Estrenos online: crítica de «El amante de Lady Chatterley», de Laure de Clermont-Tonnerre (Netflix)

Estrenos online: crítica de «El amante de Lady Chatterley», de Laure de Clermont-Tonnerre (Netflix)

Esta adaptación de la censurada novela de D.H. Lawrence tiene como protagonistas a Emma Corrin y a Jack O’Connell interpretando a dos apasionados amantes. Estreno de Netflix.

La última novela escrita por D.H. Lawrence, EL AMANTE DE LADY CHATTERLEY, fue durante muchos años más famosa por las controversias que generó que por otra cosa. Décadas atrás, se la consideraba una novela de «alto contenido erótico» y había sido prohibida en varios países. Escrita y publicada originalmente en 1928, la novela fue censurada, editada en una versión cortada y recién en 1960 se publicó completa, generando un éxito editorial inmediato: se vendieron 200 mil copias en tan solo un día. A la vez, su publicación generó un juicio por obscenidad en Gran Bretaña que ganó la casa editora Penguin y que, se asegura, abrió las puertas a que los autores pudieran tomarse mayores libertades en sus libros, algo que también se reflejó en otras artes. No fue el único lugar en el que la novela estuvo prohibida o censurada (Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón e India fueron otros países en los que tuvo inconvenientes) y, a través de todos esos procesos, el libro en cuestión se ganó la fama de ser «sexualmente» provocativo. Acá en la Argentina el «mito» llegó también.

Si bien se han hecho varias adaptaciones de la novela, la mayoría tuvo muy poca repercusión (las más conocidas son una versión francesa de 2006 dirigida por Pascale Ferran y una película inglesa para televisión de 2015) y otras fueron encaradas directamente a partir de su erotismo, como la que protagonizó Sylvia Kristel, la diva de EMMANUELLE, en 1981. Es así que esta adaptación de Netflix, dirigida por Laure de Clermont-Tonnerre (THE MUSTANG), es casi la primera versión cinematográfica mainstream y accesible de la célebre novela.

La dificultad planteada aquí estaba en ver si ese franco erotismo que tiene la novela, y que está cada vez menos presente en el cine contemporáneo, sobrevivía a su adaptación dentro del marco de la famosa plataforma de streaming. Y no solo se puede decir que sobrevivió –casi nada de lo que era escandaloso en los años ’30 lo es ahora, de todos modos– sino que la película funciona bastante bien, respetando los códigos de la novela pero sin exagerar ni tampoco disminuir ese «controvertido» contenido erótico. Quizás, tras el éxito de BRIDGERTON, la plataforma haya entendido que hay un mercado en producir historias de época cargadas de erotismo.

EL AMANTE DE LADY CHATTERLEY cuenta la historia de la «Lady» en cuestión, una joven de familia bohemia y de artistas llamada Constance Reid (Emma Corrin, que fue otra Lady, Di, en la cuarta temporada de THE CROWN) que se casa con el aristocrático Sir Clifford Chatterley (Matthew Duckett) en la Inglaterra de principios del siglo XX. Su marido se va al día siguiente de la boda a combatir a la Primera Guerra Mundial y vuelve en silla de ruedas. Y si bien no parece atravesar una depresión o algún tipo de síndrome post-traumático le deja en claro a su esposa que no quiere ni tiene interés en cualquier tipo de actividad sexual con ella. Pero como sabe que Constance quiere tener hijos, le hace una propuesta que anticipa el conflicto por venir: que tenga sexo con un hombre, en secreto (no quiere enterarse él ni que se comente en el pueblo) y, de quedar embarazada, dirán que el hijo es de ambos.

Al principio a regañadientes, Constance termina aceptando la «misión». Y pronto empieza a interesarse en Oliver (Jack O’Connell, de películas como ’71 y la serie SKINS), un hombre que trabaja en la finca de ellos, un tipo serio, trabajador, llamativamente (para ella) culto y que, al principio al menos, rechaza cualquier acercamiento de la «patrona». Pero en algún momento la resistencia se quiebra y ambos comienzan un tórrido affaire que pasa de lo sexual a lo romántico y que la realizadora francesa muestra con una bienvenida franqueza, una que parecía ya abandonada por el cine mainstream. Es lo que en otra época se habría considerado una película hot, con desnudos totales y escenas de un realismo sexual que permiten darle a la relación una intensidad que una postura más «medida» no hubiera alcanzado a transmitir.

A diferencia de la novela, la película deja en segundo plano los conflictos sociales y económicos que separan al trío protagónico y que marcan la época. Si bien están presentes y en un momento determinado de la trama son fundamentales para los giros de la historia y las decisiones de los personajes, el eje pasa fundamentalmente por la relación entre la «Lady» en cuestión y su amante. En el fondo, sí, aparecen las consecuencias de los cambios económicos: la llegada de la modernización que lleva a Clifford a querer echar empleados, los reclamos económicos de los trabajadores y la un tanto incómoda posición intermedia en la que se ubica la protagonista.

Fuera de eso, lo que Clermont-Tonnerre logra transmitir, mediante una cámara que siempre está cerca de los personajes y que vibra con la intensidad de su relación, es una inmediatez que saca a la película del típico relato de época. Y eso lo logra sin necesidad de agregarle excesivos «guiños» que la actualicen, ni desde la puesta en escena ni en la trama en sí, algo que parece repetirse mucho en las últimas adaptaciones de novelas «románticas» de la época, transformadas a veces a la fuerza en historias de empoderamiento. La fotografía del veterano Benoît Delhomme ayuda también a darle a la historia su potencia, no necesariamente desde los clásicos planos bonitos de la enorme finca familiar (su belleza es inevitable, pero aquí no se la subraya) sino desde la conexión y la intimidad que tiene con los protagonistas, especialmente en las escenas que hoy pueden considerarse como más «jugadas».

Sin ser una gran película –las historias de affaires prohibidos entre la esposa de un patrón y uno de sus empleados han sido usadas hasta el cansancio en cientos de películas, series y telenovelas–, esta versión de EL AMANTE DE LADY CHATTERLEY logra de todos modos ubicarse en un punto medio entre el cine de qualité y la película erótica convencional. En eso ayudan los actores –Corrin, especialmente, tiene una actuación consagratoria– y hasta cierto punto la fama de la censurada novela, lo más parecido a una invitación a ver hasta qué punto los cineastas se animaron a respetar y poner en imágenes algunas de sus tan comentadas escenas que escandalizaron a los censores del libro. Sí, lo hicieron. Y si bien es improbable que alguien se escandalice hoy por un par de desnudos frontales y unas cuántas escenas de sexo, considerado los quizás excesivos cuidados que se tiene a la hora de mostrar ese tipo de situaciones en el cine, la apuesta se agradece.