Series: crítica de «Light & Magic», de Lawrence Kasdan (Disney+)

Series: crítica de «Light & Magic», de Lawrence Kasdan (Disney+)

Esta serie documental de seis episodios narra la historia de Industrial Light & Magic, la casa productora de efectos visuales creada por George Lucas para «Star Wars» que sigue siendo líder en su campo y a la cabeza de sus cambios tecnológicos.

Hubo una época en la que ir a ver «efectos especiales» era casi una atracción en sí misma, parte integral de la experiencia de ir a ver películas. Los de mi generación lo recordamos bien. Ir al cine siendo niño o adolescente en los años ’80 era también ir a maravillarse ante determinadas escenas sorprendentes o espectaculares, muchas de las cuales están incluidas en LIGHT & MAGIC, el documental que recorre la historia de ILM (Industrial Light & Magic), la empresa de efectos visuales creada por George Lucas con el objetivo inicial de hacer STAR WARS pero que luego terminó convirtiéndose no solo en la líder en el rubro sino en la gestora de su más sustancial cambio, de lo práctico/analógico a lo digital.

A lo largo de seis detallados y cronológicos episodios dirigidos por un «hombre de la casa» como Lawrence Kasdan (coguionista de cuatro películas de la saga, como EL IMPERIO CONTRAATACA, EL REGRESO DEL JEDI, EL DESPERTAR DE LA FUERZA y SOLO), esta serie es, sí, autocelebratoria y promocional, un producto hecho en Disney para una compañía (Lucasfilm) que le pertenece, pero a la vez un producto honesto y humano que se apoya en los logros e invenciones técnicas pero también en los hombres y las mujeres que lo hicieron posible. Si uno se pone cínico, LIGHT & MAGIC podría ser visto como uno de esos videos que las empresas hacen para sus empleados en función de algún aniversario recordando su fundación y sus grandes momentos. Y si bien algo de eso hay acá, la historia en sí es tan rica –y los personajes tan curiosos– que uno acepta el combo así como viene.

De hecho, LIGHT & MAGIC no es del todo una serie para un público de advenedizos y curiosos por conocer detalles de las filmaciones de ciertos clásicos del cine masivo de los últimos 50 años. Raramente la serie muestra los rodajes de esas películas y apenas se ven los rostros de sus protagonistas, quienes tampoco son entrevistados. No. Este es un detrás de escena de gente en garages y galpones, diseñando naves espaciales en miniatura y extravagantes cámaras que puedan repetir movimientos o meterse en lugares minúsculos. Es la historia de un grupo de creativos –animadores, titiriteros, dibujantes, artistas, mecánicos y varios etcéteras– que cambiaron la historia de Hollywood. No una sino dos –y quizás hasta tres– veces.

En 2022 los efectos especiales ya no tienen nada de «especial» y aparecen en todas las películas, desde las más obviamente aumentadas en base a ellos (digamos, todos los films de acción o de superhéroes) hasta las que usan CGI (sigla de «computer generated imagery» o imágenes generados por computadora) de forma discreta y escondida, para todo tipo de funcionalidades. Pero en un momento marcaron una diferencia y LIGHT & MAGIC recorre esa historia haciendo eje, fundamentalmente, en los 16 años que van de STAR WARS hasta JURASSIC PARK y que marcan el giro de los efectos prácticos hechos en el «model shop» de ILM a los digitales hechos, inicialmente al menos, en un par de computadoras.

Es la historia, además, del mítico grupo que empezó siendo liderado por John Dykstra, quien arrancó a trabajar en STAR WARS contratando a un grupo de jóvenes «pelilargos» (sic), fanáticos del cine fantástico y de los efectos de Ray Harryhausen para decenas de películas de los años ’50 y ’60, nombres que se harían célebres con el correr de los años, como Dennis Muren (acaso la presencia más constante de todas), Phil Tippett, Richard Edlund, Ken Ralston y Joe Johnston, cada uno con su especialidad y, sobre todo, personalidad. Si hay algo especialmente recomendable en esta serie es conocer a estas celebridades del mundo de los efectos visuales (entre otras cosas) y escucharlos hablar y recordar los buenos (y malos) momentos vividos a lo largo de sus más cortas o más largas experiencias en ILM. Hay muchos videos de la época que dejan en claro el clima y el modo de trabajo en la empresa.

Los dos primeros episodios se centrarán en la formación del grupo inicial de ILM y en la original STAR WARS, con todos sus desarrollos, invenciones y problemas. Luego la serie pasará a las dos secuelas iniciales de ese éxito, mucho más caras –con más equipos y efectos– pero igualmente caóticas a la hora de cumplir con deseos y plazos. A lo largo de la historia, pero especialmente en esta época y en la de las precuelas (estrenadas entre 1999 y 2005, pero poco desarrolladas en la serie pese a su enorme importancia en materia de CGI al menos), la presencia del exigente Lucas será central. Si bien el creador de la saga no es un especialista en el tema –dice al día de hoy no saber ni siquiera manejar muy bien su smartphone–, sabía muy bien qué quería y no se detenía hasta que su gente lo lograra. Ese desconocimiento de los límites, quizás irónicamente, haya forzado a lograr ciertos desarrollos tecnológicos que de otra manera habrían tardado mucho más en aparecer.

Pronto ILM se moverá hacia nuevas batallas. En los ’80 empiezan a trabajar para los «amigos de la casa» (como Steven Spielberg, en LOS CAZADORES DEL ARCA PERDIDA y E.T., o Robert Zemeckis en la saga VOLVER AL FUTURO, entre otros) para luego ya consolidarse como la más sólida productora de efectos visuales del mercado, ofreciendo sus servicios a quien los pagara. Eso marcará un primer cambio en la compañía, pero el segundo y más importante llegaría a fines de los ’80, cuando los efectos digitales entran a competir con los prácticos. Primero, tímidamente en algunos objetos o personajes (la película desarrolla exhaustivamente el histórico pseudopod acuático de EL ABISMO y los efectos del T-1000 en TERMINATOR 2, ambas de James Cameron) para luego pasar a la película que terminó de cambiar el eje de la empresa: JURASSIC PARK. La historia de cómo ese film empezó siendo pensado con efectos prácticos y miniaturas (creadas por Stan Winston y Tippett, nada menos) y terminó siendo realizado en gran parte vía CGI marca el gran punto de inflexión no solo en la historia de la compañía sino del cine en su totalidad.

Pero todo esto bien podría leerse en un artículo de una revista especializada o en Wikipedia. Lo que Kasdan hace –y es lo bueno de tener un cineasta «de la vieja guardia» supervisando esto– es ver cómo los personajes van respondiendo emocionalmente a estos cambios, cómo repercuten en sus vidas. Sobre ese mismo tema vuelven todos más adelante, cuando analizan que hoy a nadie sorprenden los efectos ni nadie va al cine a verlos, por lo que más que nunca lo importante es la historia que se tenga para contar. Y aquí, además de mostrar los cambios y avances tecnológicos, se trata de hacer eso.

Un buen resumen de la situación se puede hacer cuando la serie dedica sus últimos minutos a hablar de lo que llaman «la nueva revolución» en el mundo de efectos, la que se usa en series como THE MANDALORIAN y THE BOOK OF BOBA FETT: el llamado «Volumen«, una suerte de estudio en el que se filman las escenas ante un híbrido entre la retroproyección y el CGI de 360 grados, en el cual los actores trabajan como si estuvieran en un escenario real, con objetos «prácticos» combinados con fondos creados digitalmente pero que –a diferencia de los clásicos matte paintings, los cromas, las pantallas verdes y la llamada motion capture— funcionan tan «en vivo» como los actores. El concepto puede ser, en cierto punto, revolucionario, pero en el fondo lo que termina siendo fundamental es el resto de los elementos: personajes, historia, actuaciones, trama, etcétera. Si eso no se logra –solo vean las diferencias entre las dos series que mencioné–, los efectos por sí solos no alcanzan a resolver el problema.