Estrenos online: crítica de «Maleficio», de Kevin Ko (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Maleficio», de Kevin Ko (Netflix)

Una madre trata de reconectarse con su hija pese a una aparente maldición que pone en peligro las vidas de ambas en este exitoso film taiwanés de terror hecho con el formato «found footage».

El comienzo de MALEFICIO (INCANTATION es el título en inglés por el que se conoce internacionalmente a esta película taiwanesa) promete un grado de originalidad que pone las expectativas con respecto al resto muy altas, acaso demasiadas. Con una serie de ingeniosos trucos visuales en el que se le pide al espectador que vea unas imágenes de una u otra manera, y hasta convocatorias a memorizar un mantra y una figura con reminiscencias un tanto diabólicas, la película de Ko parece adherir a un tipo de cine participativo que funciona a mitad de camino entre el convencional y algo más cercano a los videojuegos. La promesa, sin embargo, no pasa de ahí. El resto será una película de horror medianamente efectiva pero mucho más convencional y que usa materiales bastante probados. El juego volverá, pero cuando lo haga ya será un poco tarde.

Aquí, el «estilo» usado es el del falso documental (tipo found footage), ya que los dos tiempos en los que se narra la acción de MALEFICIO son mostrados mediante técnicas de ese estilo. En uno, es una mujer la que intenta llevar un diario de su vida actual. En el otro, que transcurre en el pasado, es un grupo de amigos el que filma, bueno, ya verán qué es lo que filman. Lo que se puede decir es que es algo bastante terrorífico. Todo empieza en el presente cuando Li Ronan (Tsai Hsuan-yen) va en camino a recomenzar su vida luego de un episodio que la dejó con problemas psíquicos y la obligó a dejar a su hija Dodo (Huang Hsin-ting) en un centro de cuidados infantiles. Y para «celebrar» esta nueva etapa, la mujer decide filmar el reencuentro y su vida diaria con su cámara, la que nos irá mostrando que la reconexión entre madre e hija no es, de entrada, muy sencilla que digamos.

La historia salta de ahí al pasado para mostrar a Ruo-nan, su novio y el hermano de éste filmándose para un canal tipo YouTube denominado «cazafantasmas»: un grupo de amigos que en similar plan a los protagonistas de aquella película (o, digamos, los de SCOOBY-DOO) se infiltran en rituales religiosos raros y ocultos, los graban y los suben a internet. Acá lo hacen con un ritual organizado por la familia de su novio en el que, no casualmente, las imágenes, rezos y mantras avisados al principio son fundamentales, lo mismo que una misteriosa niña y un túnel al que los tres tienen prohibido entrar.

Desde el mismo planteo, INCANTATION deja en claro sus temas: depende cómo cada uno observe algo, eso mismo puede cambiar de sentido. Y acá el problema más evidente lo tiene la protagonista, ya que nadie cree que sus problemas psicológicos vengan de algún tipo de maldición milenaria. A lo largo de la película lo que veremos es que no solo esa maldición es real sino que está conectada con su vida de una manera un tanto sorprendente.

Con un continuo ir y venir entre el pasado y el presente que, cuando desaparecen las diferencias de formatos, empieza a ser un tanto confuso, la película taiwanesa opta la mayor parte del tiempo por el terror «documental», ese que juega con la pobre iluminación salida de la cámara, con objetos o personas que se mueven sorpresivamente al fondo de la imagen y con imágenes que son impactantes por la crudeza con la que están filmadas, especialmente unas en las que, bueno, ya verán…

La película fue un enorme éxito en Taiwán cuando se estrenó en marzo pasado recaudando 800 mil dólares en su primer fin de semana, muchísimo en un país de 23 millones de habitantes. Seguramente la parte «participativa» del film habrá tenido mucho que ver, ya que lo que la protagonista pide hacer a los espectadores seguramente funcionará muy bien en una sala llena en la que es más fácil que se produzca un «efecto contagio». En el contexto de Netflix, si bien sigue siendo un recurso efectivo, seguramente no consiga el mismo efecto aterrador.

El otro elemento de venta comercial es que se basa en una historia real, que tuvo lugar en 2005, ligada a actividades terroríficas realizadas por miembros de un extraño culto religioso. Pero si uno lee lo que pasó en ese momento, no entiende la decisión de la producción de no contar esa historia en lugar de esta, ya que es definitivamente mucho más horrenda. Esta es una versión más liviana, violenta pero reconocible, de un caso de posesión diabólica en una madre y su hija. ¿O será otra cosa?