Series: reseña de «Yellowjackets: Temporada 2/Episodio 1», de Ashley Lyle y Bart Nickerson (Paramount+)

Series: reseña de «Yellowjackets: Temporada 2/Episodio 1», de Ashley Lyle y Bart Nickerson (Paramount+)

La serie que relata las vidas de un grupo de sobrevivientes de un accidente de avión en los años ’90 continúa agregándole más misterios y zonas oscuras a la trama. Con Melanie Lynksey, Christina Ricci y Juliette Lewis. En Paramount+.

Una de las series más exitosas y comentadas de la temporada pasada, YELLOWJACKETS no ha tenido tanta repercusión local quizás por el hecho de estar en una plataforma como Paramount+, que no mucha gente tiene (o no sabe que tiene, ya que algunas compañías telefónicas la incluyen en sus paquetes). Algo similar pasa con otras series que se dan por Apple TV+ o similares sitios que no tienen, al menos por ahora, la clientela un tanto cautiva de Netflix o, en menor medida, de Amazon Prime Video o HBO en todas sus variantes. Pero con un elenco encabezado por Juliette Lewis, Christina Ricci y Melanie Lynskey y una trama compleja comparable a la de series como LOST estoy seguro que es una de esas series que se irán descubriendo con el paso del tiempo, sea del modo que sea.

Para los neófitos en el tema –seré breve en el resumen ya que asumo que si están leyendo esto es porque vieron la primera temporada, sobre la que ya escribí–, YELLOWJACKETS cuenta la historia de un equipo femenino de fútbol que, en los años ’90, sufrió un accidente de avión cuando sus integrantes viajaban a un partido, y los que no murieron quedaron librados a su suerte en un aparentemente impenetrable bosque, alejado de todos y de todo, en el que deben sobrevivir como pueden. A la vez, la serie retoma a algunas de esas adolescentes en el presente, ya convertidas en mujeres de cuarentaypico, que deben lidiar con las consecuencias de lo que pasó allí. Al avanzar cada relato en paralelo, uno de los principales misterios a resolver es saber qué es lo que sucedió en el pasado que está generando situaciones tan imprevisibles en el presente y cómo eso afectó y afecta a cada una de ellas.

La primera temporada (SPOILER ALERT si no la vieron) había concluido con una dolorosa muerte (en el pasado) y con un asesinato y un secuestro (en el presente). Y eso se retoma en la segunda. En 1996 han pasado dos meses desde la muerte de Jackie (Ella Purnell), congelada. Y la embarazada Shauna (Sophie Nélisse, en su versión adolescente; Lynskey de adulta) no termina de superarlo. De hecho, tiene diálogos imaginarios con ella como si estuviera viva, algo que los demás parecen darse cuenta con extrañeza. En tanto, Lottie –que ya ha demostrado tener algún tipo de poder– se ha convertido en una líder casi despótica del grupo, mientras que Misty (Sammy Hanratti en el pasado y Ricci en el presente) sigue castigada y alejada de los demás tras el episodio con las drogas de la temporada anterior. Es invierno, además, y la comida empieza a escasear.

En el presente, Shauna y su marido Jeff (Warren Kole) intentan tapar de una manera un tanto curiosa los indicios del crimen que ella cometió, algo que despierta aún más sospechas de parte de su hija adolescente, Callie. La peculiar Misty, en tanto, se convierte en investigadora privada tratando de averiguar quién secuestró a Natalie (Lewis en el presente; Sophie Thatcher en el pasado), algo que se sabrá más cerca del final del episodio. En paralelo, otra de las integrantes del grupo, la ahora senadora Taissa (Tawny Cipress en el presente) deberá lidiar con la separación de su pareja tras los descubrimientos de sus un tanto particulares (e inconscientes) hábitos.

En ambos tiempos lo que YELLOWJACKETS presenta y observa es a un grupo de personajes femeninos fuertes, decididos, problemáticos y, en algunos casos, también violentos y tóxicos. En el pasado al menos es una suerte de EL SEÑOR DE LAS MOSCAS entre mujeres –hay un par de varones, pero aportan poco–, en el que hay de todo, desde solidaridad y romances a agresiones y todo tipo de violencia, física y psicológica. Algo parecido pasa en el presente, ya que todos los personajes siguen conectados –por hábitos o cierta dependencia– a lo que les sucedió entonces.

En ese sentido, el personaje de Shauna es el que más se destaca. Interpretada por Lynskey, es una mujer que se ha habituado a una vida de ama de casa pero que, a partir de las circunstancias de la primera temporada, va dejando salir más y más su costado salvaje. Y aquí eso se notará en la manera en la que ya parece haber perdido casi todos los pruritos que antes tenía. La mujer parece dispuesta a soltar ese lado oscuro que, al final del episodio, veremos que ya había empezado a desarrollar entonces.

Un episodio no alcanza a definir qué pasará a lo largo de la temporada, pero ya se puede notar que la construcción es bastante similar, que los misterios se van ampliando a lugares psicológicamente más densos y que lo sobrenatural seguirá siendo una presencia importante. Por momentos uno tiene la sensación de que la serie abrió tantas puntas que le puede pasar lo mismo que a LOST y que su intento de ir cerrándolas de una manera creíble se vuelva un tanto complicado. Pero en entrevistas las creadoras de la serie dijeron que la empezaron teniendo un panorama completo de su historia y de su final –algo que no pasó en aquella mítica serie–, por lo que se puede pensar que eso no les sucederá. Será cuestión de ver si eso es o no verdad.