Estrenos online: crítica de «En los márgenes», de Juan Diego Botto (Netflix)

Estrenos online: crítica de «En los márgenes», de Juan Diego Botto (Netflix)

Penélope Cruz y Luis Tosar protagonizan esta historia que narra 24 horas en la vida de una serie de personajes cuyos problemas económicos los hacen atravesar complicadas situaciones. Estreno de Netflix.

Realismo social en un estilo que recuerda al de Ken Loach, la opera prima como realizador de largometrajes (había hecho antes algunos cortos) del actor hispano-argentino Juan Diego Botto cuenta una serie de historias relacionadas entre sí que transcurren a lo largo de un día y que tienen como protagonistas a un grupo de personajes a los que van a desalojar (o «desahuciar», como se le dice, un tanto brutalmente en España) de sus departamentos o a niños que son llevados por los servicios sociales por la aparente desatención de sus padres.

EN LOS MARGENES tiene una estructura cruzada casi clásica de escuela de guión de las últimas décadas en la que varias historias aparentan funcionar en paralelo hasta que se cruzan de maneras inesperadas. La que arranca el relato es la de Selma, una niña a la que los Servicios Sociales vienen a buscar a su casa ya que, en apariencia, su madre no está presente y la pequeña tiene que cuidarse sola. El que ve la situación es Rafa (Luis Tosar), un abogado que trabaja en casos sociales y que está al tanto del problema de esa familia inmigrante.

El conflicto paralelo que se le presenta a él es que, al dedicar gran parte de su tiempo a ayudar a los otros, se está distanciando de su mujer, Helena (Aixa Villagrán), que tiene algunos problemas de salud, y de su hijo (o «hijastro», como el chico aclara una y otra vez), un adolescente llamado Raúl (Cristian Checa) que se pierde por un retraso de Rafa su salida escolar y se ve forzado a acompañarlo en su recorrida laboral. Y es a lo largo de esas 24 horas que Rafa, llevando con él al molesto y fastidioso Raúl, tiene que lidiar con el conflicto que se produce entre sus compromisos públicos y su poca atención a los suyos.

Otra pata de la historia tiene como protagonista a otra «clienta» de Raúl: Azucena (Penélope Cruz), una mujer con un niño pequeño que está a punto de ser desalojada de su casa por falta de pagos. Va a reuniones con personas en similar situación (esas reuniones son lo más realista que presenta la película, en un tono casi documental) con quienes se organizan para armar planes de acción y frenar los desalojos, pero vencer a los bancos –y a la policía que actúa en defensa de sus intereses– no es nada sencillo. Y la militancia parece funcionar más como grupo de soporte emocional que otra cosa.

El combo de personajes se completa con Manuel (el propio Botto), un inmigrante argentino que ha perdido su trabajo (acá el actor saca a relucir hasta excesivamente su acento local, dándole a su Manuel un prototípico tono de «chanta porteño») y un amigo suyo (Font García), que hizo una cara inversión con dinero de su madre (Adelfa Calvo) y no solo lo ha perdido todo sino que no se atreve a decírselo a ella. Uno de estos personajes se conectará con otro ya presentado previamente, de maneras que se pretenden sorpresivas pero que no son particularmente relevantes más que como generadoras de nuevas tensiones.

EN LOS MARGENES tiene mucho de lo bueno y también bastante de lo malo del cine social hecho en función de determinadas fórmulas. Es innegable que los temas que trata son serios y acuciantes, en especial la dificultad que muchas personas que trabajan todo el día tienen para poder pagar sus alquileres o para tener a alguien que se ocupe de sus niños –es algo que, el film deja en claro, no solo les sucede a los inmigrantes–, pero a la vez plantea la mayoría de sus temas a partir de oposiciones y «conflictos familiares» demasiado convencionales o convenientes en términos de suspenso dramático, con encuentros y desencuentros en los momentos justos, lo mismo que furtivos cambios de opinión de determinados personajes y así.

Es el clásico film bienintencionado que, al menos durante la primera hora de su metraje, se sostiene por el talento de un elenco que incluye a algunos de los mejores actores españoles, como son Cruz, Tosar y el propio Botto. Pero cuando necesita poner una segunda marcha dramática y alimentar la tensión se le notan buena parte de sus trucos y estrategias narrativas. No es tan distinto, de hecho, a lo que sucede en las películas que el propio Loach viene haciendo en los últimos años. En ese sentido, su influencia no desaparece, ni en las buenas ni en las malas.