Festival de Venecia 2022: crítica de «Princess», de Roberto De Paolis (Orizzonti)

Festival de Venecia 2022: crítica de «Princess», de Roberto De Paolis (Orizzonti)

por - cine, Críticas, Festivales
31 Ago, 2022 11:32 | Sin comentarios

El film italiano que abre la competencia de Orizzonti se centra en las experiencias cotidianas de una inmigrante ilegal nigeriana que se prostituye en los bosques de las afueras de Roma.

Las experiencias de una joven nigeriana llamada Princess que está en Italia ilegalmente y trabaja como prostituta en los bosques y las rutas de las afueras de Roma son el eje de este film amable pero un tanto paternalista centrado en las incomodidades y los sufrimientos que vive la protagonista pero también en ciertos momentos de afecto y camaradería que aparecen en el camino. PRINCESS es un drama que se apoya en un elenco de actores no profesionales (el grupo de prostitutas africanas y algunos de sus clientes ocasionales) junto a algunos un tanto más reconocidos que tienen roles de mayor importancia y peso en la vida de Princess y sus amigas.

Todo empieza mostrando de manera directa el día a día de Princess (Glory Kevin) parando clientes al costado de la ruta y muchas veces siendo estafada o manoseada. Cuando no sucede nada fuera de lo común, la chica se sube a los autos o se mete con los clientes en medio del bosque para ganarse sus dineros. No es la única: es un pequeño grupo de chicas las que hacen lo mismo, viven juntas en una casa que parece surgir en medio del bosque y lidian con personajes de todo tipo. Desde camioneros maltratadores a ancianos alcohólicos pasando por tímidos cuarentones, algún taxista agresivo y así.

La chica, que tiene 19 años, solo parece preocupada por su dinero y le hace frente a cualquier cosa. Parlanchina, de buen ánimo, suele reírse con sus compañeras cuando no está mirando su celular o lidiando con un cliente en su mezcla de italiano y su particular broken english, mezcla de dialecto de su país con términos en inglés. La chica trata de no hacerse problemas por nada (ni aún cuando tiene algunas experiencias incómodas) y dice que es capaz de hacer su trabajo sin sentir dolor por algún tipo de «cambio de cuerpo» que le hicieron en Nigeria, trasladando sus molestias y dolores a otra mujer.

Durante gran parte de su metraje, PRINCESS irá acumulando situaciones diversas, muchas de ellas incómodas y molestas pero ninguna en apariencia demasiado severa. Además de los encuentros y negociaciones de dinero con potenciales clientes, otro buen rato se pasará viendo y escuchando a las chicas hablar y discutir, comer –lo que encuentran o lo que pueden comprar–, festejar el cumpleaños de una de ellas por las calles de Roma o hablar de sus familias en Nigeria y de sus reclamos económicos.

En algún momento, sin embargo, iremos viendo que uno de los hombres con los que se cruza Princess en su trabajo cotidiano empezará a tener cierto peso en su vida. Se trata de Corrado (Lino Musella, de LA MANO DE DIOS y muchos otros films), un hombre amable y un tanto solitario que no quiere tener nada que ver sexualmente con la chica y que anda por el bosque paseando a su perro o recogiendo funghi para hacer sus pastas. Ella le insistirá en tener sexo, pero él solo querrá charlar y luego, de ser posible, invitarla a comer algo y a pasar un tiempo juntos. Princess no entiende bien la propuesta y duda si aceptarla o no.

El formato casi de fábula que tiene la película ya está presente de entrada, desde los créditos iniciales, pero se irá volviendo un tanto excesivo cuando la presencia de Corrado se vuelva constante. Y no por las situaciones en sí (algunas conversaciones, paseos o «discusiones» entre ambos son divertidas) sino por la idea que la recorre: que este tipo de personajes necesitan a un buen hombre –romántico, enamoradizo y en apariencia bienintencionado– que las «salve». Y si bien no todo conducirá hacia ese destino, hay algo en la estructura de esa relación que resulta un tanto molesto.

PRINCESS por lo general le escapa a caer en ese problema gracias al carisma de su protagonista, una chica que no parece tener otra opción para sobrevivir que prostituirse y lo hace, literalmente, poniéndole el cuerpo e intentando seguir con su vida como si nada pasara. De Paolis no carga las tintas de entrada sino que va de a poco dando a entender que esa fábula es, como CAPERUCITA ROJA u otras historias de este tipo, bastante más oscura de lo que parece en un principio.