Festival de Sundance 2023: crítica de «When It Melts», de Veerle Baetens

Festival de Sundance 2023: crítica de «When It Melts», de Veerle Baetens

por - cine, Críticas, Festivales
23 Ene, 2023 06:05 | Sin comentarios

Este drama de origen belga analiza las consecuencias que tienen, para una perturbada veinteañera, algunas duras experiencias vividas en su adolescencia pueblerina.

Las consecuencias de algunas experiencias difíciles de la infancia se sienten en el presente de la vida de la protagonista de WHEN IT MELTS, la adaptación al cine de la novela de 2016 de Lize Spit. Ella es Eva (Charlotte De Bruyne), una veinteañera que vive en Bruselas, trabaja en una casa de fotografía y se caracteriza por su seriedad, su cara de pocos amigos (de hecho, no tiene ninguno) y lo que, evidentemente, es una pesada herencia personal. En la opera prima de Baetens, conocida más que nada por su trabajo como actriz en films como EL CIRCULO DE AMOR SE ROMPE y NOTICIAS DE LA FAMILIA MARS, veremos en dos tiempos qué pasó en la vida de Eva y cómo eso la lleva a tomar una serie de decisiones en el tiempo presente.

WHEN IT MELTS está narrada en dos tiempos. En la actualidad Eva vive con su hermana menor, más amable y simpática que ella, quien está a punto de mudarse de su casa por lo que Eva quedará sola. Tampoco tiene buena relación con sus padres, historia que también se explorará en los flashbacks a su adolescencia. Pero lo central pasa por un posteo de Facebook en el que se entera de que, en su ciudad natal (Bovenmeer), se hará una ceremonia recordando al hermano de uno de sus mejores amigos de la adolescencia. Al ver eso, por un lado, aparecerán los recuerdos de aquella época. Y, por otro, decidirá que quizás sea un buen momento de volver a su ciudad natal.

En los flashbacks se verá la relación que Eva (encarnada a esa edad por Rosa Marchant) tenía con sus dos amigos varones: Tim (Anthony Vyt) y Laurens (Matthijs Meertens). Con ellos dos armaba una suerte de grupo –se hacían llamar Los Tres Mosqueteros– y eran inseparables. El problema es que, al llegar la adolescencia, aparecen en los varones deseos sexuales que complican un poco la relación entre los tres. No necesariamente ligado a un interés en ella –a la que no ven desde ese lugar–, sino en lo que la chica pueda hacer para conectarlos con otras –que a ellos sí les atraen– e invitarlas a ser parte de un juego tipo «verdad/consecuencia» que incluye sacarse prendas de ropa ante cada respuesta errada.

A la vez la vida familiar de Eva tampoco es sencilla. Su madre, alcohólica, vive discutiendo con su siempre fastidioso padre y trata a sus hijas bastante agresivamente. Y la chica vive en un estado de confusión permanente, encontrando en los algo riesgosos juegos que juega con sus amigos una suerte de espacio en el que escaparse, al menos mentalmente, de la tensión que vive en su hogar. A la par que se cuenta su historia, vemos a Eva viajar a su pueblo en el presente con intenciones de ir a ese evento que reunirá a los vecinos de la ciudad. ¿Qué planea hacer allí?

Baetens explora las consecuencias de lo que vivió Eva de una manera directa, sin vueltas, con un film que va a lo profundo de los miedos, las tensiones y la violencia que existe en esa etapa rara que hay entre la niñez y la adolescencia. Es un acercamiento honesto y naturalista que empieza, sin embargo, a mostrar algunos aspectos más cercanos al melodrama al llegar a su excesivamente brutal desenlace. Se trata de un final que no está a la altura de lo que vimos antes, ya que hay ciertos límites que la directora traspasa (y hace traspasar a sus jóvenes actores) que entran en el terreno de lo cruel e innecesario.

Es una pena porque es una película que no necesita de esas escenas para funcionar ya que podría contar la misma historia sin ellas, presentando y resolviendo los mismos conflictos de otra manera. Da la sensación ahí que la inexperiencia como realizadora le juega a Baetens una mala pasada. De todos modos, ese tipo de brutalidad –habitual en cierto cine de autor europeo– a veces funciona en con los espectadores y es probable que lo que a algunos nos molesta a otros le resulte desafiante y provocador. No es mi caso.

Si uno logra tomar distancia de ese final (de vuelta, no tanto de qué cuenta sino de cómo lo cuenta), WHEN IT MELTS logra ser un retrato fuerte de las consecuencias que tienen ciertas experiencias traumáticas tanto en lo personal como en lo social. La distancia que Eva toma con su pueblo no solo está ligada a lo que ella (y no solo ella) vivió allí sino a la actitud de todos los vecinos de hacer la vista gorda y mirar para otro lado. Es esa, acaso, la acusación más grave que tiene la película para hacer. Es el silencio de los que saben y no dicen nada lo que habilita, también, a los victimarios.