Ciclos: crítica de «Espíritu sagrado», de Chema García Ibarra (Espanoramas 2022)

Ciclos: crítica de «Espíritu sagrado», de Chema García Ibarra (Espanoramas 2022)

por - Ciclos, cine, Críticas, Estrenos
05 Abr, 2022 02:12 | Sin comentarios

El primer largometraje del realizador español de varios premiados cortos cuenta una historia que mezcla costumbrismo y ciencia ficción en un barrio obrero de Elche. En el ciclo Espanoramas 2022.

El humor absurdo, extravagante y sí, bizarro puede ser utilizado de diversos modos. A lo largo de su carrera –en cortometrajes como LA DISCO RESPLANDECE, LEYENDA DORADA u otros–, el realizador español Chema García Ibarra siempre supo encontrar el balance justo entre humor, inquietud, misterio y empatía con sus protagonistas. Su mundo es extravagante pero su mirada no es la de un observador de freak shows. Intenta ir más allá de eso, aún arriesgándose a meterse en terrenos un tanto pantanosos.

Un resumen de la trama de ESPIRITU SAGRADO podría resultar confuso si uno lo lee como si se tratara de un chiste, de un juego bizarro de personajes ridículos viviendo situaciones absurdas. Pero apenas uno se adentra en el universo del director se da cuenta que la película poco y nada tiene que ver con eso. Que busca otra cosa, más complicada y difícil de conseguir pero por eso también mucho más valiosa.

Acá todo comienza con la desaparición de una niña llamada Vane y la desesperación de su madre al enterarse de la noticia y tratar de encontrarla. El protagonista de la historia es el tío de la chica, un tal José Manuel, que tiene un bar pero que vive pendiente de los ovnis y los fenómenos paranormales, siendo el presidente de una institución en Elche dedicada a la ufología tras reemplazar del anterior, recientemente fallecido.

Toda la familia teme por la hermana gemela de la niña desaparecida, Vero, quien podría también correr peligro. Y José Manuel, que con sus amigos de la asociación está preocupado cada vez más por fenómenos cósmicos que dan a entender que algún tipo de evento celestial irá a suceder en cualquier momento, se dedica también a cuidar a la niña. Con sus limitaciones, claro.

De a poco, el mundo de la desaparición de la criatura, de la asociación de José Manuel y de otros «rincones» del universo de la ciudad (y no solo de ella) se irán conectando entre sí de maneras que son bastante más perturbadoras de lo que parecen en un principio. Es ahí donde la película que en un principio remeda un poco el espíritu de Aki Kaurismäki da lugar a un territorio más cercano a los experimentos «cómicos» de Bruno Dumont en su Nord-Pas-de-Calais, referencia válida a la hora de entender el modo en el que los actores no profesionales se expresan y la mezcla entre el realismo más cotidiano y el espíritu extravagante, fantástico y oscuro hacia el que ESPIRITU SAGRADO se va corriendo.

Es una película de pueblo –está rodada en un barrio obrero de Elche–, llena de color y anécdotas locales, con personajes (como la madre de José Manuel y otras) que llenan la pantalla de sus verdades y mitologías populares, que es mostrada gracias al 16mm del DF Ion de Sosa de una forma entre kitsch y nostálgica. Pero la trampa de la película –o el corrimiento que va haciendo– es ir de a poco desvelando otras capas que van más allá de ese supuesto encanto superficial que poseen los extravagantes personajes del barrio.

No es nostálgica ni mucho menos ESPIRITU SAGRADO, por más que nos regale algunas escenas y momentos musicales retro (uno lleva esta excelente versión flamenco pop de «Zombie», de The Cranberries), esté llena de expresiones risueñas y tenga un tono calificable como costumbrista. Pero es un costumbrismo extraviado, que abraza la ficción que lo rodea y se nutre de fenómenos paranormales (los ovnis y también la religión) para disimular, quizás, que algo está podrido en el mundo real.