Estrenos online: crítica de «Siete reyes deben morir», de Edward Bazalgette (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Siete reyes deben morir», de Edward Bazalgette (Netflix)

Esta película independiente funciona también como cierre de la serie de cinco temporadas «The Last Kingdom» contando las batallas y enfrentamientos claves por el Reino de Inglaterra en el siglo X. En Netflix.

En algún punto en el que, en el imaginario audiovisual, se unen EL SEÑOR DE LOS ANILLOS con GAME OF THRONES, pero sin elfos ni dragones, se ubican las aventuras que se narran en la serie THE LAST KINGDOM, creada originalmente por la BBC británica pero luego «traspasada» aa Netflix, que seguramente buscaba tener su propia saga de aventuras medievales para competir con sus rivales de otras cadenas y estudios. La serie tuvo su reputación y repercusión, pero nunca alcanzó a convertirse en fenómenos como aquellas y fue cancelada el año pasado, al concluir su quinta temporada. Basada en la serie de libros THE SAXONS, escritos por Bernard Cornwell, una saga de trece novelas que combinan material histórico con pura invención ficcional, la película SIETE REYES DEBEN MORIR sirve de algún modo como conclusión de esa saga, un posible cierre para algunos de los personajes y situaciones desarrolladas allí.

No hace falta haber visto la serie –de hecho, yo no la vi– para entender lo que sucede aquí. Claro que los que la vieron tendrán muchos más elementos y menos problemas para recordar las decenas de nombres de personajes y reinos en los que se separan, pero más allá de toda esa parafernalia de referencias, en el fondo el conflicto es bastante simple. La película resume la historia previa velozmente con una frase que, parafreaseando, dice que hace un siglo que el territorio inglés es un caos por las guerras constantes entre los habitantes de Inglaterra y los invasores daneses. Y pasa directamente a la acción a partir de un hecho que dispara los acontecimientos a venir: la muerte del Rey Edward I y la pelea por la sucesión del trono y la unificación de la corona inglesa.

El protagonista de la saga que transcurre en el siglo X, Uhtred de Bebbanburg (Alexander Dreymon), quizás el personaje más ficcionalizado en relación a la historia real (existió pero no exactamente de la manera ni en la época en la que se lo muestra aquí según aseguran los que han estudiado estas cosas), que es británico de Nortumbria pero criado por los daneses, paganos, tras la muerte de sus familiares, y que es el único que parece buscar algún tipo de solución pacífica a ese y a otros conflictos. Algo que no le será nada fácil. La muerte de Edward lleva a su hijo Aethelstan (Harry Gilby) a declararse su heredero pero, influenciado por su un poco más que amigo Ingilmundr (Laurie Davidson), un danés convertido al Cristianismo que asegura transmitirle la palabra de Dios, el joven intenta llevarse todo por delante atacando a su hermano menor, a los daneses, al propio Uhtred y a su familia.

Así, entre paseos por distintos reinos y muchos personajes cuyos nombres empiezan con la letra Æ, las acciones se irán volviendo cada vez más violentas. Hay una profecía que circula y que dice que siete reyes deberán morir para que el trono finalmente se unifique y eso será una suerte de espada de Damocles sobre las cabezas de varios. La otra será la aparición de Anlaf (Pekka Strang), un guerrero danés con aspecto tenebroso que amenaza con impedir cualquier intento de unificación entre los ingleses, aunque ellos parecen más preocupados en resolver sus propios problemas entre los distintos reinos que ocuparse del hombre. Hasta que, bueno, deberán hacerlo…

SIETE REYES DEBEN MORIR funciona a mitad de camino entre una saga que intenta más o menos ceñirse a una perspectiva histórica con apuntes realistas (es el tipo de serie que lleva a investigar hechos reales y muchos de ellos sucedieron más o menos como se los muestra acá) y otra en la que elementos ficcionales abundan en pos de crear una mayor tensión dramática. Habrá varias escenas violentas y de acción, siendo la del final –como suele suceder– la más impactante. No tiene el nivel de producción ni presupuesto de las series antes citadas, pero lo que no impacta por el lado de la espectacularidad lo hace por la cercanía y la brutalidad. Más que un colosal combate entre miles de guerreros medievales parece una pelea entre fans de una banda de heavy metal tratando de estar más cerca del escenario de algún show. Mucho empuje, mucho grito, mucho pelo largo y mucha cara de pocos amigos. Y sí, algunas espadas enormes, de esas que seguramente no dejarán pasar a ningún recital.

Los que vieron la serie, apuesto, entrarán aquí como a su segundo hogar, reencontrándose con los personajes conocidos y viendo cómo reconectan, avanzan, retroceden y, en algunos casos, concluyen su recorrido. Los que no la vieron deberán pasar un período de adaptación a la cantidad de información que se lanza de entrada (como si no fuera suficiente con la docena de personajes de similar nombre o look, también los reinos y escenarios son mencionados con el nombre de entonces y el actual) y luego, se los aseguro, se darán cuenta que, en lo central, todo eso no es tan importante. Es una guerra entre pueblos, entre religiones, donde la violencia termina llevando a más y más sufrimiento, más y más muerte. Y una que confirma aquello de que, a fin de cuentas, la historia la escriben los que ganan. Y la reescriben las veces que lo consideren necesario según lo que pida cada época.