Festival de Locarno: crítica de «Nação Valente», de Carlos Conceição (Competencia)

Festival de Locarno: crítica de «Nação Valente», de Carlos Conceição (Competencia)

por - cine, Críticas, Festivales
05 Ago, 2022 08:10 | Sin comentarios

Este film portugués se centra, a su manera, en un pelotón de soldados de ese país que se prepara para entrar en conflicto en la guerra de independencia de Angola.

Que la guerra es una suerte de «estado de la mente» lo han dejado claro muchas películas y mucha literatura. El combate como forma de vida, el conflicto como razón de existencia, la violencia como algo constitutivo del hombre. Y la idea no solo se limita a las personas sino a las naciones, que suelen muchas veces ordenarse (o intentar hacerlo) mediante la participación en algún conflicto bélico o ejerciendo algún tipo de punición física. En NAÇÃO VALENTE, segunda película del realizador portugués Carlos Conceição, llevar el fusil encima (el título de la película en inglés es TOMMY GUNS, por el tipo de arma que usan) es ser el portador del poder y también del potencial problema. Y todo esto se presenta en este poético y sugerente relato bélico que transcurre, o eso parece, en las guerras de la independencia de Angola de Portugal en 1974.

Si bien durante sus primeros 25 minutos –hasta que aparecen los títulos de la película– la propuesta es un tanto abarcativa y hasta confusa, en la extraña manera en la que parece combinar distintos personajes y escenarios en paralelo (la vida cotidiana de una tribu en Angola, una mujer europea siendo amenazada en su casa por soldados locales), luego de eso NAÇÃO VALENTE va clarificándose a sí misma, ofreciendo un relato más legible. De todos modos sus temas se anticipan en una escena en la que un soldado portugués y una mujer local tienen una escena de sexo que termina de un modo brutal, a partir del arma en cuestión, primera conexión que la película hace entre la violencia sociopolítica y la sexual.

Luego el relato se fijará –siempre en ese modo seco, formalista, distanciado y tan propio de muchos directores del cine portugués– en un comando de soldados apostados en ese lugar, preparándose para conflictos y batallas, liderados por un denso y calvo capitán con cara de pocos amigos. Los curiosamente muy jóvenes soldados –todos con aspecto de modelos publicitarios, en una de las «picardías» del film que cobrarán sentido sobre el final– le obedecen mientras entrenan al punto de tener que lidiar violentamente con algunas situaciones internas.

Pero el conflicto principal que se presentará no tendrá nada que ver con la guerra convencional. Sin salir del campamento, los soldados recibirán la visita de una «bailarina exótica» (Anabela Moreira), una mujer que danza frente a la mirada extasiada de los chicos para luego ofrecer sus servicios, uno por uno. Pero las cosas –de vuelta, tommy guns mediante– se volverán a complicar de una manera inimaginable. Y ese acto violento abrirá una literal puerta a una realidad inesperada, al menos para estos soldados que parecen estar perdidos en el tiempo y en el espacio.

Una reflexión sobre el colonialismo como modelo eterno de dominación utilizando recursos narrativos que recuerdan el caso del soldado japonés Hirō Onoda (acá hay detalles sobre esta particular figura pero pueden funcionar como spoilers) y hasta el de tradiciones más cercanas al cine de terror, NAÇÃO VALENTE –título que hace referencia a una frase del himno portugués— va volviéndose más misteriosa y fantástica con el correr de los minutos, más cerca de un relato de David Lynch que de una película convencional sobre un pelotón de soldados portugueses en Angola en los años ’70. En el tono uno puede notar influencias formales de colegas como Miguel Gomes (TABU, especialmente) o João Pedro Rodrigues, pero el cine de Conceição es su propia criatura, lleva su firma.

Es que, convengamos, de convencional la propuesta no tiene casi nada. No solo por su inesperada estructura narrativa sino también por el uso del tiempo dramático, el estilo actoral y la fotografía de pictórica belleza cuidada hasta el milímetro (el DF es Vasco Viana, de MONTANHA y LA FABRICA DE NADA), entre otros elementos. Es un film que requiere paciencia, especialmente porque nada parece indicar en su primera media hora las extrañas derivaciones formales y narrativas que tendrá. Pero esa «paciencia» tiene su recompensa. Para su última media hora, NAÇÃO VALENTE se habrá convertido en un subyugante relato acerca del poder, la violencia y cómo se sostienen de distintos modos a lo largo del tiempo.