Series: crítica de «D.B. Cooper: ¿Dónde estás?», de Marina Zenovich (Netflix)

Series: crítica de «D.B. Cooper: ¿Dónde estás?», de Marina Zenovich (Netflix)

Esta serie documental del género conocido como «true crime» se centra en el misterioso caso de un hombre que secuestró un avión en 1971 por dinero, se lo entregaron, se tiró en paracaídas y desapareció para siempre.

En algún momento muchos hemos escuchado la leyenda de D.B. Cooper. Si no lo hicieron, acá se las resumo en una frase. Se trata de un hombre misterioso que secuestró un vuelo en los Estados Unidos por dinero, se lo entregaron, se lanzó en paracaídas y nunca nadie supo más nada de él. Desapareció sin dejar rastros. Esto sucedió en 1971. Y el misterio continúa hasta hoy ya que, al menos oficialmente, no se lo ha encontrado a él ni al dinero ni se sabe si vive o si murió en el acto o en algún momento posterior. Este documental de cuatro episodios es el último de una larga serie de productos —documentales, films de ficción, series, podcasts, decenas de libros, especiales de TV, etcétera– que tratan de responder la pregunta y, a la vez, analizar las dimensiones que tomó este personaje a esta altura casi mitológico, sobre el que se hacen convenciones y simposios anualmente.

Yo conocí la historia de D.B. Cooper en la época de MAD MEN, cuando muchos especulaban que el personaje misterioso de Don Draper era una versión ficcionalizada de esa historia, en especial en el momento en el que intenta desaparecer del mapa. En realidad lo único que los conecta es la época y la supuesta elegancia con la que este hombre se manejó durante su breve y experto secuestro aéreo, en el que nadie murió ni salió herido. En lo demás, lo que priman son las diferencias.

El tal «D.B. Cooper» (en realidad el nombre que usó en el secuestro del avión fue «Dan Cooper» pero se fue tergiversando con el tiempo) se subió a un Boeing 727 de la aerolínea Northwest Orient que iba de Portland a Seattle y al rato de estar volando (y tras fumarse unos cuantos cigarrillos y beberse un par de whiskies en la «sofisticada» manera en la que se volaba en 1971), mediante una nota que le dio a una azafata, dijo tener una bomba y exigió 200 mil dólares y cuatro paracaídas para no hacerla explotar. El avión descendió, los pasajeros se bajaron, las autoridades lee dieron el dinero y los paracaídas, y los pilotos se vieron forzados a llevarlo hasta México. Pero en pleno recorrido –en alguna parte, supuestamente, del estado de Washington–, el hombre se lanzó desde el avión y, voilá!, nunca más se supo de él.

De ahí en adelante todo es mitología, fascinación, la creación de un personaje y, sobre todo, una industria de la especulación, de las teorías conspirativas y de personajes que han dedicado años de sus vidas a tratar de descifrar el misterio. D.B. COOPER ¿DONDE ESTAS?, dirigido por Marina Zenovich, realizadora de documentales sobre Roman Polanski y Robin Williams, entre otros, es más interesante cuando se centra en las personas que obsesivamente tratan de resolver el caso que en los avances de la investigación que son, en su mayoría, puras conjeturas un poco «atadas con alambres». A lo largo de la serie lo que más queda claro es la manera en la que, para algunas personas, dedicar años de sus vidas a estos casos, les permiten encontrar algo a lo que dedicar su tiempo, ser reconocidos, formar amistades, colaboraciones (y también enemigos) y, quizás, solo quizás, aportar algo nuevo al caso.

Es así como un grupo de «ciudadanos detectives» ha venido siguiendo el caso desde hace medio siglo, empujados también por la popularidad del personaje, especialmente en el noroeste estadounidense en el que es considerado casi como un Jesse James o algún otro antihéroe del western. Y la serie sigue las principales pistas, poniendo especial atención a un tal Robert Rickshaw, personaje cuya historia, personalidad, características y conocimiento de la aviación permiten suponer que era el tal Cooper. También se seguirá la conexión entre Cooper y una historieta franco-canadiense cuyo protagonista era un aviador llamado Dan Cooper. Y aparecerán decenas de personas llamadas Cooper que sospechan de algún primo, pariente o marido. Todos, se ve, quieren participar del circo y sus eventuales beneficios.

La fascinación por Cooper se entiende por el hecho de haber cometido, supuestamente, el crimen perfecto y sin dañar a nadie. Y al ser uno de los pocos casos famosos que siguen aún abiertos en Estados Unidos (uno de los investigadores también estudia el caso Jimmy Hoffa y el del Asesino del Zodíaco; no se pierde una) hay todo un circo mediático que los rodea, más específicamente congresos, simposios, convenciones, libros editados, merchandising y todo un enorme grupo de gente que se conecta, personalmente o por internet, tratando de descifrar el misterio. O eso es lo que creen hacer…

Lo mejor de la serie pasa por la descripción de la época del crimen, ya que en esos años volar era visto como algo seguro y elegante, se promocionaba la belleza y «seducción» de las azafatas (de una manera que hoy suena bastante ofensiva), no existía casi seguridad en los aeropuertos y los únicos secuestros aéreos que habían estaban políticamente motivados, eran hechos por militantes y solían terminar en Cuba. Y la aparición de un secuestrador casi de guante blanco en ese contexto extendió la fascinación a todo otro público.

Si uno tiene la paciencia de escuchar las docenas de teorías respecto a quién puede ser el personaje –están desde los que buscan códigos ocultos en las letras de sus mensajes y arman conspiraciones absurdas al respecto hasta los que dicen haberlo conocido en incomprobables circunstancias–, D.B. COOPER ¿DONDE ESTAS? puede servir más para entender cómo funciona la industria del true crime (industria que incluye a esta misma serie documental) que para dilucidar quién cuernos fue el misterioso hombre que se tiró en paracaídas con 200 mil dólares en una maleta para jamás reaparecer.