Estrenos online: crítica de «Mi policía», de Michael Grandage (Amazon Prime Video)

Estrenos online: crítica de «Mi policía», de Michael Grandage (Amazon Prime Video)

Este drama inglés se centra en un curioso triángulo amoroso entre una mujer y dos hombres en la represiva Inglaterra de los años ’50. Con Harry Styles, Emma Corrin y Rupert Everett. Estreno de Amazon Prime Video.

Un hombre mayor ha tenido un accidente cerebro vascular (ACV) y queda al cuidado de una mujer a la que hace mucho que no ve. Ella lo recibe, lo ubica en el cuarto principal de la casa y lo ayuda a moverse y a comer. El problema es que su marido no quiere saber nada con la presencia del hombre allí. ¿Que historia del pasado motiva los curiosos comportamientos de los personajes? MI POLICÍA contará, fundamentalmente, esa historia. La de un triángulo amoroso poco convencional en la Inglaterra de los años ’50.

Inspirada en la vida del escritor EM Forster, adaptada por Ron Nyswaner (FILADELFIA) de la novela de Bethan Roberts y dirigida por el realizador de GENIUS y reconocido director teatral Michael Grandage, MY POLICEMAN está narrada desde el punto de vista de Marion (Gina McKee de grande; Emma Corrin, de más joven), la mujer que al recibir al enfermo recuerda la relación entre los tres, enmarcada en las represivas políticas británicas contra la homosexualidad de aquella época. El recién llegado es Patrick (Rupert Everett de grande y David Dawson, de joven), un curador del museo de Brighton, ciudad en la que los tres viven. Y el marido es Tom, el policía que da título al film, encarnado en el presente del relato (los años ’90) por Linus Roache y, en el pasado, por Harry Styles.

En los ’50, la tímida Marion inicia una relación con un amable policía local que parece avanzar lentamente. La pareja vive siempre en contacto con Patrick, curador del museo local, un conocido de Tom, más sociable y culto, que conecta rápidamente con Marion, deseosa de aprender. Los lleva a museos y a conciertos de música clásica, cosas que interesan a ella más que al simple policía. Pero de a poco vamos notando que también se ocultan cosas en la relación entre los hombres, algo que en el presente Marion parece ir descubriendo a través de la lectura de los diarios de Patrick.

A la par la película va contando los avances de la relación en ese presente, que no son muchos, ya que Tom se resiste siquiera a ver a Patrick, cuya invalidez y toscos modales incomodan también a Marion. Pero, en paralelo a lo que se cuenta en el pasado –en el que las tensiones crecen y no es fácil mantener un tipo de relación que hoy podría calificarse como poliamorosa-, las cosas empezarán a cambiar también en el presente.

De formato clásico, típicamente británico (no solo por lo que cuenta sino por cómo se lo cuenta), la película posee algo del cine de James Ivory o de mucha literatura británica que lidia con romances silenciosos, especialmente en relación a la represión que había entonces con la homosexualidad, que incluía cárcel además de desprestigio social. Por eso los personajes eran obligados a llevar dobles vidas, secretos e hipocresías varias, sin asumir nunca sus verdaderos deseos sexuales.

Son esas leyes, fundamentalmente, las villanas de turno aquí, las que llevan a los personajes a complicar su relación a lo largo del tiempo y hasta a actuar de modos entre crueles y desagradables. Dentro del formato clásico, hasta antiguo, que propone la película desde lo formal llaman la atención las intensas escenas de sexo entre algunos de los personajes (otras, no lo son tanto), en las cuales participa Styles, cada vez más sólido como actor. Toda la represión que la película presenta en el resto de sus escenas desaparece ahí, en los momentos en los que la pasión se libera de esos límites y cuidados.

Sobria y delicada, claramente no pensada como un producto comercial para los millones de fans de la estrella pop (es más bien, por su tono y propuesta estética, una película para un público más veterano en edad), MI POLICÍA funciona como un emotivo repaso de una época dura en la que no todos podían dar a conocer públicamente sus emociones y su sexualidad sin temor a represalias.

En el personaje de Marion todos estos sentimientos están representados, lo mismo que el cambio de época. Lo que décadas atrás era para ella miedo, fastidio e hipocresía luego se convertirá en empatía y comprensión. Faltaba mucho, en los ’90 todavía, para barrer del todo con esos problemas y esa marginación, pero la sociedad (y no solo la británica) ya estaba empezando a cambiar. Y esa es la transición que narra esta bella, cuidada y discretamente emotiva película británica.