Estrenos: crítica de «La crecida», de Ezequiel Erriquez

Muchas veces, proyectos de documentales surgen de hacer ficciones. En otros casos, los menos, es al revés: a partir de una investigación para un documental el director luego piensa en hacer, tomando algunos de los elementos encontrados, un film de ficción. Ese es el caso de LA CRECIDA, que surge a partir de la experiencia de Erriquez, director de A LA CANTABRICA, de registrar en su corto documental PANAMBI, ANTES DEL AGUA (2014) al lugar y a las personas de un pueblo en la frontera entre Brasil y la Argentina que quedaría inundado por el proyecto hidroeléctrico llamado «Garabí – Panambí». Desde entonces y tras un largo proceso, Erriquez llega finalmente a las salas con un seco pero a la vez poético retrato de una familia atravesando el proceso de desarraigo, de tener que abandonar su lugar, su tierra y parte de su identidad para partir con destino incierto.

Mezclando ficción y documental (los actores no son profesionales), LA CRECIDA va describiendo la forma de vida de los Zucker, una familia misionera compuesta por padre, madre, tres hijos y un abuelo que se debaten respecto a qué hacer con su futuro. Pero no se trata de una película tradicional en un sentido político –hay algún que otro discurso y discusión del tipo asambleística, pero es mínimo; tampoco se ve la construcción de la represa en sí–, sino que una que pone lo político en los propios escenarios. Al mostrar la forma de vida, la relación con el lugar y las tensiones que implica el desarraigo, Erriquez arma una película que es política desde un lugar más profundo y personal.

Se trata de un film de ritmo lento, pausado, al que quizás una duración un tanto más breve le podría haber funcionado mejor, y en el que a la descripción del ambiente, las vicisitudes cotidianas y los diálogos (entre nieta y abuelo, por ejemplo) se le ha sumado una suerte de asordinado melodrama familiar que involucra a la hija adolescente –la verdadera protagonista del film–, a su hermano y al novio de la chica, ya que es bastante evidente de entrada que su hermano es un chico un tanto inestable y con algún tipo de limitación psicológica.

La trama puede servir para darle algún tipo de hilo o unidad narrativa a una película que, en realidad, no lo necesita. Bellamente filmada pero no necesariamente en un sentido paisajístico/pintoresco, Erriquez y su director de fotografía Gustavo Schiaffino (que trabajó con Martín Solá y Gustavo Fontán, entre otros) van capturando los escenarios que esta familia debe abandonar, sin querer hacerlo. La disyuntiva pasa por irse a Brasil a probar suerte o acomodarse en un asentamiento cercano con otros de sus conciudadanos, temas que a los encargados de la obra no parece preocupar demasiado.

Al tener puesto el eje en ese carácter descriptivo a la película le cuesta a veces incorporar la trama (o el drama) familiar. Pero se trata de un problema menor. LA CRECIDA –que curiosamente no pasó por ninguno de los dos festivales importantes de la Argentina siendo un film bastante superior a gran parte de lo que se ha visto en ellos– logra ser un retrato visualmente bello pero dramáticamente denso acerca del desarraigo, del desamparo y de todas las formas de ruptura –social, económica, familiar– que producen los procesos de migración forzosa.

–Sala Leopoldo Lugones: Jueves 13, viernes 14, sábado 15 y domingo 16, a las 20:30. Martes 18 y miércoles 19, a las 18. Jueves 20, a las 17
-Espacio INCAA Cine Teatro Italiano (Lobos): Jueves 13 de julio, a las 17  / Domingo 16 de julio, a las 21:30
–Cine Gaumont: Desde el 20 de julio, a las 20 (Sala 3)