Berlinale 2023: crítica de «Afire» («Roter Himmel»), de Christian Petzold (Competencia)

Berlinale 2023: crítica de «Afire» («Roter Himmel»), de Christian Petzold (Competencia)

por - cine, Críticas, Festivales
22 Feb, 2023 06:21 | Sin comentarios

Esta comedia dramática del realizador alemán de «Undine» se centra en dos amigos, un escritor y un fotógrafo, que van a una casa en la playa a descansar y a trabajar. En competencia.

La vida de los paranoicos, como Leon, es más o menos como se la pinta en AFIRE (ROTER HIMMEL, en el original alemán, algo así como CIELO ROJO). Todo siempre parece armado en contra de uno. Nada sale como uno quiere, todos lo pasan bien y uno sufre, y cada vez que dos personas hablan entre sí uno supone que están hablando mal de él. Leon es eso y mucho más en esta tragicomedia del realizador alemán, un film bastante distinto a los que nos tiene acostumbrados pero igualmente extraordinario. Uno jamás pensaría que a una película de Petzold se la puede calificar como «rohmeriana», pero en cierto modo es la comparación que mejor le queda.

El neurótico Leon (Thomas Schubert) es un escritor que se va de vacaciones con su amigo Felix (Langston Uibel) y ambos conforman una dupla idéntica a la de la obra, película y posterior serie EXTRAÑA PAREJA (¿será el nombre Felix un homenaje a esa pieza de Neil Simon?). Raro, de hecho, imaginarlos como amigos. Leon quiere tener todo planificado, odia el sol y la playa, no tiene aptitudes prácticas y no hace más que quejarse ante cada complicación que aparece. Felix es su opuesto: relajado, casual, se deja llevar por lo que sucede, gregario y divertido. Es evidente que las cosas no saldrán del todo bien. Lo que uno no imagina es cómo ni porqué.

En la ruta el auto se rompe y tienen que llegar a la casa –propiedad de la madre de Felix– caminando, perdiéndose en el medio del bosque. Al llegar notan que el caserón está ocupado por alguien que no está ahí pero dejó todo revuelto. Un llamado telefónico a la madre confirma que ella se olvidó de avisar que en la casa estará una chica, hija de algún conocido. Eso los obliga a convivir con ella, a compartir los dos amigos un cuarto pequeño y a soportar los ruidos que la chica (que tarda un tiempo en hacerse visible) hace con su elusiva pareja nocturna. Felix se ríe y adapta. Leon ya piensa en volverse a su casa, fastidiado.

Y así seguirán las cosas, con Leon sin poder realmente sentarse a escribir (quizás la situación no es más que una excusa para procrastinar) y Felix sacando fotos para un proyecto, yendo a la playa, hablando con gente y sin hacerse problema por nada. Cuando Nadja (Paula Beer) se haga visible las cosas cambiarán. La chica rápidamente entablará una relación de camaradería con Felix mientras que Leon la mirará con una mezcla de deseo y timidez. Poco después a Felix y a Nadja se les sumará Devid, el guardavidas de la playa, y entre los tres establecerán un cálido y relajado código común. Leon, por su parte, sentirá que le hacen la vida imposible. Cada risa del trío la siente como una estaca clavada en su pecho.

Durante casi todo su desarrollo, AFIRE apuesta por una suerte de comedia de enredos veraniega, con Leon tratando de acercarse a Nadja pero dándose cuenta que su manera de socializar no funciona demasiado bien. Es agresivo, se irrita con Felix y con Devid, y ninguno de ellos parece saber muy bien cómo lidiar con él. O eso es lo que Leon imagina. Acaso a ellos lo que Leon haga o deje de hacer los tiene sin cuidado.

A esta suerte de comedia ligera sobre un escritor trabado que vive pendiente de los otros hay que agregarle un elemento más dramático que aumenta la paranoia de Leon: hay incendios forestales que se están acercando peligrosamente al pueblo cercano a la casa en la que ellos están. Y si bien las distancias parecen lejanas, hay un creciente temor en el pueblo y mucha gente va abandonando el lugar. Leon, claro, teme por su vida. A los otros, parece, les da igual. Será bastante repentino el paso del humor incómodo a algo más dramático, situación que Petzold usa casi para reafirmar que, después de todo, no está tan mal ser un poco paranoico.

AFIRE recuerda a las películas menos urbanas y más naturalistas de Petzold (ver a Beer andar con su vestido rojo en bicicleta es casi una auto-cita) pero en este caso deja bastante en segundo plano cualquier lectura política o análisis social, más allá de la omnipresente amenaza ligada al cambio climático. Es un clásico y muy preciso relato sobre un escritor que se mira a sí mismo de un modo crítico, que sabe que no está hecho para las cosas prácticas de este mundo (hay una muy buena serie de gags ligados a su imposibilidad de resolver cosas, desde un problema en el techo de la casa a uno con el auto, entre muchos otros) y tampoco, convengamos, para lidiar con la gente. Lo único que puede hacer con su frustrante modo de vida es crear algo parecido al arte.