Estrenos online: crítica de «En la mira», de Ricardo Hornos y Carlos Gil (HBO Max)

Estrenos online: crítica de «En la mira», de Ricardo Hornos y Carlos Gil (HBO Max)

Este thriller argentino que llega a HBO Max poco menos de dos meses después de su estreno en salas se centra en un joven que trabaja en un call center y es amenazado de muerte por un francotirador. Con Nicolás Francella, Gabriel Goity y Emilia Attías.

El universo de los call centers ha sido muy utilizado en infinidad de cortos y largometrajes en los últimos años. Los amenazantes o complicados llamados telefónicos que se pueden producir en lugares como esos permiten imaginar distintos tipos de historias plagadas de tensión y suspenso. EN LA MIRA intenta sumarse a esa suerte de subgénero y durante un buen rato parece estar en control de lo que va sucediendo. Su historia puede no tener nada de novedosa, pero los recursos cinematográficos están lo suficientemente cuidados y las actuaciones son lo bastante convincentes como para enganchar al espectador en la propuesta.

Axel (Nicolás Francella, cada vez más idéntico en voz, gestualidad y carisma al padre) es un joven que trabaja en el call center de una empresa llamada Telefónica del Sur que ofrece servicios de internet, telefonía y cable. Sí, el famoso y discutido «triple play». En un verano caluroso en Buenos Aires (la película fue rodada en Montevideo pero como casi todo es en interiores no hay grandes diferencias), los cortes de luz están afectando al servicio por lo que los chicos que trabajan allí están con los nervios de punta. Pero Axel parece relajado, tranquilo. Su único «problema» aparente es que está de novio con una chica con la que planea casarse pronto pero a la vez está teniendo un tórrido affaire con una de sus jefas, encarnada con casi paródica lascivia por Emilia Attías.

Todo se complica cuando uno de esos llamados de rutina resulta ser el de un tal Figueroa Montt (con la voz de Gabriel Goity), un hombre severo y cansado de todo que se queja del servicio y que pide la desactivación de su cuenta luego de increpar a Axel respecto a todos los problemas que viene teniendo con la empresa. Y cuando el chico, cumpliendo con el libreto que le exigen, le diga que él no puede darle de baja sino que es algo que se debe hacer de otro modo, a través de sus superiores, el hombre amenazará con dispararle con un arma de largo alcance. Y a juzgar por los comentarios que le hace, es obvio que lo está viendo a él y a sus compañeros trabajar.

EN LA MIRA, siempre dentro del mismo escenario de la empresa, va expandiendo su trama a distintas situaciones que se viven en las oficinas. Mientras Axel trata de calmar, manipular y a la vez investigar quién lo llama, se irán produciendo algunos hechos a su alrededor: problemas con sus jefes, con algunos colegas, temas sindicales y así. Como no puede atender su celular personal, su amante lo seguirá esperando y hasta su esposa vendrá a ver qué le sucede. Todo esto irá intensificando la cuestión ya que la paciencia del «cliente» se va acabando y todo parece indicar que de alguna u otra manera actuará.

El film, que pasó por los cines locales hace poco menos de dos meses convocando a una discreta pero, en términos locales y pospandémicos, nada desdeñable cifra de poco más de 50 mil espectadores, llega a HBO Max como una de las apuestas locales de la compañía. Un poco como sucede con su «vecina» Netflix, las producciones nacionales que llegan a estas plataformas no parecen diferenciarse demasiado de lo que solían ser muchos de los mediocres thrillers nacionales que años antes iban a parar a las salas. Y este es uno de esos casos.

Lo mejor que se puede decir de EN LA MIRA es que, en la comparación con muchos de esos otros títulos, sale bastante bien parada. Es efectiva, relativamente tensa –al menos durante dos tercios de su metraje– y, aún cuando el asunto se desbarranca por culpa de un final un tanto atolondrado y torpe, al menos jamás da vergüenza ajena, como si sucede con muchas de las películas con similares modelos de producción. No es un gran elogio, es cierto, pero en función de las bajas expectativas que uno tiene al adentrarse en este tipo de películas argentinas supuestamente aptas para el «consumo internacional» es bastante más que lo esperable.