Estrenos online: crítica de «Víctima/Sospechosa», de Nancy Schwartzman (Netflix)
Este documental que pasó por el Festival de Sundance se centra en una periodista que investiga casos de mujeres que fueron víctimas de violaciones pero después encarceladas por, supuestamente, haberlas inventado. En Netflix.
Muchos años atrás, décadas quizás, cuando se estrenó la película ACUSADA, con Jodie Foster, existía el temible concepto similar al «algo habrán hecho» o prestar atención a la ropa usada o a la actitud para desmerecer denuncias de violaciones. Eso, que parece haber cambiado, quizás no lo haya hecho tanto. Y películas como VICTIMA/SOSPECHOSA se adentra a investigar cómo el sistema policial –y también el judicial– está estructurado por muchos motivos no solo para desestimar acusaciones de violación sino para transformar, como dice el título, a las víctimas en sospechosas.
A partir de una investigación armada por la periodista Rachel de Leon, seguida en lo que aparenta ser una mezcla de reconstrucciones y tiempo real, este documental comienza cuando la joven periodista descubre una serie de casos en los que mujeres que denunciaron haber sido violadas terminan siendo encarceladas por falsos testimonios al admitir ante la policía haber mentido al respecto. Yendo más lejos en una investigación histórica –y con el apoyo ya de un equipo en el medio de Oakland en el que trabaja–, Rachel va descubriendo que hay miles de casos similares en todo el país, muchos más si se le suman las que levantan sus propias denuncias o las que ni siquiera las hacen.
Apoyándose en algunos casos específicos con suertes distintas, lo que este periodístico pero efectivo documental deja en claro –especialmente a partir de videos de interrogatorios a las víctimas, quienes literalmente son tratadas como sospechosas– es la manera en la que el sistema policial, judicial e institucional trata de sacarse de encima y evitar este tipo de denuncias de violación por distintos motivos, forzando ese tipo de confesiones. En algunos casos, por protección a cierta gente. En otros, simplemente, por falta de personal y para evitarse largos papeleos. Es una forma indirecta de decir: «no denuncien violaciones que serán ustedes las que terminarán presas».
Cada caso es específico en sus inconsistencias, pero VICTIMA/SOSPECHOSA analiza un patrón denigrante y lamentable, especialmente en la manera en la que la policía no da respuestas, no da explicaciones, humilla públicamente a las víctimas publicitando en redes sociales sus «falsas acusaciones» con nombre y foto (lo que les termina causando un posterior acoso y bullying social) y convierte a los interrogatorios en algo parecido a aquel «algo habrán hecho».
Acá la técnica es distinta. Se la llama «ruse» (ardid, treta) y es la capacidad que los detectives tienen para mentir en los interrogatorios, diciendo cosas falsas para hacer caer o pisarse a los interrogados. Un ejemplo: decir que tienen tienen videos que muestran tal o cual cosa que compromete a la víctima cuando no es cierto. Si estos trucos se usan en adolescentes y veinteañeras impresionable, traumadas y posiblemente alcoholizadas cuando sucedieron los hechos no es difícil suponer que muchas, para salir de esa brutal presión psicológica, terminan admitiendo lo inadmisible. Y así las denuncias y condenas por violaciones y abusos sexuales siguen siendo muchísimas menos que las que deberían ser.