Estrenos online: crítica de «El clon de Tyrone» («They Cloned Tyrone»), de Juel Taylor (Netflix)

Estrenos online: crítica de «El clon de Tyrone» («They Cloned Tyrone»), de Juel Taylor (Netflix)

Protagonizada por John Boyega y Jamie Foxx, esta película de ciencia ficción sigue las desventuras de dos hombres y una mujer afroamericanos que están convencidos que son víctimas de una secreta conspiración. Estrena Netflix el 21 de julio.

Como una versión un tanto más convencional de los delirios surrealistas/revolucionarios de Boots Riley (I AM VIRGO, SORRY TO BOTHER YOU), esta película multigénero y multipropósito de Juel Taylor es bastante más sorprendente de lo esperable, además de ser más creativa, delirante y cinéfila. Con un estilo que podría llamarse retrofuturista, el guionista de CREED II y la reciente SHOOTING STARS hace su debut como director con un film que parece existir en los años ’70 –la fotografía, el material fílmico en el que se hizo, el vestuario, el diseño y una iconografía propia del blaxploitation–, pero que en realidad funciona en el presente o en un futuro cercano. Mejor dicho, en una versión paralela, tipo multiverso, del mundo actual.

THEY CLONED TYRONE (EL CLON DE TYRONE es una traducción un tanto tramposa) propone una fantasía distópica propia de la ciencia ficción y a la vez funciona como comedia, drama urbano y película de suspenso. La mezcla puede parecer muy rara pero a los 15 minutos de comenzado el film, cuando se revela a qué es lo que se refiere su título, todo empieza a quedar más claro. Es, como las de Riley, una película que apuesta a la fantasía pura y dura pero la conecta con algo que se parece a lo que conocemos como realidad.

Fontaine (John Boyega) es un dealer de drogas en un ficticio barrio afroamericano llamado «Glen», lidiando con las habituales tareas de su profesión: enfrentarse con bandas rivales, querer cobrar a clientes que no le pagan y tener algún que otro encuentro con prostitutas. Al salir de una discusión con Slick Charles (Jamie Foxx), el proxeneta de la zona, y Yo-Yo (Teyonah Parris), una chica que trabaja para este vistoso personaje pero quiere dejar todo para dedicarse a las criptomonedas, a Fontaine lo mata un narco rival con varios balazos al cuerpo. Slick y Yo-Yo lo ven ahí, bien muerto, por eso es que no entienden nada cuando al día siguiente el hombre regresa a querer cobrar su dinero.

Bastante rápidamente queda claro que hay una misteriosa serie de operaciones manejando eso que llamamos «realidad» y, de a poco, este trío de personajes no casualmente prototípicos del ghetto a dealer, a pimp and a whore«, dirá alguien luego, evidenciando el cliché que en el fondo son) tienen que averiguar qué está pasando, lo cual implica convencer a Fontaine que él no es realmente él, algo que no le es fácil de aceptar. No sólo eso, lo que ese sorpresivo «renacimiento» devela es un secreto mucho más complejo y profundo.

EL CLON DE TYRONE utiliza un formato de fantasía que es muy propio de las teorías conspirativas modernas, esas que tienden a creer que por debajo del mundo que conocemos existen organizaciones secretas controlando a todos y a todo. ¿Cómo? ¿Para qué? ¿Con qué objetivos? Eso es lo que los protagonistas y los espectadores tienen que descubrir. Lo que parece bastante evidente de entrada –de hecho, es claramente la razón de ser de la película– es que la comunidad afroamericana es la víctima, la que sufre las más evidentes consecuencias de esta siniestra operación.

Ingeniosa y creativa, aunque quizás un poco larga y repetitiva con sus más de dos horas de duración, THEY CLONED TYRONE combina las influencias citadas con otras del cine de género afroamericano reciente (las películas de Jordan Peele y ATLANTA son referencias evidentes), además de otras muy claras que hasta comentarlas podría calificar como spoiler. Encarnando a Fontaine de un modo muy serio y reconcentrado –si esto es una comedia, a él nadie le avisó–, Boyega es el clásico protagonista de ciencia ficción que empieza a dudar sobre su existencia, al mejor estilo BLADE RUNNER. El excesivo Foxx (algo que el personaje invita, convengamos) sí está claramente pasándosela en grande y la excelente Parris funciona un poco como el lazo entre ambos extremos. Habrá algunos cameos más de caras famosas, pero lo dejaremos para que los descubran al verla.

Quizás lo más interesante de TYRONE –más allá de su trama, que tiene su ingenio y sorpresas en su desarrollo argumental aunque no tanto en lo temático– sea su tratamiento estético. Es raro hoy ver un estreno comercial en una plataforma realizado en fílmico, con la textura granulosa, los colores típicos y hasta la música propia de las películas negras de los años ’70 (Bootsy Collins, Diana Ross, Michael Jackson) de fondo. Son referencias cinematográficas que no se corresponden necesariamente con la realidad. Al usar esa serie de códigos, Taylor parece querer apropiarse de ellos. Si buena parte de la cultura afroamericana de los Estados Unidos, como analiza la película, ha sido y está siendo manipulada para mantener a la gente «a raya», quizás la mejor forma de combatir ese control sea por la vía de la reapropriación. Y eso, en definitiva, es lo que pone en discusión este entretenido, creativo y politizado film.