Estrenos online: crítica de «Nimona», de Nick Bruno y Troy Quane (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Nimona», de Nick Bruno y Troy Quane (Netflix)

Una chica que puede cambiar de forma trata de ayudar a un soldado acusado de matar a la Reina a limpiar su nombre y a descubrir los secretos del lugar en el que vive. Estreno de Netflix.

Un film de acción y aventuras épico en un escenario retrofuturista –es un universo de ciencia ficción pero con características y una política, digamos, medieval de estado–, NIMONA funciona más que nada como una relectura en clave LGBTQ+ de los códigos y patrones habituales del cine de animación para toda la familia. La pregunta que se hace el film es simple y directa: ¿es probable que, en un reino cuyo enemigo fundacional es un monstruo mutante que pone a todos en peligro, en realidad el asunto sea exactamente al revés?

Todo empieza en modo GAME OF THRONES animado cuando un soldado llamado Ballister Boldheart (con la voz de Riz Ahmed en la versión en inglés) va a ser nombrado Caballero por la Reina. Es un candidato fuera de lo común a quien el resto de los colegas miran con desdén y aprensión. ¿El motivo? Su color de piel es más oscuro que el de todos ellos y además es gay y está en pareja con otro soldado. En plena celebración sucede un raro accidente –la espada que le dan se activa y dispara– y el hombre termina matando a la reina, perdiendo un brazo, siendo perseguido y apresado, además de convertirse en el enemigo público número uno.

Ballister no entiende qué sucedió –nunca quiso hacer lo que hizo– y se propone descubrir la verdad. Para ayudarlo a escaparse y descubrir los secretos detrás de ese reino en apariencia correcto y civilizado está Nimona (voz de Chloë Grace Moretz), quien se presenta con el aspecto de una chica un tanto punkie con el pelo rosa y que lo ayuda a escapar del lugar mediante el sorprendente poder que tiene para cambiar de aspecto. Puede ser niña, niño, adoptar la figura de los demás pero también convertirse en violentos y peligrosos animales, algunos de aspecto bastante monstruoso.

Y NIMONA se centrará en las aventuras de esta extraña dupla tratando, por un lado, de limpiar el nombre de él y de encontrar al verdadero o la verdadera culpable de la muerte de la reina en cuestión. Y eso, en lo que quizás sea lo más convencional de esta simpática película de animación, se hará mediante tradicionales persecuciones regadas de bromas de todo tipo, algunas de las cuales funcionan y otras, no tanto.

El objetivo de ambos es evidente desde el principio. Nimona desconfía de la palabra oficial del reino mientras que el soldado, educado en el respeto a las autoridades, cree en «el sistema». De a poco se irá dando cuenta que quizás le hayan contado la historia –de la fundación del reino, de su heroína Gloreth y del monstruo que los acecha– exactamente al revés de lo que fue. Pero para eso deben probar su inocencia y desenmascarar a los culpables. Que pueden ser varios.

Nimona es la verdadera heroína de esta película, un personaje al que habría que definir como gender fluid o, más bien, un shape shifter, ese tipo de criatura que no tiene una forma ni un género ni un sexo definible y que por eso, también, ha sido relegada y marginada en el reino desde hace mucho tiempo. La película la presenta como una simpática, intensa, graciosa aunque por momentos violenta criatura. Y en el flashback que explica su historia –y en cierto modo la del reino–, la película le agrega a la trama un costado dramático y emotivo.

Adaptada de la novela gráfica de ND Stevenson, que Fox pensó llevar a la pantalla antes de abandonar el proyecto tras ser adquirido por Disney, NIMONA fue producido por el sello Annapurna y tiene las características de una producción más modesta que las habituales de los grandes estudios. Pero, más allá de su línea, digamos, «política», respeta bastante los modelos narrativos del género. En ese sentido, el género del film no es tan fluido como el de su protagonista. El cambio acá es más de piezas –los clásicos héroes y villanos intercambiando posiciones–, pero el modelo cinematográfico se mantiene y respeta.