Berlinale 2023: crítica de «Absence», de Wu Lang (Encounters)
Esta opera prima china transcurre en la isla de Hainan y se centra en el reencuentro de un hombre que sale de la cárcel con su pareja de entonces en medio de un lugar que ha cambiado mucho a lo largo de esos años.
La isla de Hainan es un enclave turístico, separado de la parte continental de China por un puente y con algunas reglas especiales en lo que respecta al comercio. Es, además, uno de esos territorios que han sido «modernizados» de manera veloz en las últimas décadas, tratando de transformarlo en la «Hawaii de China», lo cual implica un enorme desarrollo inmobiliario que por momentos toma la características de «burbuja». No solo por la gente que queda fuera del sistema aún tratando de unirse a él sino por todas esas edificaciones imponentes que quedan en el camino, inconclusas. Y esos contrastes se sienten en ABSENCE, una película en la que Hainan es una protagonista más, junto a sus dos principales.
Lee Kang-sheng, el actor de todo el cine de Tsai Ming-liang, encarna a Yu, un hombre que acaba de volver a la isla tras pasar un buen tiempo en la cárcel. En una narración esquiva en la cual muchas veces hay que adivinar nombres, relaciones e historias, sabemos que Yu busca reconectarse con su amante del pasado, Hong (Li Meng), quien tiene una hija que no lo conoce y que tampoco sabe si es suya. Mientras de a poco van reencontrándose, no sin dificultades, la película nos va metiendo en un problema que atraviesa Hong: ha pagado parte de un departamento en una de estas nuevas construcciones y le dicen que el edificio está demorado.
Es bastante obvio por lo que se ve que ese edificio no se construirá jamás –es parte de los proyectos abandonados, hoy ocupados por animales salvajes que los usan como propios– y son muchos los que están en conflicto con la empresa constructora, quienes parecen tener lazos con Yu. Pero ABSENCE no pondrá la atención en las especificidades de ese conflicto. Será, apenas, el disparador y la figura que sirva para entender el predicamento de los protagonistas y el presente de una ciudad que se ha modernizado (a la distancia se ven los rascacielos), pero quizás no tanto como se lo imaginó en su momento. O, quizás, entraron en el negocio personas con otras intenciones…
La atención de Wu, en este largo que es una expansión de su primer corto del mismo título y que compitió en el Festival de Cannes 2021, pasa más por esa sensación que transmite el título, la ausencia del protagonista, la dificultad para reconectar con una persona que dejó de ver hace mucho tiempo y con una ciudad que tampoco reconoce como la misma. Es un acercamiento poético, visual, formalista (el director tiene un pasado como escultor), en el que el desarrollo narrativo tradicional queda en segundo plano en relación a la delicada aproximación a los lugares, ambientes y gestos de los protagonistas.
Lee, un actor caracterizado por sus silencios, tampoco habla mucho acá. Y es esa otra ausencia la que le da a la película un aire a las de Tsai, aunque sin llegar nunca al tipo de más ostensible contemplación que tienen los films del realizador taiwanés de THE RIVER. AUSENCIA es una película difícil, compleja pero a la vez fascinante de observar y tratar de asimilar. Es otra de esas historias de la China contemporánea –como muchas del maestro Jia Zhangke– que se centran en cómo los cambios económicos del país a lo largo de las últimas décadas afectan, directa o indirectamente, a sus ciudadanos. Y esta película es una historia de amor, de distancias, de memorias y de silencios en medio de un lugar, y de un país, que cambia constantemente.