Cannes 2022: crítica de «Tori & Lokita», de Jean-Pierre y Luc Dardenne (Competencia)
Los realizadores de «El hijo» vuelven sobre el tema de la explotación a los inmigrantes en este drama sobre dos «hermanos» de Benín que quieren legalizar su situación en Bélgica.
Después de algunos pasos en falso –relativos, porque insisto en que los realizadores belgas son incapaces de hacer una película totalmente mala–, los hermanos Dardenne deciden volver a las bases, casi a lo seguro, dejando de lado sus coqueteos con grandes estrellas o temas un tanto alejados de su repertorio. TORI & LOKITA se apoya en un universo muy similar al de LA PROMESA, de los primeros films de la dupla que los hizo conocidos antes de sus grandes éxitos como ROSETTA y EL HIJO. Hablo de los sufrimientos y problemas de los inmigrantes, legales o ilegales, a Europa.
Tori y Lokita dicen ser hermanos pero en términos sanguíneos no lo son. Se conocieron en una de esas lanchas que los trajo a Europa de Benín y desde entonces se apoyan y sostienen el uno al otro. Pero Tori logró ser legalizado en Bélgica en función de su experiencia y situación familiar mientras que los de Inmigración dudan y descreen que Lokita sea su hermana. Y en los interrogatorios la hacen equivocarse en algún punto de su falsamente compartida historia.
Los dos trabajan vendiendo drogas para el encargado de un restaurante que los manda por la ciudad como si fueran repartidores de comida cuando en realidad su delivery es de otra cosa. Los chicos (Lokita es adolescente y Tori un niño de unos once años) son muy eficientes en lo que hacen y hasta ganan una plata extra cantando en el restaurante, pero no les queda nada de los dineros que reciben, ya que del porcentaje que les pasa el narco la mayoría va a parar a otras manos: de la madre de Lokita, de los que los trajeron al país y así. Hasta otro dinerillo extra que ella hace trabajando sexualmente se lo llevan otros.
Pero todo se complica mucho más cuando a Lokita le rechazan la aplicación de inmigración legal y tiene que entrar en un perverso sistema de trabajo esclavo para conseguirlo ilegalmente. Y la película se meterá de lleno en los vericuetos y las mafias que manejan esos intercambios de manera perversa. La única manera para ella de soportarlo será con la ayuda de Tori. Pero será mucho más complicado que lo pensado poder volver a estar juntos.
Poco y nada han cambiado los Dardenne su forma de filmar y los mundos que observan. Lo que mejor funciona en esta película, por un lado, es haber abandonado a las «celebridades» que desnaturalizaban a sus films. Y, por otro, contar con dos protagonistas muy carismáticos, en especial el pequeño Pablo Schils que encarna a Tori, un chico de mirada pícara haciéndose cargo de un personaje inventivo y que se las tiene que rebuscar siempre con ingenio, inteligencia y calculada simpatía. La más sufrida Lokita (Mbundu Joely) es, de todos modos, el eje central del relato.
Los hermanos Dardenne no proponen realmente nada nuevo aquí dentro de su cine, eso es cierto. Y hasta algunas vueltas de tuerca un tanto crueles del relato son raras en ellos, transformando a TORI & LOKITA en una de sus películas más amargas y pesimistas de su carrera. Pero siempre saben qué mostrar y qué no, dónde y cuándo cortar, cómo manejar la información. El discreto arte de los belgas también pasa por lo que el montaje y los guiones de sus películas dejan afuera.
Volviendo al tema de LA PROMESA, ligado a los sistemas de explotación que, desde todos los costados posibles (desde los productores a los consumidores pasando por los traficantes de todo tipo), se aprovechan de las necesidades de los que llegan a Europa desesperados y literalmente sin nada, de algún modo los realizadores belgas dejan en evidencia que eso que contaban hace 26 años sigue siendo ahora igual o peor que antes.