Estrenos online: crítica de «Revancha ya», de  Jennifer Kaytin Robinson (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Revancha ya», de  Jennifer Kaytin Robinson (Netflix)

Dos chicas quieren vengarse de sus respectivos «torturadores» en una escuela secundaria y deciden intercambiar víctimas para evitar ser descubiertas. Con Camila Mendes, Maya Hawke y Sarah Michelle Gellar. Estreno de Netflix.

El clásico de Alfred Hitchcock EXTRAÑOS EN UN TREN –también conocido como PACTO SINIESTRO— sirve como modelo para un film que nada parece tener que ver con ese relato de suspenso. Es que REVANCHA YA es una comedia adolescente de colegio secundario, un género muy alejado de ese tipo de tramas pero que quizás, en el fondo, no lo esté tanto. Es que es un escenario que se presenta especial para intrigas, misterios, mentiras, trampas e intentos de asesinato, aunque ese «crimen» sea más que nada social, de reputación.

El esquema de la película de Hitchcock es el siguiente: dos personas que desean matar a otra se cruzan los crímenes para no despertar sospechas. El pacto que se hace en ese tren es que uno matará al que quiere asesinar el otro y viceversa. Así, esperan, será mucho más difícil encontrar a los respectivos culpables. Aquí Drea Torres (Camila Mendes) es una popular chica de una exclusiva escuela que es «incendiada» públicamente cuando un video sexual que ella le envía a su novio Max (Austin Abrams) aparece online y todos lo ven. El niega haber sido responsable, pero ella está segura que fue él y quiere arruinarlo.

En paralelo, Eleanor (Maya Hawke) quiere hacer lo propio con Carissa, otra chica de la escuela, una que le gustaba pero que se burló de ella años atrás y la convirtió en paria social. Y ahí sale la idea que Hitchcock tomó de la novela de Patricia Highsmith: Eleanor se dedicará a conquistar y arruinar a Max mientras que Drea hará su parte con Carissa. O, al menos, ese es el plan. Drea cree que Eleanor lo tendrá fácil ya que los chicos caen rápidamente en las trampas de las mujeres, pero el muy bien «conectado» Max prueba ser muy resistente a los ataques que intentan destruir su reputación. En realidad es Drea la que resuelve su asuntillo, en principio, rápidamente, ya que la agresora de Eleanor es una víctima bastante fácil.

Pero, en realidad, todo lo organizado esconde planes más complicados, traiciones sobre traiciones y sospechas varias, ya que muchos de esos «crímenes» de reputación que hay en el mundillo de esta escuela son peores que un asesinato hecho y derecho. Con un guión ingenioso, dos protagonistas que entienden muy bien el tono de comedia casi negra, diálogos precisos y ácidos y una trama que –si bien se estira más de la cuenta– tiene inteligentes giros y vueltas de tuerca, Robinson logra una comedia teen pasada de rosca y muy divertida.

Es una combinación entre el tipo de film adolescente que se hace hoy (se habla de la presión de las redes sociales y la fluidez sexual, por ejemplo) con el que prevalecía en los ’90 y 2000, con ejemplos claros como CHICAS PESADAS o NI IDEA, al punto de tener a la mismísima Buffy, la cazavampiros, Sarah Michelle Gellar, como la directora del colegio. Tiene ese colorido excesivo, ese tono pasado de rosca y esa malicia refinada que hoy parece olvidada en los tiempos de crueldades más bestiales a la manera de EUFORIA y similares.

REVANCHA YA es liviana, orgullosamente exagerada, y pese a que se mete con asuntos densos (especialmente para las chicas de esa edad), el tono jamás abandona el coqueteo con el absurdo y el juego. En algún momento, los enredos dramáticos propios del thriller que la película adopta se volverán un tanto excesivos para lo que Robinson plantea como idea, pero más allá de esa dificultad para cerrar su trama la película funciona muy bien dentro del tono que busca.

Y las protagonistas –especialmente la hija de Uma Thurman y Ethan Hawke, que es parte de la realeza hollywoodense– captan perfectamente lo que se les pide: ser parte de un juego que puede ser cruel, pero en el que lo principal siempre es que la ropa y los peinados sean los adecuados. Lo demás, se sabe, puede ser secundario. Una mala elección de vestuario es una condena de por vida.