Estrenos online: crítica de «Bird Box Barcelona», de Alex y David Pastor (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Bird Box Barcelona», de Alex y David Pastor (Netflix)

En este «spin-off» de la exitosa película de 2018 protagonizada por Sandra Bullock la acción se traslada a Cataluña, donde un padre y su hija tratan de sobrevivir en un mundo diezmado por una misteriosa invasión. Estreno de Netflix.

De las distintas maneras que existen de explorar los llamados IP (sigla en inglés de «Propiedad Intelectual»), esos títulos ya reconocibles por uno o varios éxitos previos en distintos medios, hay una que está apareciendo últimamente, muy ligada a las plataformas. No sé si tiene nombre pero podríamos considerarla como una «globalización» de estos IP. Esto es: a partir de una «marca» hacer películas o series en distintos países o regiones del mundo. No son remakes ni necesariamente secuelas, sino películas diferentes que comparten un mismo «universo» y que trabajan sobre una misma trama general pero con particularidades locales, una mezcla de spin-off con algo así como parientes lejanos que viven en otros países y tienen parecidos problemas a los nuestros. CITADEL, de Amazon Prime Video, funciona de esta manera. LA CASA DE PAPEL, por lo que entiendo, se acerca más a una remake.

BIRD BOX BARCELONA se suma a esta tendencia. No es secuela ni remake de la original BIRD BOX, exitosa película de 2018 protagonizada por Sandra Bullock que quedó en el Top 3 histórico de los estrenos más vistos de Netflix, sino una que transcurre en Cataluña y que existe en el mismo universo post-apocalíptico que aquella, en el que la Tierra ha sido invadida por unas criaturas (o eso uno cree) que nunca se ven en pantalla y que generan que quienes las miran inmediatamente se suiciden. Todo esto ha transformado al planeta en un escenario desierto y destruido en el que no circula gente y en la que, los que sobreviven, están escondidos en lugares oscuros o han encontrado algún tipo de refugio.

Dirigida por los hermanos Alex y David Pastor, especialistas en universos post-apocalípticos (INFECTADOS y LOS ULTIMOS DIAS trabajaban con universos y hasta temas bastante similares), BIRD BOX BARCELONA sabe combinar la especialidad de los realizadores españoles con este universo ya preexistente. Lo que se hace aquí es retomar la lógica espacial de aquel film y algunas de sus reconocibles imágenes –la gente circulando con los ojos vendados, básicamente, y apoyándose en perros o en GPS para moverse– y agregarle un contenido de corte místico, religioso.

Si bien utiliza un elenco de varios países e idiomas, su protagonista es el español Mario Casas, quien interpreta a Sebastián, a quien conocemos cuando ya ha pasado bastante tiempo del comienzo de la invasión. El hombre está acompañado de Anna (Alejandra Howard), su hija de unos once años, y trata de sobrevivir con ella, cómo puede, ante las difíciles circunstancias. En una salida al exterior logran unirse a otro grupo de gente en similar circunstancia pero, una vez que están todos juntos, descubrimos algunos secretos ligados a Sebastián y a su relación con Anna, a partir de algo que sucedió en el pasado.

Todo esto empieza a desandarse a través de un flashback en el que se nos muestra el contacto de Sebastián con el Padre Esteban (Leonardo Sbaraglia, yendo y viniendo con el acento, como si fuera un argentino que hace mucho vive en España) y de la creencia de este hombre religioso que los recién llegados son una suerte de divinidad milagrosa que vienen a llevarse a la gente a un supuesto paraíso. El tipo se va haciendo de una banda de seguidores que consiguen «abrir los ojos» (pueden ver, supuestamente, a estos alienígenas y, más que querer suicidarse parecen entrar en éxtasis) y que tienen un particular modo de reclutamiento. Sebastián podría entrar dentro de este peculiar grupo. A su modo, su hija también.

El grueso de la película tendrá lugar cuando Sebastián –luego de lidiar violentamente con ese primer grupo– se una a un segundo grupo, más multinacional, integrado por una psiquiatra británica llamada Claire (Georgina Campbell), una pareja más veterana (Lola Dueñas y Gonzalo de Castro); Octavio, un científico mexicano (Diego Calva, de BABYLON), otros jóvenes y hasta una niña alemana, Sofia (Naila Schuberth), que fue separada de su madre. Entre todos toman la decisión de cruzar Barcelona con destino al Castillo Montjuic, en donde supuestamente existiría un lugar seguro. De a poco Sebastián empieza a conectarse emocionalmente con Claire, lo que lo hace poner en duda su otro objetivo, entre místico, traumático y familiar.

BIRD BOX BARCELONA aprovecha la excusa argumental para mostrar a la ciudad destruida –haciendo eje en varios escenarios turísticos reconocibles–, pero lo fuerte de la película no pasa por el uso de los efectos digitales, que son entre convencionales y francamente pobres. Lo más interesante de la saga es cómo hace para lidiar con el hecho de tener una amenaza que no es visible, lo cual complica un poco la posibilidad de generar terror por ese lado. Al no haber zombies ni criaturas ni nada parecido, el enemigo en la saga pasan a ser los humanos y las distintas actitudes que ellos toman ante lo que les va sucediendo. Quizás lo más interesante de este episodio sea que, en cierto modo, el protagonista bien podría considerarse uno de los villanos de la historia, si bien uno con una crisis en el medio que le obliga a replantearse su modo de actuar. Yendo más lejos, el verdadero enemigo aquí pasaría a ser la religión. O, al menos, el uso que se hace de ella.

Una interesante, aunque no del todo explorada, posibilidad de la saga la habilita el personaje de Calva, un científico que habla de teoría cuántica a la hora de tratar de explicar al «invasor». Según él (quizás esto cuente como relativo SPOILER, por las dudas aviso), no habría un enemigo per se sino que cada observador genera de algún modo el suyo en función de su propia historia. Esta idea de un villano subjetivo es inquietante –y bien podría explicar porqué nos es imposible verlo–, pero la película no necesariamente va hacia allí. O al menos no por ahora. Pero es una línea temática más filosófica (en un espíritu similar, digamos, al de SOLARIS, de Andrei Tarkovsky) que bien la serie podría explorar si quiere evitar ser una más de las decenas de tramas post-apocalípticas que pululan hoy en tantas series y películas.