintos, un poco de bullying, confusiones idiomáticas y de integración para llegar a la conclusión de que, con sus idas y vueltas, aquello fue una experiencia fundamental que los marcó en sus vidas.