Series: crítica de «Barry – Temporada 4», de Bill Hader y Alec Berg (HBO y HBO Max)

Series: crítica de «Barry – Temporada 4», de Bill Hader y Alec Berg (HBO y HBO Max)

El domingo 16 se estrena en HBO y HBO Max la cuarta y última temporada de esta serie centrada en un asesino que quiere cambiar de vida y no puede hacerlo. Con Bill Hader, Henry Winkler, Anthony Corrigan y Sarah Goldberg.

Drama violento, comedia negra, relato de suspenso. BARRY es una serie que intenta ser las tres cosas a la vez y la mayor parte del tiempo lo logra. En su cuarta y última temporada, la serie dirigida y protagonizada por Bill Hader parte del cambio fundamental a su historia que se dio al final de la tercera (SPOILERS para los que no vieron la temporada anterior) cuando Barry fue atrapado y metido en la cárcel. Con los distintos personajes fuertes separados entre sí solo será cuestión de tiempo, malos entendidos, violencia y curiosas decisiones, que terminen todos reuniéndose. Una vez que eso suceda, habrá que ver por dónde –quién, cómo, porqué– vienen las balas. O los cohetes. O, bueno, las inesperadas sorpresas.

Los primeros siete de los ocho episodios (los que fueron adelantados a la prensa) irán, de algún modo, reuniendo a los distintos contendientes inicialmente separados, solo que no de la manera esperada. Barry (Hader) está en la cárcel, lo mismo que Fuches AKA El Cuervo (Stephen Root), y ninguno de los dos la pasa bien ahí. Desde afuera, Hank (Anthony Corrigan) y su pareja Cristobal (Michael Irby) tratan de seguir con su banda criminal multinacional metiéndose en un negocio un tanto inusual pero supuestamente más legal. Mientras tanto, Gene Cousineau (Henry Winkler), el responsable de meter a Barry en la prisión por el asesinato de su pareja, la Detective Janice Moss, no puede con su genio y busca algún tipo de publicidad por ese hecho mientras que Sally (Sarah Goldberg), ex novia de Barry, trata de reincorporarse al mercado laboral, pero con muchas dificultades.

Están los que temen a Barry, tanto afuera como adentro de la cárcel, y los que lo buscan para liquidarlo. Agentes del FBI, Jim Moss (Robert Wisdom) –el intenso padre de Janice– y el propio Hank quieren o necesitan algo de él. Pero Barry, más perturbado por su estado psicológico que por su suerte, parece estar en su propio planeta, más deprimido de entrada que enojado. Eso, claro, en algún momento cambiará y el tipo se topará con la posibilidad de ser, digamos, más proactivo respecto a su futuro.

Si en la tercera temporada Barry debe enfrentarse con las consecuencias de sus actos en la cuarta debe tomar algunas decisiones respecto a qué hacer con eso. El tipo sabe que lo que hizo es impresentable, pero no puede evitar sentirse molesto por cómo los otros participantes de este caos pretenden hacerse pasar por seres honestos e impecables. Lo que le impide del todo bajar la guardia es esa sensación de saber que no es el único villano de esta historia. Como dice en otro momento Gene, «aquí todos son un poco malos y un poco buenos; es complicado».

BARRY tendrá un giro narrativo bastante llamativo promediando la temporada, uno que no conviene adelantar. Y si bien eso cambiará, fundamentalmente, algunos escenarios y situaciones personales (de ahí en adelante crecerá en peso y en escenas complejas Sally, con una gran actuación de Goldberg), en el fondo el conflicto entre todos los personajes será el mismo y el choque tan inevitable como siempre. Por más que todos crean que pueden retirarse, como Michael Corleone en EL PADRINO III, cada vez que quieren irse algo los hace regresar.

Hader usa bastante la comedia para bajar unos cambios a las tensiones de la parte más dramática de la serie. Hay mucho humor en algunos de los segmentos paralelos –no solo en el mundo de Hank sino también en el de Gene– y si bien las escenas cómicas suelen funcionar bastante bien per se, también es cierto que, en ciertos momentos plagados de tensiones y suspenso, se sienten un poco innecesarias, fuera de lugar. Pero es uno de los modos y prácticas típicas de BARRY por lo que no tiene mucho sentido quejarse ahora.

Con todos los episodios dirigidos por Hader, muy buena decisión creativa que le da una lógica estilística constante a la serie, la última temporada de BARRY no apuesta a ser más violenta que las anteriores –de hecho se podría decir que no lo es, al menos hasta ahora– sino que se pregunta hasta qué punto las personas pueden cambiar, dejar de ser quiénes son. Es que todos los personajes principales intentan rehacer sus vidas personales y profesionales, pero ninguno de ellos logra poder desentenderse del todo de las cuentas pendientes. Y eso es el motor de este apasionante drama con toques cómicos (más que comedia dramática) que, da la impresión, terminará como empezó, con más sangre y muerte que la deseada por el protagonista de esta vida de película. Bah, de serie…