Estrenos online: crítica de «Trol», de Roar Uthaug (Netflix)
Esta película de acción y suspenso de Noruega toma la fórmula de «Godzilla» y «King Kong» y la aplica a las míticas criaturas del folclore escandinavo conocidas como «troles». Estreno de Netflix.
En algún punto equidistante –y escandinavo– entre las sagas de KING KONG, GODZILLA y JURASSIC PARK existe TROL, una película que nada tiene que ver con esas cuentas agresivas de las redes sociales pero que pueden ser aún más pesadas y complicadas de eliminar. Utilizando un personaje de la mitología nórdica –la misma de la que bebió J.R.R. Tolkien para las similares criaturas que existen en el universo de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS–, este film noruego del realizador que, tras el éxito de LA ULTIMA OLA, probó suerte en Hollywood con TOMB RAIDER, no la pasó bien y se volvió a su país, vuelve a construir un relato clásico que bebe de esas fórmulas a esta altura internacionales y le agrega algo de «color local».
Se trata de un ejemplar de cine de acción y aventuras –con algo de «catástrofe»– que no se aleja de los formatos conocidos pero los reduce a su mínima expresión. Esto es: alivianando la trama hasta dejarla centrada en sus motivos más específicos y reemplazando con humor y algo de ingenio lo que no se puede pagar en grandes efectos especiales. De todos modos, para tratarse de una producción noruega que debe costar una décima parte de lo que sale un film similar hecho en los Estados Unidos hay que decir que se las arreglaron muy bien para salir del paso y producir una bastante creíble película de criaturas monstruosas.
A Nora Tidemann (Ine Marie Wilmann) su padre Tobias (Gard B. Eidsvold) la educó en la fascinación por la naturaleza pero también en la creencia de que existen cosas fuera de toda explicación lógica. «No hay que ver para creer –le dice cuando es niña–. Hay que creer para poder ver». Ya adulta, Nora es una paleontóloga que priorizó el lado científico de la investigación y dejó de ver a su padre, que se volvió aparentemente loco y vive como un ermitaño en medio de la montaña. Ella busca restos de dinosaurios y acaba de descubrir uno que puede ser una revolución en la materia. De él, no se sabe mucho.
Pero algo más relevante sucede al mismo tiempo en otro lugar de Noruega. Un grupo de mineros construye un túnel en medio de una montaña pese a los reclamos de la gente del lugar, preocupada por la destrucción de los recursos naturales. Pero más enojado que los manifestantes parece estar algún tipo de criatura gigante que, literalmente, se lleva puesto a los mineros, a los manifestantes y al pozo en cuestión. ¿De qué se trata? Convenientemente, nadie lo vio bien (todos perecieron en el evento) y los que investigan no logran explicarse qué pasó ahí.
Ahí se hacen presentes las autoridades del país que convocan, entre otros, a la tal Nora. Y después de ver algunos videos y tratar de entender qué sucedió, la mujer se da cuenta que algún tipo de criatura gigante provocó esa destrucción. Y si bien no quiere aceptar que puede tratarse del mítico «trol» del que su padre le hablaba (y cuya mitología pueden leer acá) empieza a sospechar que alguna conexión puede tener. Después de todo, esas huellas claramente no son de una criatura de tamaño normal ni reconocible.
Así comienza la imaginable aventura que, de un modo bastante directo y sin vueltas, narra Uthaug en TROL, una película cuya trama bien puede armarse con algún programa de inteligencia artificial que combine muchas otras películas de monstruos y criaturas gigantes que acechan una ciudad o todo un país. Están, por un lado, los que quieren atacarlo con toda la fuerza posible –aún arriesgando la vida de sus propios ciudadanos– y personas como Nora y los que están de su lado que tratan de «comprender» qué es lo que moviliza y qué es lo que teme el bicho para empezar por ahí.
Ese costado comprensivo, a lo «el monstruo de Frankenstein», que tiene la criatura, complejiza un poco la narración y le da, en definitiva, un toque actual a la historia, ya que como sucede en gran parte de estos films quizás las criaturas no sean las verdaderas culpables de los desastres naturales que se vienen ni, ya verán porqué, de la historia que los ha enojado tanto. Sin alejarse de esos parámetros y resolviendo las previsibles escenas con economía y efectividad aunque no demasiado brillo ni ingenio, TROL cumple con la tarea que se propone: hacer muy correctamente una película de Hollywood fuera de Hollywood, algo que una pequeña industria cinematográfica como la noruega también necesita para subsistir.