Series: crítica de «Playlist», de Luke Franklin (Netflix)

Series: crítica de «Playlist», de Luke Franklin (Netflix)

Esta miniserie de ficción sueca cuenta la historia del nacimiento de Spotify, la popular y controvertida plataforma de streaming musical que revolucionó la industria discográfica. Estreno de Netflix.

Sumándose, desde Suecia, a la moda de series sobre los ascensos y, en algunos casos, caídas de varias de grandes empresas que surgieron gracias a internet (hay otras sobre Uber, Theranos o WeWork), PLAYLIST cuenta la historia de Spotify y de cómo cambió el negocio de la música en la última década. Es una serie sueca porque, bueno, la compañía es sueca y lo más sensato es contar la historia desde las especificidades de la cultura de ese país, que tiene bastantes diferencias con la estadounidense a la que estamos acostumbrados en este tipo de relatos. La serie no es demasiado buena ni sutil pero es lo suficientemente clara y entretenida como para que los espectadores puedan hacerse un pantallazo de cómo fue ese giro radical en la industria discográfica.

Daniel Ek (Edvin Endre) es un programador que es rechazado por Google por no tener un título universitario a mediados de los 2000, pero con su talento logra armar una compañía de venta de publicidad vía algoritmos, vendérsela a una empresa más grande dedicada al tema y lograr algo más importante que los diez millones de dólares que le pagaron: la admiración y la amistad de Martin Lorentzon (Christian Hillborg), un inversor en este tipo de empresas que quiere seguir haciendo negocios con él. Y cuando Martin le pregunta qué quiere hacer al más retraído Ek, a Daniel se le ocurre la idea de armar un servicio de streaming musical.

La serie se dividirá en seis episodios con seis perspectivas diferentes sobre la misma historia, con los últimos dos llegando hasta el presente y aún más allá, a un hipotético futuro cercano. Tendremos la historia según Ek, según el desconfiado presidente de Sony Suecia, según la persistente abogada de Spotify que negoció los derechos de la música, según el inflexible programador principal de la plataforma, según el intenso Lorentzon y según una cantante, vieja amiga de Daniel, que liderará más adelante un reclamo por un mejor pago a los artistas. Pero quizás, más que la historia en sí (que no le escapa a las idas y vueltas típicas de las start-ups y los llamados «unicornios» digitales), la serie sirve para hacer un repaso de los cambios en la industria discográfica.

Spotify aparece en medio de la primera década del siglo en la que las discográficas estaban en caída libre más que nada a partir de la piratería digital. Si bien fueron varios los sitios de descarga que se popularizaron en esa década (Napster, Kazaa, Soulseek, etcétera) o las descargas directas, la serie se enfoca en Pirate Bay, también creada por suecos. Lo que Ek propone, en medio de la controversia generada por la piratería (muy apoyada en un país con una fuerte movida anticapitalista como lo es, o era, Suecia), es un sitio mejor en términos técnicos para escuchar música, que sea inmediata y sin necesidad de descarga. El tema de los derechos no parecía ser lo más preocupante entonces.

Pero ese se iría a transformar en el tema central de la prehistoria de Spotify y de la serie: las negociaciones entre la plataforma de streaming y las discográficas, que no querían saber nada con modelos de negocios como ése (la idea de música gratis los enfurecía), por más que obtuvieran parte de las ganancias publicitarias con las que originalmente se organizó el concepto. La serie lidiará con esos debates, con los problemas internos que eso conllevó (algunos eran más radicales y otros más negociadores dentro de la compañía), con las exigencias de Ek ligadas a que la plataforma sea instantánea (las discusiones técnicas son las más interesantes) y con los problemas personales entre los protagonistas, que irían cambiando con el correr de los años y el crecimiento de la empresa.

PLAYLIST –que se basa en el libro de no ficción Spotify Untold, de Sven Carlsson y Jonas Leijonhufvud– pasa casi por completo de largo la etapa de consolidación de la empresa y tras cuatro episodios dedicados a los inicios (fines del 2000) salta varios años hacia adelante a analizar las controversias de los últimos tiempos, especialmente las que tiene con los artistas, ya que la mayoría de ellos reciben migajas por sus canciones disponibles allí. Ninguno de los temas es analizado a fondo (hay notas periodísticas y libros muy interesantes sobre los cambios de la industria discográfica en el siglo XXI) y lo que hace THE PLAYLIST es, más que nada, un repaso de esa transición de lo analógico a lo digital que también se vivió en el periodismo, la literatura, el cine y la televisión. Todavía, como deja en claro el extraño último episodio, el asunto no está para nada resuelto y hay muchas aristas sin resolver. De hecho, será interesante ver cuando alguna otra plataforma cuente la historia, por ejemplo, de Netflix. ¿En un podcast de Spotify quizás?