Estrenos online: crítica de «Garra», de Jeremiah Zagar (Netflix)
Adam Sandler protagoniza esta drama deportivo centrado en la relación entre un buscador de talentos de un equipo de la NBA y un joven español que llega a probar suerte a esa liga. Con Juancho Hernángomez, Ben Foster y muchas figuras del básquetbol internacional. Estrena Netflix el 8 de junio.
La carrera de Adam Sandler parece dividirse en tres modos que son bastante definibles. Por un lado, el central: sus comedias populares, algunas mejores que otras pero exitosas desde siempre, hechas en general con un grupo de amigos como compañeros de elenco y hasta directores. Por otro, su costado de rara estrella del cine de autor más independiente, con trabajos para Paul Thomas Anderson, los hermanos Safdie o Noah Baumbach, entre otros directores cuyo cine suele darse a conocer casi siempre vía festivales. Y en el medio están películas como GARRA (HUSTLE), que toman elementos de una y otra categoría: películas mainstream pero relativamente serias y adultas, que tienen elementos cómicos pero funcionan más bien como dramas y que si bien son hechas por realizadores con cierto prestigio y renombre se ajustan a un modelo más clásico de cine comercial. Otros ejemplos de este tipo: FUNNY PEOPLE, de Judd Apatow.
GARRA es exactamente eso: una sencilla, tradicional y relativamente emotiva película deportiva sobre segundas oportunidades. El film de Zagar (director de la muy buena y poética WE THE ANIMALS) se ubica dentro de ese subgénero que cuenta historias de entrenadores, coaches, agentes y personas de otros rubros que se dedican a trabajar con deportistas, sean jugadores o equipos. Son, usualmente, historias acerca de sujetos que cayeron bastante bajo en sus vidas (accidentes, despidos, alcohol, lo que sea) y que tienen una nueva oportunidad gracias a un trabajo inesperado, un talento que descubren o así. ¿Ejemplos? Desde HOOSIERS, con Gene Hackman, a la reciente THE WAY BACK, con Ben Affleck, pasando por FRIDAY NIGHT LIGHTS, JERRY MAGUIRE y tantas otras.
Sandler encarna aquí a Stanley Sugarman, un buscador de talentos para los Philadelphia 76ers, importante equipo de la NBA. Su trabajo consiste en recorrer el mundo viajando gran parte del año y tratando de encontrar jugadores internacionales para llevar al equipo. Fue jugador de joven pero algún incidente que en cierto momento se revelará le impidió seguir su carrera como basquetbolista. Es querido y respetado en el medio –todos lo conocen– y el dueño del equipo (el veterano Robert Duvall, en un brevísimo papel) le ha dicho que lo quiere como asistente del entrenador. Ese ascenso es, para él, fundamental, ya que le permitiría dejar de viajar y estar más tranquilo en su casa con su mujer (Queen Latifah) y su hija adolescente.
Pero el dueño del club muere y su hijo (Ben Foster) hereda el puesto. El tipo no tiene muy buena onda con él y, tras unos desencuentros, lo vuelve a mandar a buscar jugadores por el mundo, algo que ya no quiere hacer más. Le dice que es la última vez, que necesita un jugador que le balancee el equipo y que luego le devolverá el cargo. Y es así que Sandy viaja a España, donde se topa en un juego callejero con un atlético, hábil y extraordinario jugador amateur llamado Bo Cruz (la verdadera estrella española de básquet Juancho Hernángomez), al que tras unas vueltas convence de viajar a Philly con él y sumarse a las pruebas para entrar al Draft de la NBA y quizás luego al equipo.
Pero hay problemas. Muchos problemas. Y Sandy tiene que encontrar la vuelta para demostrarle a su jefe y luego a todo el mundo de la NBA que no se equivocó y que Bo es el «talento crudo» que él vio en esa noche en un barrio humilde de Mallorca y que puede funcionar muy bien con los grandes del deporte. Y es así que GARRA se vuelve una suerte de ROCKY (más CREED, en realidad) en el mundo del básquetbol profesional de los Estados Unidos, en una película apoyada por la NBA y que tiene a LeBron James entre sus productores, por lo cual aquí verán es a medio centenar de figuras actuales y célebres de ese deporte (desde Charles Barkley al mítico Julius «Dr. J» Erving, de Trae Young a Shaquille O’Neal, además de técnicos, relatores y otras figuras reconocidas) en cameos, participaciones especiales y hasta papeles no tan breves, como el que tiene Anthony Edwards como némesis de Bo en estas pruebas.
La película iba a tener como coprotagonista a un basquetbolista chino originalmente pero la cuestión entre Netflix y ese país es compleja por lo que decidieron cambiar y basar la historia en un jugador español. Pero casi nada del film transcurre en España. Pronto Bo viaja (dejando a su pequeña hija en casa) y tiene que adaptarse a las severas exigencias del entrenador y a un mundo de hoteles de lujo al que no está acostumbrado. A la vez, lidia con distintos problemas que se le acumulan en el camino, muchos ligados a una personalidad un tanto intensa que cada tanto lo mete en apuros. Y entre los jóvenes que intentan entrar a la NBA al tipo no le cuesta mucho caer en las provocaciones y malas artes que le presentan sus rivales.
Pero lo principal pasa por Sandy, por lo difícil que le resulta dar ese salto en su vida personal y las inesperadas resistencias que encuentra. Sandler, con una espesa barba, hace una versión ansiosa y veterana de otros personajes que supo interpretar en el pasado, un tipo querible y amable que a la vez tiene (o tuvo) un costado oscuro en su vida con el que aún está aprendiendo a lidiar. Y de alguna manera, coach y jugador se entienden en esa lógica, en esa manera de enfrentarse al mundo, ya que Sandy ve en Bo mucho de lo que él fue –para bien y para mal– en esa etapa de su vida.
La conexión entre ambos funciona con limitaciones en lo dramático (si bien se las arregla bastante bien, Juancho no es actor y sus diálogos en inglés suelen ser breves y económicos) pero hace más pie en lo deportivo, ya que su evidente talento como jugador combina bien con la pasión que Sandler le pone a todo lo que tenga que ver con el básquet, deporte del que es un fan declarado. Zagar se pasa de rosca con las secuencias de montaje a lo ROCKY –de hecho la película se hace cargo de las obvias similitudes–, por lo que la historia en un momento entra en un loop del que le cuesta salir del todo bien. Pero cuando llega la hora de las «definiciones», HUSTLE se reencuentra con el corazón de lo que vino a contar –esa historia de segundas o hasta terceras oportunidades para sus protagonistas– y deja a los espectadores con la sensación de haber ganado el partido. No por una amplia ventaja, convengamos, pero con un sólido último cuarto en el que marcaron la diferencia necesaria para llevarse el triunfo, como dirían en ESPN.