Festival de San Sebastián 2022: crítica de «Runner», de Marian Mathias (Competencia)
Esta pequeña y sentida película se centra con una joven que lidia con las consecuencias de la inesperada muerte de su problemático padre.
Breve y pequeña, oscura de toda oscuridad, RUNNER es una sencilla y dolorosa película que observa las consecuencias que la muerte de un padre tiene en una joven de un pueblo chico pero tan chico que por momentos parecen ser una docena todos sus habitantes. Haas (Hannah Schiller) vive con su padre, un curioso personaje de esos que oscilan entre el delito, la religiosidad y el alcohol: un «chanta» con pretensión de gurú, diríamos acá. Y uno que encima tiene deudas de todo y con todos.
En granulosos 16mm. y con una fotografía tan desaturada que los personajes parecen vivir en el peor de los climas posibles, Mathias cuenta algunos momentos en la vida de Haas, lidiando con el presente y con el difícil futuro que se le presenta, en un pueblo de Missouri. En una época y lugar tan desamparados que podría ser tanto 1950, 1970 como anteayer, Mathias va tejiendo los encuentros y desencuentros de esta chica, que no se caracteriza por su elocuencia, con personajes como Will (Darren Houle), otro joven con problemas que se cruzará en su camino y que la acompañará en un boceto de viaje.
Dentro del minimalismo que maneja esta película europea filmada en Estados Unidos y con personajes norteamericanos, RUNNER se ubica en una zona equidistante entre el primer Terrence Malick y la película indie de los ’90 sobre jóvenes taciturnos y solitarios en pueblos chicos donde no hay esperanza posible en el horizonte. Y ese encuentro, discreto pero significativo, es quizás lo único de luminoso que hay en esta triste, lúgubre pero muy realista y creíble opera prima que compite, quizás un tanto sorpresivamente, en San Sebastián.
Visualmente muy cuidada (casi cuadrada en su formato) y con una elegancia sucia que no esconde su precisión formal, RUNNER es una película acerca de esas relaciones posibles que se rememoran de un modo valioso por eso que significaron en su momento. Un encuentro entre almas perdidas, un paseo en bicicleta y la posibilidad de que el pozo en el que uno está metido tenga un final desde el cual empezar a reconstruir la idea de una vida.