Berlinale 2023: crítica de «Silver Haze», de Sacha Polak (Panorama)
Este film inglés es un retrato directo, íntimo y desgarrado centrado en una mujer que trata de superar por su cuenta un fuerte trauma de la infancia.
Aspera y dura. Así es la vida de los y las protagonistas de SILVER HAZE, la segunda película de Sacha Polak. Y así también es el film en sí: un retrato directo, íntimo y desgarrado centrado en las experiencias de una mujer que intenta superar, sin mucha ayuda, un fuerte trauma de la infancia. Esta coproducción británico-holandesa transcurre en el más inglés de los mundos, en uno de esos pueblos desapacibles del interior del país en los que el alcohol, la televisión y las fiestas son los únicos momentos de esparcimiento para un grupo de personas que parece creer que vivir en un clima de agresión permanente es una manera natural de la existencia. El término kitchen sink –utilizado para referirse a ciertas formas del realismo cinematográfico británico surgido en los años ’60 y adaptado hoy por cineastas tales como Andrea Arnold, Lynne Ramsay y Clio Barnard– parece haberse inventado para films como éste.
Franky (Vicky Knight) es una mujer joven que trabaja en un hospital psiquiátrico de la zona. Tiene una madre un tanto peculiar, una hermana menor y una amiga con la que se lleva muy bien y con la que suele salir. Una parte de su rostro, hombros y pecho los tiene quemados a causa de un incendio que sufrió siendo niña pero hoy parece bastante adaptada a convivir con las cicatrices y no ocultarlas más. Tiene, sí, un trauma que la afecta, ligado a la ausencia del padre –que no es parte del grupo– y a la responsabilidad que él pudo o no haber tenido en aquel accidente. Ella le escribe mensajes por redes sociales pidiendo explicaciones, pero el hombre jamás contesta.
Las cosas para Franky toman otro color y empezar a mejorar cuando conoce a Florence (Esme Creed-Miles), una chica que pasa por el hospital tras un intento de suicidio. Si bien le dice a su amiga que le gustan los hombres y no está interesada en las mujeres, pronto traba una relación con ella que no tarda en pasar a lo íntimo. De hecho, conoce a su familia y conecta rápidamente con ellos. Todo parece funcionar muy bien para Franky –el único momento, casi, de este amargo film en el que el mundo se ilumina un poco–, pero pronto los problemas reaparecen. Primero, desde afuera: a algunos amigos y conocidos del lugar les molesta ver a las dos chicas juntas y se ocupan de dejarlo en evidencia. Y luego Florence empieza a actuar de un modo un tanto impredecible, complicando la relación.
SILVER HAZE es un muy efectivo y creíble retrato de Franky. Polak no tiene problemas en meter al espectador de cabeza en las experiencias de esta mujer, aún las más duras. Con su cuerpo magullado, los comentarios hirientes de afuera, el silencioso conflicto con su padre (y su pareja actual), la tensión que se genera con Florence y otras dificultades que mejor no adelantar, la vida de Franky no es para nada sencilla. Pero ella es una mujer que se hizo fuerte pese a las dificultades y, con sus modos no siempre sutiles y para algunos un tanto demandantes, trata de pelearla como sea. No siempre, claro, los resultados son los que busca.
Se trata de una experiencia cinematográfica fuerte cuyo carácter humanista está tapado muchas veces por la brutalidad del universo que retrata. El personaje de Florence es quizás el más intrigante de todos ya que se trata de una chica con visibles dificultades emocionales que confunde permanentemente a la más directa Franky, que parece buscar en ella una compañera afectiva con la que apoyarse mutuamente. Pero no siempre puede. Así, con más sombras que luces y más obstáculos que los soportables, Franky intenta encontrar la manera de cerrar sus heridas. Y SILVER HAZE la acompaña en ese doloroso proceso.