Series: crítica de «El enjambre» («Swarm»), de Janine Nabers y Donald Glover (Amazon Prime Video)

Series: crítica de «El enjambre» («Swarm»), de Janine Nabers y Donald Glover (Amazon Prime Video)

La nueva serie del creador de «Atlanta» tiene como protagonista a Dominique Fishback como una fanática de una estrella pop que está dispuesta a matar a cualquiera que ofenda a su diva. En Amazon Prime.

Cualquiera que haya visto la serie ATLANTA se sentirá como en casa al ver, apenas, unos planos de SWARM. Filmada en 35mm, con similar tono, color y universo que aquella serie, se nota claramente que estamos ante un nuevo trabajo de Donald «Childish Gambino» Glover, co-creador de la serie y director de su primer episodio. Como los fans de ATLANTA saben, aquella serie (cuya tercera temporada estrena tardíamente Netflix el 24 de marzo) tenía por costumbre colar episodios independientes, a la manera de cuentos bastante extraños, en los que no siempre participaban sus protagonistas. Y al empezar SWARM uno tiene la sensación que está ante uno de esos episodios entre bizarros y terroríficos. Pero no. Es el inicio de una serie independiente que no es un spin-off ni nada parecido pero que pertenece, si se quiere, al Misterioso Universo Glover.

Protagonizada por Dominique Fishback (la singular y muy buena actriz de THE DEUCE), la serie se inicia como el retrato de Dre y Marissa, dos «hermanas» (por un buen rato no quedará clara la naturaleza exacta de su relación) que viven juntas en Houston y son fanáticas de Ni’Jah, una célebre artista afroamericana muy claramente inspirada en Beyoncé. A tal punto es la similitud que la mayoría de los eventos que se narran ligados a los shows, los álbumes, marido, hijos y algunos eventos de la vida personal de Ni’Jah son casi idénticos a los de Beyoncé. No solo eso, «el enjambre» (swarm) al que se refiere el título es sacado directamente de la «colmena» (hive), que es como se suelen autodenominar los fans más acérrimos de la llamada «Queen Bey».

Pero así como Dre, ya veinteañera, sigue pendiente de cada acto de su cantante favorita (compra carísimas entradas para un show de ella con dinero que no tiene) y se fastidia cuando alguien, en la vida real o virtualmente, habla mal de ella, Marissa (la cantante Chloe Bailey, de Chloe x Halle) tiene una vida más normal, con novio, trabajo y perspectivas a futuro. Dre es una chica extraña, ensimismada, «off», como la definen varias. Es tímida, le cuesta relacionarse socialmente, casi no trabaja ni tiene dinero, se alimenta vorazmente de comida basura y tiende a ser ignorada por casi todos. A su modo, Marissa es la única que le tiene paciencia, aún cuando la mete en problemas en su trabajo.

Una rara combinación de eventos lleva a un hecho trágico ligado a Marissa, tras lo cual Dre –que se siente responsable de lo sucedido– se termina por quebrar, atacando ferozmente al novio de ella y matándolo. Con un pasado difícil que iremos conociendo de a poco, la frágil estabilidad emocional de la chica se rompe del todo y pasa a refugiarse aún más en Ni’Jah. Es así que tras ese primer episodio de presentación del mundo y de los personajes lo que tendremos es una serie de horror con apuntes cómicos y otros surrealistas acerca de una chica que se va convirtiendo en una asesina serial.

Pero Dre no es una serial killer convencional. Sus principales víctimas son haters de Ni’Jah, a quienes busca y encuentra en redes sociales (ella es parte de The Swarm y recibe alertas telefónicas cada vez que alguien agrede en redes a la diva) o con los que se topa en su recorrido por el país, ya que después de su primer asesinato la chica se fuga de Houston y va buscándose la vida, a su manera, en otros lugares. Y la mayoría de los otros episodios de EL ENJAMBRE (son siete de alrededor de media hora cada uno) se ocuparán de situaciones específicas que la llevan a cometer nuevos crímenes, volviéndose cada vez más experta y segura de sí misma con el paso del tiempo.

Definirla como una serie de terror acerca de una asesina serial afroamericana sería un tanto reduccionista, si bien en los papeles es exactamente eso. El mundo creado por Glover y sus colaboradores tiende a ser más peculiar que cualquier definición (¿qué es ATLANTA? ¿Una comedia, un drama, una colección de cortos, un «universo»?) y con SWARM pasa lo mismo. Cada episodio tiene su particularidad, en algunos casos su lado «fantástico» y de a poco va apareciendo allí un hilo temático que sirve para entender los condicionamientos sociales que viven chicas como Dre, marginadas e imposibilitadas de tener una vida más o menos normal.

En el centro, EL ENJAMBRE es una mirada sobre el fanatismo que despiertan celebridades como Beyoncé (perdón, Ni’jah). En las redes sociales, las fans de muchas superestrellas (como Taylor Swift con sus Swifties, los fans de BTS o muchos otros) tienden a ser agresivos con cualquiera que diga algo en contra de ellos y más de uno se ha visto amenazado o perseguido por estos dueños de una religiosa devoción. En cierto sentido no es tan distinto a lo que sucede con, por ejemplo, los fans de Marvel. Y lo que hace Glover y compañía aquí es husmear en ese mundo y ver que, en algunos casos, esa mezcla entre obsesión, agresión e inestabilidad mental puede tener gravísimas consecuencias.

Pero SWARM es también algo así como una comedia por lo que muchas de las cosas que suceden son muy graciosas. Los episodios tres y cuatro son una colección de bizarras situaciones (atención a un revelador rol de una superestrella en el cuarto) y el sexto está armado como un falso documental de true crime que trata de dar a conocer más acerca de los personajes, pero siempre dentro de un tono que bordea la parodia pura y dura. Pero en todos ellos lo que más llamará la atención son los inesperados giros narrativos y las salidas insólitas ante muchas situaciones.

Fishback tiene la complicada tarea de tornar a un personaje en principio entre incómodo y odiable en alguien a quien uno pueda seguir y «tolerar» a lo largo de sus cada vez más desaforadas acciones. Y logra hacerlo, permitiendo que los espectadores puedan sino justificar al menos entender, en parte, lo que lleva a Dre a vivir como vive y hacer lo que hace. Es una chica emocionalmente dañada, que vive situaciones difíciles y que, ante una crisis brutal, no le queda otra que aferrarse a esa extraña devoción por su diva así como muchos se entregan a una religión o una secta. El fanatismo excesivo por las estrellas pop, de hecho, no es muy distinto. Y los riesgos son parecidos.