Series: crítica de «Traición», de Matt Charman (Netflix)

Series: crítica de «Traición», de Matt Charman (Netflix)

El nuevo director del MI6, la agencia de inteligencia británica, es sospechado de trabajar para los rusos en esta serie de espionaje británica protagonizada por Charlie Cox, Olga Kurylenko, Oona Chaplin y Ciaran Hinds. Estreno de Netflix.

De todos los géneros conocidos, tanto en el cine como en las series, las tramas de espionaje británicas suelen ser lo más parecido a un terreno seguro. Tanto en la literatura como en el audiovisual hay una larga y gran escuela en la materia así que, por lo general, los practicantes del género suelen hacer las tareas suficientes como para generar más y más productos en los que el MI5, el MI6, el Parlamento, los ministros, los espías rusos, la CIA y los sospechosos de siempre se mezclen con resultados por lo general interesantes. A veces, incluso, apasionantes.

Pero todo puede fallar y, como dicen los manuales, hay excepciones que confirman la regla. TRAICION es, en mayor o menor medida, una de ellas. No se trata de una serie impresentable ni totalmente «mala» al menos en lo que respecta a su construcción, a su guión (su creador es el coguionista de PUENTE DE ESPIAS), pero en términos de ejecución y de credibilidad es decididamente mediocre, fallida, pobre. Tiene una muy interesante premisa que sostiene el interés por un par de episodios pero luego se tuerce sobre sí misma de maneras cada vez más absurdas, convirtiendo a la segunda mitad de su historia (por suerte no es demasiado larga, son cinco episodios de 40-45 minutos promedio) en algo bastante poco creíble, con algunas escenas de acción que rozan el ridículo.

Para llegar allí, TRAICION construye una trama de traiciones y doble traiciones, de no saber quién juega contra quién, porqué, cómo y desde cuándo, que promete ser rica en intrigas. Todo empieza cuando Sir Martin Angelis (el gran Ciaran Hinds), jefe máximo del MI6 es envenenado en un restaurante por Kara (Olga Kurylenko), una espía rusa que se hace pasar por camarera, y termina hospitalizado. Ese vacío de poder permitirá a Adam Lawrence (Charlie «Daredevil» Cox), el segundo de Angelis, tomar el control de la agencia. Pero a la vez despertará las sospechas: ¿será que Lawrence trabaja junto a Kara y es un traidor a la patria, un agente «comprometido» que responde a intereses rusos? Entre ambos hay una historia en común de más de 15 años que parece dar a entender que esconden algo. Y la que de a poco empieza a sospechar que su marido anda en algo raro es Maddy (Oona Chaplin), su esposa.

En medio de las internas entre espías ingleses y rusos aparecerá la CIA con una agente llamada Dede (Tracy Ifeachor), una amiga de Maddy que le insiste que su marido no es quién dice ser, y políticos británicos que son chantajeados por la propia agencia de inteligencia, que parece tener sus propios intereses. Todo se complica más cuando Ella, una de las hijas de Adam y Maddy, es secuestrada. Y nadie sabe bien quién o quiénes son los responsables. Es claro que hay algunos que no están diciendo la verdad aquí pero es difícil descifrar quiénes son. No solo eso sino que la serie parece armada en función de lo que se suele llamar un «narrador poco confiable». Dicho de otro modo: no solo se mienten entre ellos sino que se le miente al espectador.

La promesa de TRAICION se va deshaciendo de a poco. Las escenas de suspenso y acción, los rescates y enfrentamientos están muy pobremente realizados y algo similar empieza a pasar con los diálogos: mediocres, explicativos, de pura exposición de trama para que el espectador no se pierda del todo. Tampoco los personajes –salvo el de Kara, bastante misterioso– parecen tener demasiada tela para cortar. Todo lo que les pasa es lo que el guión dice que les pasa. No hay mucho más ahí que ser un peón en un complicado juego de ajedrez en el que nadie parece tener una entidad más o menos real por fuera de la trama.

Lo que queda, entonces, es la trama y sus vueltas, que entretienen e intrigan durante un rato pero que se desvanecen cuando deben ser llevadas «al acto». Las mejores series británicas de espías, las herederas de John Le Carré y Graham Greene, no necesitan casi escenas de acción. Se construyen en base al suspenso que genera el combo entre la riqueza de los personajes y el ingenio de la trama. Un ejemplo así es SLOW HORSES, disponible ahora en AppleTV+. Los que hacen TRAICION creen que el público contemporáneo necesita algo más que eso (una dosis de peleas, disparos y persecuciones) y allí es donde se equivocan, porque es donde se le terminan de notar todas las costuras y la endeble construcción que la sostiene. Como un elaborado pero frágil castillo de naipes agitado por el viento, la serie allí se desmorona a la vista de todos.