Estrenos online: crítica de «Los descendientes del Clotilda», de Margaret Brown (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Los descendientes del Clotilda», de Margaret Brown (Netflix)

Este documental estrenado en Netflix se centra en los intentos de una comunidad afroamericana de encontrar los restos del barco que trajo a sus antepasados esclavizados desde Africa Occidental. Fuerte candidato al Oscar.

Hay dos películas en una en DESCENDANT. Las dos tienen el mismo tema central pero se ocupan de distintas consecuencias. El origen fue un barco de esclavos, el Clotilda, que le da el más prosaico y directo título en castellano a este documental que pasó por el Festival de Sundance y que es hoy un fuerte candidato a ser nominado al Oscar en esa categoría. La embarcación en cuestión llegó a un puerto cerca de Mobile, Alabama, procedente de Africa Occidental –lo que hoy sería Benin– en 1860, época en la que los transportes de personas bajo el sistema de esclavitud estaban prohibidos hacía tiempo, por lo que se considera a ese barco –en realidad, a sus dueños– como uno de los últimos en cometer ese delito.

Eso pareció no importarle en su momento a Timothy Meaher, el dueño del barco y de muchas tierras y propiedades en la zona. Esas 110 familias llegaron poco antes de que la esclavitud fuera abolida del todo, en 1865, por lo que la mayor parte de sus vidas fueron libres. Muchos siguieron viviendo en el lugar en el que llegaron, pequeño pueblo portuario conocido ahora como Africatown. Y DESCENDANT los encuentra en pleno proceso por tratar de encontrar los restos de esa embarcación y recuperar parte de su historia.

La película tiene ahí uno de sus ejes. Saber qué pasó entonces, contar la historia de las familias, leer un libro de memorias escrito por Cudjoe Lewis –el último sobreviviente del Clotilda– en la década de 1930 pero inédito hasta 2018 y, fundamentalmente, montar un operativo para encontrar esos restos, con el apoyo de organizaciones sociales y especiales en exploraciones submarinas, la negación a dar información por parte de los descendientes de Meaher y la formal colaboración de una alcaldía que entiende que quizás allí pueda haber algún tipo de negocio, de aprovechamiento comercial.

Ese ejercicio de la memoria, teñido también de justos reclamos de dinero por reparaciones históricas y un tanto más dudoso intento por transformar al pueblo en una suerte de punto turístico sobre el tema, se mezcla con otra historia a la que la película le da menos tiempo pero que, para mí al menos, es igual o más fuerte. La ciudad de Africatown, de bajos recursos, está rodeada hace muchas décadas de fábricas contaminantes y decenas de esos descendientes han muerto o enfermado de cáncer desde que están ahí. La investigación de ese tema –menos épica y nostálgica, más dura y cruenta– deja en claro que la esclavitud siguió existiendo más allá de las leyes, segregando económicamente a toda una comunidad a vivir en condiciones precarias, contaminadas y potencialmente mortales.

Brown elige enfocarse en lo otro porque, es cierto, es más atractiva y emotiva la búsqueda de un navío perdido, las emociones que genera lo que va sucediendo de ahí en adelante y lo que eso puede producir en los habitantes del pueblo en lo que respecta a la recuperación (y, digamos, puesta en valor) de la memoria histórica que observar tasas de contaminación y muerte. Pero tengo la impresión que la verdadera película –la pura y dura, la que no se deja «contaminar» por las discusiones respecto al reparto del dinero en la comunidad y el súbito regreso de empresarios y políticos blancos cuando se dan cuenta que pueden también sacar provecho de las novedades– pasa por esa esclavitud constante, la económica y sanitaria, en la que los habitantes de Africatown siguen enredados.

La película se apoya en entrevistas, reuniones grupales, recorridos por la zona, lecturas del libro, consideraciones históricas e investigaciones periodísticas. Y logra conmover desde el sufrimiento de familias que recién ahora pueden reconocerse en función de su propia historia. LOS DESCENDIENTES DEL CLOTILDA se enlaza con una serie de películas acerca de la identidad y la historia de los pueblos y razas marginadas en los Estados Unidos. Y al rearmar la historia de ese pueblo, funciona casi como una película sobre una victoria. Pero la gran derrota sigue ahí, presente, echando humo sobre sus cabezas y asegurándoles una triste muerte temprana a muchos habitantes para los que ya cualquier cambio llega demasiado tarde.