Estrenos online: crítica de «Los crímenes de la academia», de Scott Cooper (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Los crímenes de la academia», de Scott Cooper (Netflix)

Un torturado detective alista a un joven poeta llamado Edgar Allan Poe para que lo ayude a resolver un complicado crimen que tiene lugar en una academia militar en 1830. Con Christian Bale, Harry Melling, Gillian Anderson, Toby Jones, Charlotte Gainsbourg y Robert Duvall. Estrena Netflix el 6 de enero.

Un caso detectivesco en medio de una Academia Militar de los Estados Unidos en 1830 que funciona, a la vez, como una curiosa historia de origen del escritor Edgar Allan Poe, LOS CRIMENES DE LA ACADEMIA –adaptación de la novela de Louis Bayard, THE PALE BLUE EYE— es un sobrio y sombrío drama atravesado por una rebuscada trama policial que funciona como guía y recorrido para un film que, más que ninguna otra cosa, trata sobre los traumas familiares y personales de sus protagonistas.

Poe, en realidad, no es el protagonista principal de la historia. Ese honor le cabe a Augustus Landor, interpretado con bienvenida contención por el habitualmente más excesivo Christian Bale. Landor es una suerte de detective convocado para resolver un extraño crimen que tuvo lugar en West Point, la famosa academia militar. Un hombre viudo, alcohólico y torturado por la desaparición de su hija, Landor tiene que descubrir quién ahorcó y mató a un cadete de esa escuela para luego robarle el corazón con una precisa incisión en el plexo. Los responsables del establecimiento (interpretados por Timothy Spall y Simon McBurney) necesitan resolver el asunto ante la amenaza de que le cierren la institución.

Su investigación va avanzando lentamente –descubre primero que fue un asesinato y no un suicidio, como algunos creían– pero comienza a volverse más efectiva cuando conoce a un joven cadete y poeta que se presenta como «E. A. Poe» (personificado por Harry Melling, el primo «Dudley» de la saga HARRY POTTER, en una actuación que da a entender que el escritor era un tipo bastante raro) y al que alista, en secreto, como su colaborador. Si bien Poe no tiene muchos amigos en la academia y suele ser víctima del bullying allí, su instinto, ingenio e imaginación le sirven a Landor para conseguir más y mejor información. Entre ellos dos se arman muchas de las mejores escenas de la película, encuentros y diálogos en los que dos visiones del mundo (la más racionalista de Landor y la más mística como la de Poe, quien dice que su madre muerta le dicta poemas y hasta pistas del caso) se ponen en discusión entre dos hombres que se respetan entre sí.

Un rol importante en el caso lo tendrá el Dr. Daniel Marquis (Toby Jones), médico de la academia, y su familia, integrada por su excéntrica esposa Julia (una excesiva Gillian Anderson), su refinado y apuesto hijo Artemus (Harry Lawtey, de la serie INDUSTRY) y su melancólica y enfermiza hija Lea (Lucy Boynton), de la que Poe se enamora perdidamente. Dos grandes intérpretes tendrán breves roles, casi cameos ampliados, que de todos modos serán importantes en la trama: Charlotte Gainsbourg como Patsy, la dueña del bar en la que los detectives se reúnen y también amante de Landor; y el gran Robert Duvall como Jean-Pepe, un anciano especialista en ocultismo, tema hacia el que la investigación marchará en función del misterio relacionado con el robo del corazón.

Habrá más muertos, enfrentamientos, pistas falsas, sospechas entre los propios detectives y otras avenidas extravagantes de la investigación que se recorrerán en los un tanto excesivos 130 minutos que dura esta visualmente bella (la fotografía es de Masanobu Takayanagi, habitual colaborador del realizador) y oscura película. De a poco, por debajo de los pasos de la investigación en sí, Cooper irá armando una más interesante línea temática en la que los personajes principales (Landor, Poe y los Marquis) tienen que lidiar con asuntos pendientes y otros traumas personales y familiares.

El otro eje que seguramente será interesante de seguir para los fans del autor serán las conexiones y citas que hay aquí de su posterior obra. Poe, que fue realmente a West Point en 1830, era entonces un joven escritor desconocido de 21 años. Y la película deja algunos guiños sueltos de lo que serían futuras obras suyas, como «El cuervo« (el título original del film, THE PALE BLUE EYE, viene de ese poema), lo mismo que nombres propios como Landor y otros elementos que serían luego parte de obras clásicas como «Los crímenes de la calle Morgue». Pero esto es un tema menor dentro de la película que, por suerte, nunca se transforma del todo en una «historia del origen» de esas que luego terminan en media docena de historias con Poe transformado en una suerte de detective de casos macabros.

La tercera colaboración de Bale con Cooper (las anteriores fueron OUT OF THE FURNACE y HOSTILES, dos muy sólidas y clásicas películas que apenas tuvieron distribución comercial fuera de los Estados Unidos) deja en claro que el británico es un actor mucho más interesante y sutil cuando no recurre tanto a la grandilocuencia de sus más excesivas colaboraciones con realizadores de mayor prensa como David O. Russell. Cooper saca de Bale los mejores recursos del actor de ESCANDALO AMERICANO y EL GRAN TRUCO, sin necesidad de ampulosos gestos interpretativos. Un par de escenas cerca del final, sostenidas con minimalista y dolorosa gravedad por parte del actor, están entre lo mejor que ha hecho en toda su carrera. Quizás no alcancen para transformar a LOS CRIMENES DE LA ACADEMIA en una gran película, pero le dan la necesaria fuerza dramática como para que uno no la olvide fácilmente.