Estrenos online: crítica de «Vigilando a Jean Seberg», de Benedict Andrews (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Vigilando a Jean Seberg», de Benedict Andrews (Netflix)

por - cine, Críticas, Estrenos
12 Jun, 2022 12:20 | 1 comentario

Este drama sobre la actriz de «Sin aliento» –interpretada por Kristen Stewart– se centra en la etapa en su vida en la que fue perseguida por el FBI por apoyar a los movimientos de liberación afroamericanos. Estreno de Netflix.

Un fenómeno relativamente reciente y por lo general apreciable es que, a la hora de las biografías cinematográficas, cada vez más se estila poner el ojo en una situación específica o una etapa de la vida del retratado y no se intenta tanto –como solía suceder antes– abarcarlo todo. Hay decenas de ejemplos recientes de este tipo de biografías. Y VIGILANDO A JEAN SEBERG, protagonizada por Kristen Stewart, es uno de ellos.

Al elegir centrarse en la persecución, por parte del FBI, que la actriz de SIN ALIENTO sufrió, a partir de 1968, cuando decidió colaborar con varias causas ligadas al llamado «orgullo negro» (Panteras Negras, entre otras), la película pone el eje en un hecho que fue fundamental en la carrera de la intérprete y el que determinó, seguramente, lo poco que trabajó y lo mucho que sufrió de allí en adelante. Pero el problema con este acercamiento es que no solo no es lo suficientemente profundo ni inteligente sino que tampoco nos acerca demasiado a la figura de una actriz cuya carrera, salvo por un par de excepciones, tampoco es tan conocida.

Quizás lo engañoso sea el título original, que es simplemente SEBERG, ya que hace suponer que uno verá una película acerca de la chica cuya imagen (bah, su corte de pelo) se volvió icónica gracias a películas como BONJOUR TRISTESSE y el famoso film de Jean-Luc Godard. Pero, más allá de unas brevísimas referencias a su pasado fílmico, la actriz podría haber sido básicamente cualquiera. Funciona casi como un rol predeterminado: celebridad un tanto inocente que apoya una causa noble y en ese entonces peligrosa sin saber que se está metiendo en un problema realmente severo. No hay mucho de Jean Seberg en SEBERG: es una imagen, una idea, un símbolo. Terminamos la película conociéndola tan poco como al principio.

Un hecho de la vida de Seberg, sí, es utilizado por Andrews (UNA) de manera, si se quiere, metafórica. El primer papel en cine de la entonces adolescente actriz fue en SANTA JUANA, de Otto Preminger, en donde interpretaba a Juana de Arco. Allí se la muestra en la escena de la hoguera que dejó secuelas reales en el cuerpo de la actriz (el fuego se les fue de las manos y le quedaron cicatrices en el torso) pero el objetivo de mostrarla, tiene claramente que ver con plantear la idea del calvario que la chica tendrá que vivir a lo largo de la historia que se cuenta en el film.

Los hechos narrados aquí arrancan en 1968 (digamos que el grueso de su carrera apenas es mencionado al pasar, incluyendo las citadas BONJOUR TRISTESSE y SIN ALIENTO, pero también LILITH y SUBLIME LOCURA, entre otras) cuando Seberg viaja de su casa en París de regreso a California para un casting y se topa, en una incómoda situación en el avión, con Hakim Jamal (Anthony Mackie), un militante por los derechos afroamericanos que, si bien está distanciado de los Black Panthers, es parte del mismo movimiento. Ella lo ayuda a salir de ese momento (supuestamente no lo quieren dejar pasar a primera clase, pese a haber pagado ese pasaje) y, al bajar del avión, se une al hombre y a otros en el clásico saludo de Black Power.

Pero Jamal está siendo investigado y espiado por el FBI. Y al aparecer Seberg en el mapa, los muchachos de Hoover consideran que seguirla a ella es importante para darle publicidad a la lucha contra estos «elementos indeseables». Encima la chica –cuyo marido e hijo están en Francia– no tiene mejor idea que tener un affaire con el hombre, lo que ya les deja el escarnio público servido. En la tarea de perseguirla están dos agentes: el más veterano y duro Carl (Vince Vaughn) y el más novato Jack (Jack O’Connell), que no parece tan convencido de meterse con la vida privada de ella.

Pero el FBI baja la línea y ellos deben seguirla. SEBERG se centrará en varias relaciones y acaso la principal sea entre ellos dos, aunque se vean muy pocas veces. Ella se sentirá cada vez más perseguida (y no será, al menos al principio, una alucinación o exageración) y él, más culpable. Pronto Seberg empieza a recibir amenazas, salen notas desprestigiándola, pierde trabajos y, de a poco, empieza a beber cada vez más y a tener algún intento de suicidio. Y, en paralelo, la relación con Hakim se complica una vez que su mujer (interpretada por Zazie Beetz) se entera que la colaboración de la actriz con la causa no solo consiste en abrir su generosa chequera.

El problema con VIGILANDO A JEAN SEBERG no tiene solo que ver con la poca información que nos da o la casi nula semblanza que hace de la actriz previo a estos hechos (algo que podría ser hasta entendible) sino que tampoco logra narrar bien la etapa elegida. La aparición de importantes nombres en papeles muy menores deja en claro que en el montaje deben haber quedado muchas cosas afuera ya que la película no explora tampoco demasiado bien el conocido cruce entre Hollywood, el FBI y los movimientos revolucionarios de la época.

A favor de la película hay que decir que Stewart logra compenetrarse muy bien con Seberg, especialmente tomando en cuenta que su estilo siempre un tanto distante y misterioso se parece bastante a las referencias públicas que uno tiene de la actriz. Y el look está capturado a la perfección, lo mismo que el miedo y la paranoia que la van consumiendo de a poco. En ese sentido, da la impresión que el guión no está a la altura de su trabajo.

La película sí tiene una reconstrucción de época (una similar, digamos, a la de HABIA UNA VEZ EN HOLLYWOOD) muy bien manejada, en cada uno de los detalles. Y un tema que el guión sí explora de manera inteligente –acaso el único– es la inocencia de ciertas celebridades a la hora de hacer públicos sus compromisos políticos. En la relación que establece con los militantes afroamericanos queda claro que, sin darse cuenta, su participación en la lucha es casi turística, apoyando causas sin realmente tener idea del sufrimiento real en la vida cotidiana de las personas que fue generador de esos movimientos.

Finalmente –y por otros motivos que no tendrán que ver con el racismo– Seberg terminará sintiendo el peso de la ley sobre ella. Sobre su sanidad mental y sobre su vida personal, con resultados que serán trágicos. La película no logra transmitir demasiado bien cómo fue su vida, pero entiende un poco mejor cómo empezó su muerte.