Estrenos online: crítica de «Togo», de Israel Adrián Caetano (Netflix)
Esta película rodada en Montevideo por el director de «Un oso rojo» cuenta la historia de un veterano cuidacoches y una adolescente que se enfrentan a una banda de jóvenes que los amenazan. Estrena Netflix el 5 de octubre.
Una especie de pariente lejano del Clint Eastwood de estas últimas décadas, Togo es un hombre solitario con problemas y traumas del pasado que trata de lidiar, a su manera old school, con un mundo que cambia adelante suyo. Esta película filmada y producida íntegramente en Uruguay por el realizador de UN OSO ROJO para Netflix es un western urbano, una historia de familia rotas y recompuestas además de un medianamente entretenido thriller en el que una peligrosa pandilla narco de un barrio de Montevideo se topa con un enemigo impensado.
Ese enemigo es el Togo (Diego Alonso, de OKUPAS), un hombre veterano, canoso, rengo y que vive en la calle, literalmente abajo de un árbol. Se autodenomina el «dueño» de la calle en la que vive. Ahí, acomoda autos en la entrada de un supermercado y las casas de alrededor, controla quien anda metiéndose en la zona, saluda a los vecinos (a veces les lava sus autos) y funciona como una suerte de «vigilante urbano» querido por los de la cuadra. Pero no parece ser capaz de hacerle frente a una bandita que, en la calle de al lado, empieza a acercarse peligrosamente hacia su sector.
El problema de Togo con ellos pasa por mantener el control de la cuadra (que también genera un mínimo beneficio económico y hasta un curioso lugar para dormir), pero también por mantener alejados a estos chicos que trabajan para un narcotraficante, cargan armas y tienen modos mucho más violentos de manejarse en la calle. Y los pibes se le acercan y le dejan en claro que la única opción que aceptan es que se una a su negocio o que «se pire».
El otro eje de la trama, el drama humano, pasa por la relación que Togo establece con Mercedes (Catalina Arrillaga), una chica que un día aparece en su zona tras una noche complicada. Es claro que la chica está huyendo de su casa y quiere aprender de Togo el oficio. Y el hombre, pese a sus resistencias iniciales, termina adoptándola como una especie de hija, algo que cobrará peso cuando conozcamos las historias personales de ambos, sus conflictos familiares, además de los errores y arrepentimientos del pasado de parte de Togo.
Caetano sigue una fórmula clásica casi al pie de la letra. TOGO es una historia de segundas oportunidades, de familias sustitutas, también un coming of age para la chica y un policial de baja intensidad con un par de escenas violentas desparramadas a lo largo de los poco más de 90 minutos del film. Con recursos formales claros y sencillos, sin pirotecnia visual alguna, siguiendo «los manuales» de construcción narrativa de tantos films de este tipo (de vuelta, el Eastwood post-LOS IMPERDONABLES funciona como una suerte de faro), Caetano construye en TOGO una película clara, accesible, que funciona mejor en su costado humano que por el lado del thriller.
Es una historia de dos aparentes perdedores, que no parecen tener muchas chances de sobrevivir ante un grupo de adolescentes «sin códigos» que los atacan violentamente, pero –como corresponde al género– este hombre mayor y lisiado, y esta chica sin ninguna experiencia en la vida callejera demostrarán no solo habilidad para lidiar con las amenazas sino que construirán una inesperada relación que cruza lo generacional, lo social y lo económico. Un thriller clase B, modesto y efectivo, que funciona con los elementos nobles y genuinos del género en esa versión rioplatense en la que el director de EL OTRO HERMANO y BOLIVIA viene ya trabajando hace más de dos décadas.