Estrenos online: crítica de «Metal Lords», de Peter Sollett (Netflix)
Esta comedia se centra en dos amigos de la escuela secundaria que arman una banda de heavy metal para participar en una competencia escolar, pero los planes se les complican. Estreno de Netflix.
Puede ser una película sobre dos adolescentes decididos a triunfar con una banda de «post heavy metal» ser dulce, tierna e inocente? En algún punto, sí. Y esa distancia entre la expectativa y la realidad es la que produce los momentos más divertidos de este simpático relato de «coming of age» del director de NICK & NORAH’S INFINITE PLAYLIST. ¿De qué otra manera tomar a dos chicos que forman una banda de heavy metal en la que uno de los dos no conoce a ninguno de los grupos famosos ni sabe tocar la batería mientras que el otro es un fanático del género pero está muy alejado de los clichés del rockero salvaje?
Kevin (Jaeden Martell, de IT, KNIVES OUT y muchas otras) y Hunter (Adrian Greensmith) son amigos de la infancia. El primero, con sus lentes y su timidez, se suma a la batería de Skullfucker aunque lo único que sabe tocar es el bombo en la banda del colegio. El segundo, en cambio, parece conocer al dedillo lo que tiene que hacer. El problema es que es tan denso y testarudo que no consigue que nadie quiera sumarse al grupo en el rol que falta: el de bajista. Y pronto se viene la Batalla de las Bandas de la escuela, por lo que urge encontrar a alguien.
Mientras el estudioso Kevin se aprende las canciones de memoria y rápidamente prueba ser un muy buen baterista, Hunter lidia con su padre recién divorciado y se pelea con todos mientras juegan juegos de rol. En el medio aparece una oportunidad para el rol faltante: Kevin conoce en el colegio a Emily (Isis Hainsworth), una chica con arranques de violencia pero con un look completamente alejado del género. Toca muy bien el instrumento, solo que no es el bajo eléctrico clásico de una banda de metal sino… el cello en la orquesta.
Cuando Kevin le muestra las partituras a Emily, la chica saca las canciones de inmediato. Pero para el radical e intenso Hunter no es opción: jamás se podría permitir «dañar» la imagen de su banda metalera con una chica tocando el cello como parte del grupo. Y mientras Kevin y Emily se unen –en más de un sentido–, Hunter entrará en una crisis respecto al futuro de su banda. Y a su propio futuro.
METAL LORDS enlaza su argumento (el guión lo escribió D.B. Weiss, uno de los creadores de GAME OF THRONES) de una manera bastante tradicional, como se ha hecho en la gran mayoría de las películas sobre bandas de rock desde los años ’50: los desafíos, problemas y enfrentamientos entre adolescentes y entre ellos y sus padres en camino a una presentación en público que puede consagrarlos o tirarle los planes por la borda. Y no se moverá demasiado de ese camino prestablecido.
Y si bien hay algo anticuado en la formulación, funciona muy bien por contraste. De hecho, la aparición en modo cameo de un cuarteto de estrellas del metal (no adelantaré cuáles) dando consejos en plan sabios y responsables padres de familia tiene su gracia en función de lo que uno sabe o imagina que deben haber sido sus propias carreras y decisiones. Quizás METAL LORDS no llegue a transformarse en un clásico de culto al nivel de ESCUELA DE ROCK pero la búsqueda es similar y el espíritu también. Como bien lo dice una de las canciones que se escuchan en la película (ver banda sonora abajo), es una película sobre ser «más fuerte, más libre y más valiente«. Entendido, eso sí, desde la perspectiva 2022.