Festival de Locarno: crítica de «Fairytale», de Aleksander Sokurov (Competencia)
Hitler, Mussolini, Stalin y Churchill «protagonizan» este film experimental en el que estos personajes históricos se juntan para caminar y conversar en algo así como el Purgatorio. En competencia en el Festival de Locarno.
El planteo de FAIRYTALE suena en principio como una broma de salón, cuando todos están un poco alcoholizados y conversando sobre temas aleatorios o haciendo chistes malos. «Hitler, Stalin, Mussolini, Churchill y Jesús se juntan a comer algo en el purgatorio –diría la broma–. ¿Quién paga la cena?» De algún modo, la nueva película de Aleksander Sukorov cuenta algo parecido a eso. En unos escenarios de pictórica animación y utilizando procedimientos tipo los del deepfake, el director de EL ARCA RUSA pone a versiones de los propios personajes (y no a actores interpretándolos) en una situación como la comentada. «¿Iremos todos al Infierno o habrá lugar en el Cielo para alguno?», parecen decir. «¿Y si Jesús se muere, qué hacemos? ¿Existirá Dios del otro lado del portón? ¿No será comunista, no?»
No van exactamente por ahí los diálogos –algunos sí pero la mayoría son conversaciones casuales, y algún que otro comentario sobre el poder, la religión, el socialismo y si Mussolini trajo o no postre– pero bien podrían. El planteo es más interesante como creación artístico-pictórica que en lo que tienen para decirse entre sí. De hecho, cada vez que se ponen a hablar sobre «asuntos importantes» las conversaciones tienden a ser un poco trilladas y obvias, sin realmente profundizar en nada.
FAIRYTALE tiene aspecto de pesadilla y en algún punto actualiza las obsesiones histórico-artísticas del veterano realizador ruso, quien ya observó de manera estilizada las vidas de Hitler, Lenin o el Emperador Hirohito en películas como MOLOCH, TAURUS y EL SOL. El formato acá es más tentativo y experimental ya que el uso del deepfake (técnica que involucra, entre otras cosas, animar digitalmente rostros y movimientos labiales a partir de imágenes reales para hacerlos decir o hacer otras cosas) no siempre es tan bello o estilizado como los procedimientos que usó en otros de sus films. Y por eso, también, los resultados no son tan contundentes, aunque si más misteriosos.
De todos modos, Sokurov se las arregla para crear un clima pesadillesco en el que vemos a estos sujetos caminar y conversar por paisajes neblinosos, palacios abandonados, edificios extraños y habitar una suerte de «no lugar» fantasmagórico que en algún momento se verá rodeado de algo parecido a las «masas» (casi un movimiento de sombras uniforme que se mueve sobre el plano como olas), a las que en este lugar no parecen prestarle demasiada atención.
Cada uno hablando en su propio idioma, los personajes históricos que atraviesan FAIRYTALE por momentos repiten versiones de sus «grandes éxitos» mientras que en otros tienen conversaciones bastantes más cotidianas, que van de olores personales a peculiaridades sexuales. Jesús, en tanto, duerme, murió y quizás en algún momento resucite. Y quizás sea Dios, en tanto, el que mira todo detrás de la puerta preguntándose qué hizo para merecer a todos estos.