Estrenos online: crítica de «El arma del engaño», de John Madden (Netflix)
Colin Firth y Matthew Macfayden protagonizan esta efectiva película de espías centrada en una misión secreta británica para despistar a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Estreno de Netflix del 11 de mayo.
Ya parece toda una característica de Netflix la de hacer (o adquirir) dramas sobre la Segunda Guerra Mundial. Evidentemente, sus algoritmos han encontrado que hay un público (imagino que de más de 40 años o fanáticos de la historia) interesado en este tipo de dramas bélicos sobre historias poco conocidas del siglo XX, generalmente centradas más en actos de espionaje que en escenas de acción y conflictos concretos en los campos de batalla.
EL ARMA DEL ENGAÑO es un drama de espionaje de la vieja escuela, tradicional y realizado con el esperable cuidado y prolijidad de una producción inglesa dirigida por el veterano realizador de SHAKESPEARE APASIONADO y LA PRUEBA, entre otras. Pero a esos elementos –que, convengamos, no suenan del todo atrapantes–, la película le agrega dos que sí lo son. Una es que los protagonistas son nada menos que Colin Firth y Matthew Macfadyen, dos grandes actores británicos a los que, casualmente, les ha tocado interpretrar a dos icónicas versiones del mítico Mr. Darcy en sendas adaptaciones de ORGULLO Y PREJUICIO. Y la otra, es que el plan de espionaje es tan curioso –por no decir absurdo– que los mejores momentos del film es cuando apuesta a ser casi una comedia negra.
Otro, quizás curioso, punto de interés es el personaje que narra la historia y que verdaderamente estuvo involucrado en la llamada «Operation Mincemeat» (tal es el título original de la película, traducible como el claramente poco comercial «Operación Carne picada») es un tal Fleming que trabajaba entonces en la Armada británica y al que algunas fuentes consideran el autor intelectual del intrincado plan. ¿Quién es el tal Fleming? Sí, Ian Fleming, el futuro creador del Agente 007, James Bond. Y su jefe allí, el Almirante John Godfrey, sería la inspiración para el personaje de «M» de las novelas. Un chiste que se repite a lo largo de la película es que gran parte de los involucrados están o planean escribir libros sobre sus experiencias en la guerra.
La operación en sí fue un raro plan para engañar a los alemanes respecto a dónde se produciría un desembarco de tropas aliadas en Europa en 1943. Los aliados planeaban invadir Sicilia pero, sabiendo que los nazis estaban al tanto del plan, trataron de plantar la idea de que en realidad iban a entrar vía Grecia. El plan tiene algo absurdo que lo asemeja a una remake de A WEEKEND AT BERNIE’S y al menos en su primera hora la película hace uso de lo ridículo que suena todo.
Lo que los oficiales de inteligencia naval Ewen Mantagu (Firth, a quien ahora se lo puede ver en la miniserie LA ESCALERA) y Charles Cholmondeley (Macfayden) pensaron hacer para confundir a los nazis fue «plantar» un cadaver, alguien supuestamente ahogado en el Océano Atlántico llevando papeles secretos encima que daban cuenta de los planes de desembarco en Grecia. Al descubrirlos los nazis, eso los haría cambiar de idea respecto al lugar de la invasión. Pero armar el asunto no fue nada sencillo.
Primero, porque había que conseguir un «muerto más o menos fresco», inventarle una identidad falsa, una pareja, sacarle fotos como si estuviera vivo (complicado procedimiento) y lidiar con cualquier sorpresa que ese personaje pudiera traer. Luego, porque había que manejar y manipular a una larga serie de personas en varios países (España tiene un peso fuerte acá ya que el cadáver aparecería allí, específicamente en Cadiz, donde todos saben que la supuesta neutralidad franquista es más bien pro-nazi) y esperar que todas las fichas caigan en el lugar adecuado. Algo, convengamos, muy pero muy complejo.
A la vez, los dos responsables tenían sus propios problemas personales, especialmente Montagu, que además de tener problemas de pareja y enamorarse de una compañera del proyecto (Kelly Macdonald) era sospechado por sus propios jefes de ser él mismo un espía pro-soviético. El más serio y reconcentrado Cholmondeley, a su vez, tenía sus propios asuntos para verse tensionado entre la relación con su colega y la presión de sus jefes por saber realmente para qué equipo jugaba Ewen.
Si bien es un hecho real que sucedió hace casi 80 años y hasta se llevó al cine previamente no revelaremos ni cómo se fue dando ni si termino resultando funcional o no, pero lo cierto es que la película lleva adelante muy bien la tensión por el suceso o no de la operación. Es que el plan es tan bizarro (la parte española es muy graciosa también) y la información tiene que pasar por tantas manos que por momentos se vuelve risible. De hecho, bien se podría haber hecho una comedia sin vueltas sobre el asunto.
Adaptada de una novela de Ben Macintyre que fue adaptada como un documental de la BBC en 2010, EL ARMA DEL ENGAÑO funciona muy bien en su estilo esencialmente británico, mezclando ironía y tensión, humor y suspenso, y dejando la emoción para algunos momentos específicos y puntuales. De hecho, esas partes (ligadas fundamentalmente a las vidas personales de los protagonistas) son las que menos funcionan. La película es mucho mejor cuando se parece más a una proto-aventura de James Bond en tono ligeramente cómico, algo que Macfayden maneja con una sutileza envidiable, comprobadísima en sus apariciones como Tom en SUCCESSION.
De algún modo, la película es un juego entre estos dos «ex Darcys», dos talentosos actores británicos que muestran aquí su indiscutible talento y carisma de la manera en la que este tipo de intérpretes suelen hacerlo: sin intentar lucirse ni nada por el estilo, sino más bien desapareciendo dentro de sus personajes. Su relación es una de afecto y de rivalidad también, que pasa del compañerismo a la sospecha mutua, pero que en todo momento se disfruta como lo que es: una masterclass de actuación para cine, british style.
Teñida de intencionalidad política como todas las producciones de Netflix, se opaca aún más una película de mediana valía. Las dos actuaciones masculinas, impecables, merecían mejor marco.