Estrenos online: crítica de «Todo el mundo quiere a Jeanne» («Tout le monde aime Jeanne»), de Céline Devaux (MUBI)
Con la necesidad de vender la casa de su madre tras perder todo su dinero, una mujer francesa viaja a Lisboa y vive allí una serie de curiosas aventuras en esta comedia dramática que compitió en la Semana de la Crítica de Cannes 2022. Estreno de MUBI del 27 de julio.
Hay un estilo de comedia francesa relativamente nueva, si se quiere «moderna» en sus formas, que circula por los festivales y que está usualmente tapada por las más «importantes» películas de los más reconocidos realizadores. A esa lista de directores –que incluye a Antonin Peretjatko, la ahora consagrada Justine Triet, Thomas Cailley, Sophie Letourneur, Erwan Le Duc, Quentin Dupieux y muchos otros, y en las que actúa casi siempre el barbado Vincent Macaigne– habrá que sumarle a Céline Devaux, que compitió en la Semana de la Crítica de Cannes 2022 con esta, su opera prima, una comedia dramática que sostiene algunos de los códigos que suelen aparecer en este tipo de películas.
¿Cuáles son? Una mezcla de absurdo y melancolía, personajes un tanto excéntricos, una tendencia al humor físico y hasta una cierta amargura que se escapa por los bordes, por las fisuras de la comedia. No son películas cómicas de esas masivas y populares. De hecho, si uno quisiera encontrarle paralelos en el cine argentino, por ejemplo, podría ir por el lado de las películas de Martín Rejtman, Ana Katz, Martín Shanly o Alejo Moguillansky, por ejemplo. Historias presentadas como comedias pero que en el fondo quizás no lo sean tanto.
Jeanne (Blanche Gardin, en una actuación reservada, la de alguien que observa el absurdo que la rodea) acaba de atravesar una serie de situaciones complicadas. Su madre ha muerto hace no mucho tiempo y su start up ecologista fracasa de forma estrepitosa en su lanzamiento, dejándola públicamente abochornada. En medio de una enorme crisis económica no le queda otra que vender la casa de su madre, que vivía en Lisboa. Su hermano Simon (Maxence Tual) está de acuerdo, ella duda, pero finalmente viaja a la capital portuguesa. Con lo que se topará es con una ciudad muy cambiada, llena de turistas y en la que todo el mundo trata de comprar casas como la que ella quiere vender. ¿Pero quiere en realidad venderla?
Las aventuras de Jeanne en Lisboa están contadas a modo de comedia. Al principio, un extraño sujeto llamado Jean (Laurent Lafitte, cuyo personaje tiene un estilo similar a los de Macaigne), que fue compañero suyo en la escuela, se le pega en el vuelo y luego la sigue ya en la ciudad. El tipo tiene todo el aspecto de ser un pesado de esos que son difíciles sacarse de encima –digamos que no entiende o parece no entender un «no»— y Jeanne no está con ganas de compañía. Todo le produce fastidio y estar en la casa de su madre le remueve demasiadas cosas.
El otro elemento cómico importante del film pasa por la manera en la que Devaux pone en escena algo así como la voz interior de su protagonista. Mediante animación y usualmente a través de un personajito peludo que se parece al Tío Cosa de LOS LOCOS ADDAMS, Jeanne habla con sí misma de una manera divertida y ácida, comentando las acciones y las decisiones que toma, observando a los demás personajes y funcionando como aporte cómico constante, tratando de sacar a la protagonista del pozo depresivo en el que parece estar a punto de caer a cada instante.
TODOS AMAN A JEANNE se armará a través de una serie de peripecias curiosas y situaciones románticas (el portugués Nino Lopes encarna a un ex novio de la protagonista), pero el eje siempre estará puesto en lo que le pasa internamente a Jeanne, en especial en esa casa que tiene que vaciar y en la que los recuerdos le aparecen, de manera insistente. No todos esos recuerdos son bonitos –la relación que tuvo con su madre no era fácil, es evidente–, pero la afectan, la paralizan y la hacen dudar respecto a qué camino seguir.
Como a muchas de estas comedias francesas, a Devaux no le resulta sencillo combinar la más ampulosa de las comedias (Lafitte funciona en ese territorio, lo suyo es un gag despistado tras otro) con el tono más tristón y melancólico que va apareciendo en paralelo. Pero de a poco la película va fusionando esas dos vías, humanizando a sus extravagantes personajes –en especial a Jean– y encontrando eso esencial que los hace latir, cada uno a su manera.
En esta coproducción de Francia con Portugal, Devaux logra colar una crítica a la especulación inmobiliaria y la gentrificación de algunos barrios de Lisboa (en cada plano de exteriores parece haber más turistas que locales) pero, en el fondo, esta quirky comedy francesa es el retrato de una mujer en crisis, alguien que trata de superar un momento raro y difícil en su vida pero que no sabe muy bien cómo hacerlo. Quizás, entender bien su pasado sea una manera de enfrentar mejor su futuro.