Festival de Biarritz 2022: crítica de «Alis», de Clare Weiskopf y Nicolas Van Hemelryck

Festival de Biarritz 2022: crítica de «Alis», de Clare Weiskopf y Nicolas Van Hemelryck

por - cine, Críticas, Festivales
28 Sep, 2022 05:53 | Sin comentarios

Este documental colombiano premiado en la Berlinale 2022 se centra en las particulares entrevistas que se le realizan a adolescentes que viven en una institución para chicas cuyas familias no pueden cuidarlas.

Ganadora de varios premios en el Festival de Berlín 2022, donde se presentó en el marco de la sección Generations, ALIS es un particular y emotivo ejercicio documental realizado en una institución para adolescentes cuyas familias no pueden cuidarlas. En La Arcadia hay desde chicas un tanto más problemáticas –o eso parece– a las que viven allí por el descuido, la negligencia o los problemas que atraviesan sus familias. Pero el documental no explora el lugar en un sentido amplio sino que se centra en una quincena de estas chicas para tratar de indagar sobre sus vidas, sueños, miedos e ilusiones a través de unas entrevistas que son un tanto particulares.

So bien el formato, durante buena parte de sus 84 minutos, podría parecer el del llamado «talking heads interviews», en realidad la propuesta es muy distinta. Está claro de entrada que las chicas le hablan a la directora –hay diálogos propios de los preparativos– y la puesta en escena de las conversaciones le escapan a las formas televisivas. Además, no siempre sabemos los nombres de cada una de las que hablan. Pero lo principal no pasa por ahí sino por el juego que los directores le proponen a las chicas y que consiste en imaginar un personaje, al que los realizadores llamas «Alis» (una versión de «Alice», digamos) y dotarlo de características, una historia, sueños, problemas, ilusiones, miedos, pasados y varios etcéteras.

Es un claro dispositivo casi psicoanalítico para que las chicas puedan expresar sus miedos y sus vivencias sin sentirse invadidas ni cerrarse ante el intento de conocer sus propias historias. En este juego de crear un falso personaje al que «llenar» de experiencias de vida, las chicas van revelando un mapa de miedos, dolores, sinsabores y también alegrías e ilusiones que las acompañan a lo largo de sus dificultosas adolescencias.

Hay mucho momentos, comentarios y situaciones emotivas que vuelven fuerte y conmovedora la experiencia, más allá de que visualmente por momentos se vuelva un tanto monótona. Para salir de eso ayudan unas escenas sueltas en el exterior del lugar, muchas de ellas con las chicas bailando y conversando, completando el panorama de la situación en la que viven y sumándole otro tipo de transmisión menos verbal y más físico-sensorial.

ALIS tiene algo del cine de Eduardo Coutinho en esa decisión formalmente rigurosa de entrevistas en las que la invención y el juego están permitidos. Y, a diferencia de algunos otros films de ficción colombianos premiados este año en muchos festivales internacionales, jamás se vuelve condescendiente y mucho menos miserabilista. No hay una épica de la miseria vista desde afuera con ojos de entomólogo. Hay un deseo, una necesidad casi, de que sean las propias voces de los personajes los que expresen sus verdades. La tal «Alis», como concepto, solo está allí para ayudarlos a soltarse.