Estrenos online: crítica de «The Souvenir – Part II», de Joanna Hogg (Flow)

Estrenos online: crítica de «The Souvenir – Part II», de Joanna Hogg (Flow)

Esta secuela directa del exitoso film de la realizadora británica de 2019 sigue la historia de Julie mientras trata de lidiar con el duelo de la muerte de su pareja y hacer una película al respecto, aún cuando no parece estar del todo lista para poder llevarla adelante.

La realizadora británica de hoy 60 años dio un gran salto en lo que respecta a su fama internacional con su anterior película, THE SOUVENIR, de 2019. Si bien se trata de una directora con una carrera que incluye varios films relevantes (ver, sino, las excelentes EXHIBITION o ARCHIPELAGO), el denso drama con tintes autobiográficos de su más reciente film la llevó a tener un reconocimiento aún mayor. Como queda más que claro por su título, THE SOUVENIR PARTE II es, estrictamente, una secuela de ese film. No parece haber sido pensada en función de explotar un «éxito» sino que, en algún sentido, se siente como si fuera parte de la misma película, una segunda “temporada” de una historia que terminó, en ciertos aspectos, pero que continúa en otros.

La película, es cierto, casi requiere haber visto –o, al menos, saber bien de qué trata– la anterior, ya que la continúa casi inmediatamente después de su final. Como breve repaso, THE SOUVENIR, que transcurre en los años ’80, contaba la relación tóxica entre una económicamente muy acomodada joven estudiante de cine y su pareja, un empleado de un ministerio que ocultaba muy bien una severa adicción a la heroína (NOTA: para más detalles, ver crítica publicada aquí). La segunda parte encuentra a la protagonista, Julie (interpretada otra vez por Honor Swinton Byrne), lidiando con el duelo tras la muerte de esa pareja (Tom Burke). Perturbada, dolida, casi catatónica, Julie va escuchando consejos de su familia, amigos, conocidos de él y colegas, pero le cuesta salir del profundo pozo emocional en el que parece estar metida.

Es que, en algún punto, nadie parece poder ayudarla del todo. Sus padres (Tilda Swinton –verdadera madre de la actriz– encarna a su madre en la ficción; un excelente actor no profesional, James Spencer, a su padre) son muy correctos y amables con ella y entienden su sufrimiento, pero cierta «frialdad inglesa» no les permite expresarse o acercarse a Julie de una manera más profunda. Algo parecido –y aún más confuso– sucede con los padres de su fallecido novio, o amigos de él. Y, finalmente, están sus compañeros de escuela de cine, que la ayudan de la manera en la que mejor saben hacerlo: colaborando (tratando de colaborar, más bien) con una película que ella piensa hacer en relación a lo que le sucedió.

THE SOUVENIR – PART II se centrará, más que nada, en el proceso de filmación de esta producción universitaria en la que Julie intentará poner en imágenes y drama levemente ficcionalizado (al menos en apariencia, ya que hasta el final nunca vemos realmente bien lo que está filmando) lo que le sucedió. Pero no le es nada fácil. Ella sigue insegura, está bastante aturdida, tiene problemas tanto con sus compañeros que trabajan con ella en el rodaje (la también realizadora Ariane Labed la encarna en la ficción dentro de la ficción) como también con las autoridades del colegio que no entienden su guión y no quieren apoyar su proyecto económicamente. Salvo un par de amigos cercanos, nadie parece entender muy bien qué es lo que Julie quiere hacer. Y ella, que no suele ser muy expresiva y que ahora está aún más callada que de costumbre, no encuentra soluciones. Algunos encuentros sexuales (aquí aparece Charlie Heaton) son, acaso, su único espacio de cierta literal descarga.

La película trabaja de manera muy inteligente la relación entre la autobiografía y la ficción, entre la realidad tal como la vivimos y cómo la transformamos en material cinematográfico, los límites del cine a la hora de usarlo como terapia personal. Julie dice más de una vez que quiere alejarse del realismo y hacer una película distinta, más poética y «cinematográfica», pero no parece saber bien cómo. En paralelo, otro director de cine de su misma escuela (que era amigo de su ex, y lo vuelve a interpretar el realizador Richard Ayoade) tiene a la vez problemas mientras trata de sacar adelante una producción de carácter musical. Opuesto a ella –él se muestra muy seguro y demandante–, tampoco parece poder lograr lo que desea.

Otro detalle interesante del film es, como en el anterior, su creativo uso de la música de la época, eligiendo bellísimos temas pop para comentar algunas situaciones dramáticas. Para su última parte, la película empieza a jugar un poco más con la realidad que muestra, como en un sistema de cajas chinas. Hogg pone lo que relata en una suerte de entrecomillado, que parece jugar con una cadena de autobiografías transformadas en cine. Así es como su historia, la de Julie, la de la película que filmaron y la que, quizás, estén filmando, la realidad y la fantasía se terminan convirtiendo en una sola cosa, casi como si fuera uno de esos raros sueños/pesadillas a lo Charlie Kaufman.

A la película, quizás, le falte un poco el enorme peso dramático que tenía la anterior, a partir de la adicción de su pareja y lo que eso producía en la protagonista. A falta de ese condimento más desgarrador, THE SOUVENIR PART II funciona como una película de duelo, que parece pasar por todas las etapas posibles de ese viaje. El cierre, sin embargo, como corresponde a una cineasta que trabaja afuera del mainstream cinematográfico, es ambiguo. Curarse, superar el trauma, queda claro, no es algo tan sencillo. Y aquí, más que soluciones, lo que aparecen son aprendizajes, desvíos en el camino que, aseguran, al menos por un tiempo, un cierto grado de tranquilidad y la oportunidad de un crecimiento personal y creativo. O eso es lo que parece…