Estrenos online: crítica de «El hombre gris», de los hermanos Russo (Netflix)

Estrenos online: crítica de «El hombre gris», de los hermanos Russo (Netflix)

Ryan Gosling interpreta a un agente de la CIA que descubre secretos de la agencia y empieza a ser perseguido por ellos, que contratan a un asesino para matarlo. Con Chris Evans, Ana de Armas y Billy Bob Thornton. Estrena Netflix el 22 de julio.

La gran reputación que los hermanos Russo habían conseguido al dirigir varias de las mejores y más taquilleras películas de Marvel (los dos mejores episodios de CAPITAN AMERICA y los dos más exitosos de AVENGERS) parece ir declinando con cada nuevo proyecto en el que se embarcan desde que se alejaron del MCU. Tras el intento, muy fallido, de hacer un drama de autor con CHERRY, los realizadores prefirieron volver a pisar terreno seguro y dirigir algo más parecido a lo que venían haciendo antes. Esto es: una superproducción de acción. El problema de películas como THE GRAY MAN es que, más allá de su espectacularidad visual y del hecho que seguramente será un enorme éxito para Netflix, se trata de una película mecánica, rutinaria, previsible, sin nada de la gracia, el humor o la inteligencia de los films que hicieron para Marvel.

Esta saga de espionaje internacional emula a otras más conocidas como las de Jason Bourne o el mismísimo James Bond. Basada en una novela de Mark Greaney, la película sigue al pie de la letra las lecciones de ese tipo de relatos de acción que van de país en país, destrozando todo a su paso. EL HOMBRE GRIS en cuestión funciona como ese tipo de efectivo, eficiente y duro agente que trabaja para una agencia de inteligencia internacional (en este caso, la CIA) pero lo hace desde un lugar tangencial, casi secreto. Y la historia le permitirá funcionar de la misma manera que sus antecesores: con un pie adentro y otro afuera de la institución. Alguien que cumple misiones pero que, a diferencia de muchos de sus jefes, tiene una ética y un código moral incorruptibles.

Court Gentry es el nombre original del personaje que interpreta Ryan Gosling. En la primera escena del film –que transcurre a principios de los 2000–, lo vemos en la cárcel, tras un crimen que cometió cuando era adolescente, siendo reclutado para trabajar como secreto mercenario para la CIA por Donald Fitzroy (Billy Bob Thornton), un veterano agente que maneja este programa llamado Sierra. Es así que el hombre pasa a ser el escurridizo y brutal Sierra 6 (o «Six»), uno de esos tipos a los que la CIA llama cuando no quiere quedar demasiado pegada a algún «trabajito» demasiado sucio.

A Sierra 6 le piden que aniquile a un hombre en Bangkok. Como es costumbre, no le dan motivos y él no pregunta tampoco quién es ni porqué tiene que matarlo. Pero el plan sale mal y Sierra 6 termina atrapándolo tras una caótica y violenta escena de acción. Casi vencido, su víctima le dice que él es Sierra 4, le da algo que sus jefes de la CIA (interpretados por Regé-Jean Page y Jessica Henwick) están buscando –un chip con información que los compromete– y le dice que se cuide, que ahora irán por él ya que el programa Sierra está en camino de desaparecer del mapa. Y eso, más o menos, es lo que sucede de ahí en adelante.

La CIA contrata a un «especialista» en este tipo de operaciones, un tal Lloyd Hansen (Chris Evans y un bigote pegado a él) que es igual de efectivo que Court pero más brutal y despiadado. Y el hombre junta un enorme equipo para cazar a Sierra 6 y recuperar el chip en cuestión. El bueno de 6 (Gosling directamente dice «el 007 ya estaba tomado» como quien sabe que está haciendo un chiste malísimo) solo cuenta con la ayuda de Dani Miranda (Ana de Armas), una agente de la CIA que se pone de su lado, y la de Fitzroy, su «descubridor». E incluso tiene una relación de afecto con Claire, su sobrina, a la que Lloyd quiere usar para chantajearlos a todos ellos.

De ahí en más, a correr se ha dicho. La película va armando distintos enfrentamientos a lo largo de Europa, en los que Six se las ingenia para escapar a sus perseguidores. Promediando el film tendrá lugar una larga, violenta y muy espectacular secuencia de acción (una serie de varias escenas) que tienen lugar en Praga en la cual prácticamente destrozan la ciudad entera, lo más parecido a un enfrentamiento bélico visto en una película de este tipo. Sin dudas es impactante desde un costado presupuestario y de producción, aunque en términos puramente narrativos termina volviéndose un tanto tediosa.

THE GRAY MAN tendrá otras, más pequeñas, escenas de persecución automovilística, peleas mano a mano, luchas dentro de un avión que se va rompiendo en el aire y similares combates en Austria, Alemania o Croacia, pero nada pasará de la complejidad de un videojuego. Hansen es salvaje y despiadado como bien lo anuncia su bigote, Gentry es imbatible en lo suyo pero con ciertos códigos éticos (y un «buen corazón» olvidado que reaparece cuando la pequeña y frágil Claire está en peligro), hay algún trauma básico del pasado que intenta explicar alguna cosa que no precisa explicación y un chip que no tienen ninguna importancia real en el desarrollo de la historia.

La trama es una excusa, nomás, pero no para conocer más a los personajes (como enseñaba Alfred Hitchcock con su ya famoso concepto del McGuffin) sino para hacerlos correr y chocarse como, repito, personajes de un visualmente elaborado videojuego. El carisma de los actores aporta (un poco, ya que ni a Gosling ni a Evans les sobra demasiado) para hacer llevadero este caos, pero los Russo jamás logran darle alguna característica especial o particular que aleje al film de la rutina pura y dura. Espectacular, pero rutina al fin. Y eso es EL HOMBRE GRIS, al fin y al cabo. Una película de fórmula, hecha por comité, armada con todos los millones de dólares disponibles por Netflix y lanzada al mercado con el único objetivo de sumar (o recuperar) suscriptores. Es cierto, todo el cine masivo busca más que nada eso. Pero acá no hay siquiera un pizca de alma, de vida propia, que lo disimule aunque sea un poco.