Cannes 2023: crítica de «The Zone of Interest», de Jonathan Glazer (Competencia)
La película, adaptada de la novela homónima de Martin Amis, se centra en la vida del comandante del campo de concentración de Auschwitz y su familia, que viven al lado de ese infame lugar.
Tras un comienzo con varios minutos con pantalla a negro que hacen recordar a la siniestra UNDER THE SKIN, del propio Glazer, THE ZONE OF INTEREST presenta una imagen que resume en muchos sentidos todas las ideas de la película. En un plano con varias capas se ve, adelante, a una mujer despidiendo a su marido que está saliendo de su casa para ir al trabajo. Si bien la casa parece casi contemporánea, el hombre viste un uniforme nazi. Al salir por la puerta, en lugar de meterse en un auto, se sube a un caballo. Y pocos metros atrás de la casa está «el trabajo» del protagonista, unas barracas enormes con chimeneas y muros alambrados. Es Auschwitz.
En la adaptación de la novela homónima de Martin Amis –cuya muerte fue anunciada cuando estaba en la fila por entrar a ver la película–, lo que vemos es una representación bastante fiel de eso que se tiende a llamar «la banalidad del mal». No solo eso, sino algo así como la continuidad de ese mal o su permanencia en el tiempo y el espacio. Glazer se toma el trabajo, desde la dirección de arte, el diseño de producción y, especialmente, la puesta en escena digital y modernista de su película (cámaras fijas, operadas a distancia), en dar a entender que eso que estamos viendo pudo haber pasado en la Segunda Guerra pero bien podría suceder ahora o en cualquier momento. Salvo por ciertos detalles, la casona en la que vive el comandante nazi encargado del campo de concentración podría existir en 2023. Y ese «mal» seguiría ahí tan supuestamente banal pero demoledor como siempre.
En un estilo frío, seco y distante, el director británico se dedica a contar, fundamentalmente, el día a día de Rudolf Höss (Christian Friedel), su esposa Hedwig (Sandra Hüller) y sus cinco hijos, que viven en una cómoda casa con enormes jardines que muestran a amigos y familiares como uno mostraría una casa extraordinaria a la que se mudó. Solo que aquí tienen un campo de concentración a un muro de distancia, uno al que por un buen rato casi ni se refieren. La película se ocupa durante una buena parte de su tiempo en ese día a día: Hedwig se ocupa de las plantas, de sus hijos, charla con amigas y da órdenes a sus empleados (gente de ese pueblo polaco) mientras se prueba ropa que, nos damos cuenta, le fue robada a los que están encerrados a unos metros de ella.
El, por su parte, va y viene del campo y les lee libros de cuentos infantiles a sus niños o va al río cercano a nadar con ellos. Recibe la visita de arquitectos que le traen planos de cosas siniestras para construir en el campo. La madre de Hedwig viene a conocer el lugar y se fascina, al principio, con lo bien que le ha ido a su hija con esto de trabajar con alguien que encierra «judíos y bolcheviques». Hay un festejo de cumpleaños. De fondo se escuchan algunos disparos y gritos pero nadie habla del asunto. El cuento infantil que Rudolf se visualiza en inquietantes y perturbadoras imágenes en negativo. La pareja comenta las noticias del día. Nada demasiado importante.
El sacudón, o lo que parece serlo en este contexto, viene cuando parece que a Rudolf lo quieren enviar de vuelta a Berlín. Hedwig no quiere saber nada con la idea: encontró su lugar en el mundo ahí, al lado de un lugar en el que, en muy poco tiempo, se irán produciendo uno de los horrores más incomprensibles y terribles de la humanidad. Allí se empezarán a producir algunas fricciones y los veremos funcionar por separado. Y empezar, a la vez, a ver cómo se resquebraja ese extraño paraíso que creen haber encontrado al lado del infierno.
THE ZONE OF INTEREST es una película de tesis y como tal funciona, por más que por momentos se la sienta repetitiva o un tanto machacosa. La pareja no es, exactamente, la representación de la negación de la masacre (tienen claro qué es lo que se está haciendo y lo que se hará al lado de su casa), pero sí son personas que han compartimentalizado sus vidas como para poder seguir funcionando. Hedwig cada tanto será agresiva con sus empleadas o hará un comentario antisemita. Lo mismo pasará con él. En sus reuniones con jefes de otros campos compararán notas y se felicitarán por lo bien que están haciendo su tarea criminal. Y luego arroparán a sus hijos, los meterán en la cama y la vida seguirá como si nada pasara.
«Martin Amis, cuya muerte fue anunciada cuando estaba en la fila por entrar a ver la película»… ¿Cauando estabas vos Diego, por entrar a ver la película, o el propio Amis? Me quedé mal pensando que podría ser esta última opción.
Saludos y felicitaciones por tu trabajo.
jaja! No, yo estaba en la fila mirando el teléfono esperando para entrar al cine y leí que Amis había muerto. Sería interesante de la otra manera igual…