Festival de Locarno: crítica de «Gigi la legge», de Alessandro Comodin (Competencia)

Festival de Locarno: crítica de «Gigi la legge», de Alessandro Comodin (Competencia)

por - cine, Críticas, Festivales
09 Ago, 2022 08:38 | Sin comentarios

La nueva película del realizador italiano de «L’estate de Giacomo» relata unos días en la vida de un maduro y simpático policía de un pueblo chico de la región de Venecia.

Director de una de esas películas que uno vio hace tiempo y recuerda con mucho cariño como es L’ESTATE DE GIACOMO, de 2011 (ver reseña acá), el italiano Comodin trabaja en un esquema similar al de muchos realizadores italianos contemporáneos, que es en esta zona mixta entre el documental y la ficción que muchos denominan «híbrida». En su regreso a Locarno (GIACOMO ganó allí el premio a la mejor película en la competencia paralela Cineasti del Presente), Comodin presenta un trabajo honesto, simple y en apariencia sencillo que sigue las actividades cotidianas y recorridos del tal Gigi, un policía de un pueblo chico del interior de la región de Venecia, que no es otra cosa que el tío del realizador.

A lo largo de una serie de días, vemos a Gigi en su coche «patrullando» las calles de pueblos casi perdidos en el interior veneciano como Malafesta, Villanova y San Michele al Tagliamento, donde nunca parece pasar nada importante. Su «trabajo» consiste en saludar a vecinos a su paso, cada tanto entablar alguna conversación con uno de ellos (o con trabajadores), seguir las indicaciones de la radio con respecto a potenciales situaciones conflictivas (nunca encuentra mucho, en realidad) y, más que nada, coquetear con Paola, la chica que le habla desde el intercomunicador, a la que quiere invitar a salir de una manera que es tan notoria que bordea lo gracioso.

Pero antes vimos que no todo es tan sencillo y amable en el mundo de Gigi (Pier Luigi Mecchia es su nombre completo). Hay un vecino de su casa con el que se pelea todo el tiempo por los árboles suyos que se cruzan a su terreno, por ejemplo. Una tarde cualquiera aparece un cuerpo tirado en las vías del tren en un aparente suicidio. Y, por algunos cruces con vecinos que lo ignoran, da la impresión que no todos lo aprecian como uno (o él mismo) supone. Pero, más allá de eso, a lo largo del transcurso del film uno tiene la impresión de estar ante un señor afable que bordea con el «viejo verde» pero de una manera que no termina por incomodar del todo.

Con su acento local (la pronunciación de ciertas palabras en italiano es particularmente curiosa) y su look de galán maduro, Gigi intentará invitar a Paola a cenar y tratará de lidiar con su vecino hasta que, cerrando el relato, se topará con una situación un tanto más dramática que permite al espectador un mayor acercamiento al personaje, ya que lo que le toca vivir le traerá a la mente difíciles recuerdos. Y ahí aparece un Gigi más completo y complejo, alguien que puede ser ligero y un tanto irresponsable, pero que también ha superado momentos en su vida muy distintos a eso.

En el estilo híbrido que comentaba al principio, nunca queda del todo claro si algunos de estos elementos son reales o ficcionalizados. Si el vecino, Paola o la persona que se suicida existen o son «aportes» dramáticos hechos a la historia. Es difícil darse cuenta también porque el expresivo Gigi siempre parece estar actuando un poco, quizás por la presencia y cercanía de la cámara (su sobrino está filmándolo muchas veces y muy cerca en el auto) o quizás porque el tipo es así, «mitad truhán, mitad señor», como bien dice la canción de Julio Iglesias que en la película se escucha en ésta, su versión italiana.

Es eso, ni más ni menos, lo que GIGI LA LEGGE tiene para contar. En el auto se cantarán canciones (además de la de Julio, sonará este gran éxito de Nada, la famosa cantante toscana), Gigi mostrará su torpe manejo de un motorino y habrá conversaciones sobre árboles, huertas y se compartirán historias del pasado. Y si bien su rostro y su andar en apariencia despreocupado parecen reflejar la vida de alguien que disfruta de una rara versión del dolce far niente, en algún momento veremos que hay una historia por detrás que quizás sea más complicada –y dolorosa– de lo que deja ver a primera vista.