Berlinale 2023: crítica de «Someday We’ll Tell Each Other Everything», de Emily Atef (Competencia)

Berlinale 2023: crítica de «Someday We’ll Tell Each Other Everything», de Emily Atef (Competencia)

por - cine, Críticas, Festivales
17 Feb, 2023 08:57 | Sin comentarios

Esta adaptación de una popular novela se centra en un tórrido affaire amoroso que tiene lugar en un pueblo de la ex Alemania Oriental en medio de la reunificación del país. En Competencia.

Hay dos películas en una compitiendo por la atención del espectador en SOMEDAY WE’LL TELL EACH OTHER EVERYTHING, la nueva película de la realizadora alemana de 3 DAYS IN QUIBERON. La más interesante de las dos, pero la que menos se desarrolla a lo largo de los 130 minutos, es una ligada a los cambios producidos, entre 1989 y 1990, por la reunificación del país en una familia de la ex Alemania Oriental. La otra, si se quiere más tradicional, tiene que ver con un triángulo amoroso bastante tórrido entre una chica de 19 años que está en pareja con un hombre que ronda los 40 y es una especie de «lobo solitario».

Adaptada de la novela de 2011 de Daniela Krien, este drama comienza haciendo eje en el cambio de época que enmarca la situación. El centro de atención está en la casa de la familia de Johannes (Cedric Eich), un veinteañero fascinado con las posibilidades que se le abren con la unificación del país. Con él, además de su madre, su padre y su hermano menor vive María (Marlene Burrow), su novia de 19 años, que se unió casi literalmente a la familia para alejarse un poco de su atribulada madre, con la que no se lleva bien y con la que vivía en un pueblito cercano. Además, la familia de Johannes no le hace problema por el hecho de que, en lugar ir a estudiar, se queda leyendo en la cama todo el día clásicas novelas rusas.

Se nota que las cosas están cambiando con la unificación. En este pueblito rodeado de campos y cultivos la gente está empezando a irse a la Alemania más desarrollada y se hace evidente la crisis. Además, un tío de la familia que vivía allí está llegando a visitarlos después de todos estos años de distancia y todos temen que el hombre quiera quedarse con alguna parte de la propiedad, o algo por el estilo. Pero pese a todos los problemas se los ve enteros, curiosos por esa apertura (Johannes viaja a Munich con María, se compra una cámara y quiere irse a estudiar arte allá), con una mezcla de nostalgia y frustración con su viejo sistema de gobierno, y llevando una vida sencilla pero sin sufrimientos muy evidentes.

Ahí hace su entrada la novela romántica en todo su esplendor. Hannes (Felix Kramer), un hombre solitario que vive cerca de la casa de esta familia, se topa más de una vez con María y ella, un tanto harta de que su amable novio solo esté pendiente de su cámara, termina acercándose más de lo pensado. Una cosa lleva a la otra y empiezan a tener una intensa serie de encuentros sexuales que la película explora como en las viejas épocas (ya no se ven muchas escenas de sexo así), mientras tratan de ocultar todo no solo de Johannes sino de la familia y del pueblo entero. Es sabido: todos se conocen con todos y es difícil mantener los secretos en un lugar así.

De a poco todo aquello ligado a la reunificación alemana va quedando de fondo y la película pone el eje en la relación que es cada vez más intensa y, a la vez, empieza a tornarse romántica. Ambos parecían saber los límites de esos encontronazos pero en determinado momento les fue imposible frenarse. Y ahí el asunto se vuelve especialmente dramático para ambos, pero especialmente para María ya que no solo traicionaría a su pareja sino en cierto modo a la confianza de la familia que la acogió durante todo ese tiempo.

Como película sobre un affaire amoroso, SOMEDAY WE’LL TELL… funciona con cierta eficacia, si bien uno tiene claro que ese tipo de historias las vio mil veces, con más o menos sexo y con algunos detalles cambiados. María es joven, bonita, inocente pero le gusta entrar en los juegos más violentos que le propone Hannes. Y él es el típico hombre recio y seco de campo, una especie de cowboy alemán sexy y hosco que a ella le fascina. Especialmente porque su novio es todo pero todo lo contrario.

Hay algo un poco novelesco (o telenovelesco, depende de la mirada de cada uno) en este romance entre la chica de la casa principal y el hombre áspero que vive en lo más parecido a un rancho que pueden encontrar en ese lugar y en esa época. Los actores lo resuelven bien y son creíbles –las escenas de sexo ayudan en ese sentido–, pero por momentos la película de Atef está al límite de la parodia, de ser ese melodrama que bordea tantas pero tantas convenciones que uno siente que está todo el tiempo a punto de caer en el ridículo. Que no lo haga es lo mejor que le puede pasar a esta aceptable película que promete ser bastante más interesante de lo que finalmente es.