Series: crítica de «Anatomía de un escándalo», de  David E. Kelley y Melissa James Gibson (Netflix)

Series: crítica de «Anatomía de un escándalo», de David E. Kelley y Melissa James Gibson (Netflix)

Esta miniserie británica se centra en un importante político inglés que es llevado a juicio acusado de violar a una de sus colaboradoras. Con Rupert Friend, Sienna Miller y Michelle Dockery. Estrena Netflix el viernes 15 de abril.

El veterano productor de televisión David E. Kelley puede tener un pie en los esquemas y las temáticas de las nuevas series de las plataformas de streaming, pero en el fondo su corazón pertenece a la TV de otra época: más directa, melodramática, de alto impacto. ANATOMY OF A SCANDAL funciona a mitad de camino entre esos dos mundos pero responde más que nada al criterio «tradicional». Se podrá disfrazar de drama serio sobre violencia de género pero en el fondo es un thriller noventoso de puro escándalo tras escándalo.

El veterano productor de L.A. LAW y ALLY MCBEAL –entre muchas otras series exitosas de la televisión abierta de los años ’80 y ’90– regresó a los primeros planos tras unos años de bajo perfil gracias a las exitosas BIG LITTLE LIES y THE UNDOING, dos series que poseen un modelo similar a esta. Más allá de una actualización formal y temática, en el fondo lo que sus series venden es el atractivo un tanto trash y sensacionalista de sus historias.

Y ANATOMIA DE UN ESCANDALO es, literalmente, sensacionalista. Su trama parte, de hecho, de uno de los universos que más se caracterizan por dar de comer a la prensa amarilla: los escándalos personales de las elites políticas británicas. La serie no se apoya en un caso real sino en una novela de 2018 escrita por Sarah Vaughan que se inspira en historias verdaderas pero que son de ficción: un clásico best-seller británico.

Acá el protagonista es James Whitehouse (Rupert Friend, de HOMELAND), un ministro con mucho poder en el gobierno británico, casado con Sophie (Sienna Miller), con quien tiene dos hijos. Un día la prensa local da a conocer que Whitehouse tuvo un affaire con una de sus empleadas, la joven Olivia Lytton (Naomi Scott). La noticia sacude a Sophie, él le explica lo que pasó y que el asunto ya está terminado, y todo parece calmarse. Pero es apenas el primero de los problemas.

El segundo ya es más severo, ya que Olivia acusa a James de haberla violado en un ascensor poco después de haber concluido su relación. Y acá el asunto se pone más serio para Sophie, que no sabe bien si creer las negativas de su marido a las acusaciones. Pero la noticia además reviste un carácter político, ya que la carrera del ministro corre riesgos. En el medio de todo esto, la acusación muy rápidamente pasa a juicio.

De ahí en adelante, juicio, investigación y nuevas revelaciones irán dándole de comer a la trama de cada episodio, cada uno con una «sorpresa» fuerte y con algunas decisiones visuales y creativas que son un tanto extravagantes, como ciertas cámaras lentas, extraños movimientos de cámara y juegos «poéticos» entre el pasado y el presente que parecen escapadas de otro tipo de serie. El otro personaje importante aquí es Kate Woodcraft (Michelle Dockery, de DOWNTON ABBEY), la fiscal del caso, que tiene su propia historia y motivaciones que también se irán develando de a poco.

El otro eje de la serie son sus flashbacks, que van a la época universitaria de James y que intentan hacer una pintura de cómo los jóvenes de clase alta británica siempre se han manejado con un importante grado de impunidad respecto a sus conductas abusivas, sexuales y de las otras. Y esa sensación de privilegio y poder les ha servido a lo largo de sus vidas para escapar de cualquier problema. ¿Podrán hacerlo ahora que los tiempos han cambiado o al menos eso parece?

Con algunas escenas un tanto incómodas de encuentros sexuales no consensuados y un espíritu entre polémico y trash a la hora de lidiar con ese tema, la serie avanza a modo de melodramática telenovela. La forma en la que los episodios se conectan (con sus giros impactantes al final) hacen que ANATOMY OF A SCANDAL tenga la misma lógica de un best-seller: uno sabe que lo que está viendo no es gran cosa, pero las páginas vuelan y los seis episodios se consumen muy rápidamente. No es una serie de prestigio, no ganará premios y se olvidará rápidamente pero, con sus enormes limitaciones, funciona.