Cannes 2023: crítica de «Occupied City», de Steve McQueen (Special Screenings)
El realizador de «12 años de esclavitud» dirigió este documental de más de cuatro horas que investiga las huellas del pasado de la ocupación nazi en el presente de la ciudad de Amsterdam.
El director británico Steve McQueen lleva más de 30 años viviendo en Amsterdam, su ciudad adoptiva. Después de su extraordinario grupo de films para la TV británica titulado SMALL AXE, el realizador de HUNGER ha decidido contar una parte de la historia de la capital de los Países Bajos, la ligada a la ocupación nazi que tuvo lugar entre 1940 y 1945. Es así que, a lo largo de más de cuatro horas, lo que McQueen hace es mostrar el presente para contar el pasado, casi sin usar materiales de archivo sino mostrando a la ciudad hoy, más precisamente durante la pandemia por el coronavirus.
La idea no es nueva pero es siempre muy efectiva y se ha visto en varios films. Consiste en mostrar lugares –casas, edificios, bares, plazas, estaciones, etcétera– del presente y contar lo que había y/o lo que sucedió allí en el pasado. Es así que durante la mayor parte de su tiempo, mientras una refinada y muy posh voz británica va mandando desde la voz en off, la siempre elegante cámara del realizador va mostrando espacios físicos del presente que en su gran mayoría no tienen en ellos marcas de lo que sucedió en el pasado. «Destruido», suele ser una de las maneras en la que la voz concluye el relato de lo que sucedió en muchos de los lugares que se muestran. Simple, efectivo y poderoso también ya que lo anodinos que son hoy muchos de esos edificios contrasta con las cosas brutales y terribles que sucedieron en ellos.
A la vez, y donde la película se pone un tanto más problemática (al menos para mí, no todos comparten esta opinión) es cuando OCCUPIED CITY muestra cosas que suceden en el presente mientras se habla del pasado. Y esas cosas, tomando en cuenta que la película se filmó en gran parte durante la pandemia con sus encierros, restricciones y cuarentenas, es una ciudad bastante vacía, con apenas la gente «necesaria» trabajando y cumpliendo las funciones normales. Curiosamente, ese efecto es relativamente similar al que se vivía durante la ocupación nazi, especialmente para los judíos, que debían estar encerrados y confinados sin poder salir a la vida pública.
De hecho, las únicas personas que salen de vez en cuando son manifestantes anti-vacunas, anti-restricciones y anti-todo, casi como si fueran una suerte de resistencia frente a ese virus (¿nazis?) que ocupa la ciudad y que avanza en todo el mundo. Es una zona curiosa la que entra ahí la película, ya que se abre a ser leída comparativamente, como si la ocupación nazi que obligó a que muchísimos judíos tuvieran que esconderse sin poder salir a las calles fuera equitativa o, bueno, comparable, a las restricciones puestas por los gobiernos para frenar el avance del coronavirus. A tal punto que los que salen a la calle y se enfrentan a la policía –que, en más de una ocasión, quiere disuadirlos de reunirse en público un tanto violentamente– parecen una suerte de resistencia moderna contra la opresión.
A partir de esa lectura –que, si bien es subjetiva, la película también avala con su montaje y selección de escenas– no puedo evitar que OCCUPIED CITY me termine resultando un tanto incómoda, molesta y su cualidad como documento de cómo aquella época se ve reflejada en el presente, dudoso. Me cuesta, de todos modos, imaginar a McQueen con una postura de ese tipo, por lo que me reservo el derecho a la duda, a pensar que quizás sea una exageración mía. ¿Será que el director piensa lo contrario, que los manifestantes son los «ocupantes de la ciudad»? Es una posible interpretación, pero me parece aún más forzada que la mía. Más allá de cómo uno se pare frente a eso, la película sigue siendo un evento importante en lo que respecta a la memoria histórica de la época nazi en Amsterdam. Como testimonio de la época COVID es un tanto más discutible.