Estrenos online: crítica de «¡No estás invitada a mi Bat Mitzvá!», de Sammi Cohen (Netflix)
Esta comedia protagonizada por toda la familia de Adam Sandler es un «coming of age» centrado en una chica de 12 años que se pelea con su mejor amiga. Estrena Netflix el 25 de agosto.
Es ya toda una costumbre –y hasta una broma recurrente– que Adam Sandler hace películas para pasar un buen rato con sus amigos, proyectos que tienen más de reunión entre compinches y colegas que películas propiamente dichas. No necesariamente son malas películas –hay algunas mejores que otras–, pero la forma de proceder es esa: pensar su cine, o su contrato millonario con Netflix, como una forma de pasarla bien con la gente que quiere. Convengamos, no es para nada una mala idea.
Uno podría pensar que ¡NO ESTAS INVITADA A MI BAT MITZVA! podría ser algo así como «el colmo» de una película de Sandler. En ella no actúan sus amigos más conocidos –salvo un par, con mínimas apariciones– sino su propia familia. Sí, la nueva película del actor tiene como protagonista principal a su hija menor Sunny y como coprotagonistas a su hija mayor, Sadie, y a su esposa Jackie. Las adolescentes interpretan a sus hijas aunque su esposa en la ficción la encarna Idina Menzel. A Jackie, por algún motivo, le tocó en suerte el rol de la madre de la mejor amiga de su hija.
Lo curioso es que el más familiar de los proyectos de Sandler es uno de los más redondos y efectivos, uno que funciona más allá de los guiños cómicos acostumbrados que suelen ofrecer el actor y sus amigos. Es la adaptación de la novela homónima de Fiona Rosenbloom y se centra, fundamentalmente, en los problemas y vivencias de Stacy (Sunny Sandler) en las semanas previas a su bat mitzvá, la ceremonia judía que las chicas realizan al cumplir los 12 años (los varones hacen su bar mitztvá a los 13) y que significa, de algún modo, su paso a la adultez.
El tema es que la ceremonia en sí dejó hace rato de tener un componente religioso o hasta simbólico y pasó a ser una demostración de recursos económicos, mediante una fiesta imponente y en algunos casos demencial en la que lo más importante parece ser hacer algo más impactante que los amigos y vecinos. En el medio, claro, se juegan todas las tensiones y nervios de las chicas y los chicos de esa edad. Y Stacy lidia, principalmente, con su relación con su mejor amiga Lydia (Samantha Lorraine), que tras una serie de confusas situaciones termina besándose con Josh (Dylan Hoffman), el chico que a ella le gusta. Y eso no solo la pone furiosa y agresiva sino, terror de los terrores, le dice la frase que le da título a la película.
Lo que la película contará será eso: los enredos y las idas y vueltas emocionales en las que se mete Stacy mientras se pelea con su amiga, con otras chicas del colegio, dificulta la relación con sus padres (Sandler hace una versión paródica de sí mismo en un rol claramente secundario) y pierde el control y el sentido de lo que está haciendo. Dicho de otro modo: es la historia de una preadolescente que hace cosas horrendas durante el 90 por ciento de la película para darse cuenta sobre el final que, quizás, se pasó un poco de rosca y tratar de redimirse.
YOU’RE SO NOT INVITED TO MY BAT-MITZVA! es un coming-of-age para chicas preadolescentes –algo así como un combo con mucho de ARE YOU THERE GOD? IT’S ME, MARGARET y un poco de SHIVA BABY–, algunas secuencias muy graciosas y un grado de judaísmo en sangre que, lo digo por experiencia, quizás supere algún tipo de récord mundial. No es necesario «conocer el paño» para entender lo que pasa acá –podría trasladarse a una fiesta de 15, con mínimas diferencias culturales–, pero ayuda en ciertos momentos, debido al uso de algunos términos, frases, personajes o clichés de la colectividad judía, que no son tan diferentes en los Estados Unidos de lo que pueden serlo acá.
Quizás lo más certero de esta agridulce comedia –como en ¡QUE BELLO ES VIVIR!, la protagonista solo nos cae simpática por diez minutos, aunque Sunny es muy graciosa para retratar los caprichos y emociones mezcladas de una chica de 12, 13 años– es el retrato de las chicas y, en menor medida, los chicos de esa edad, lidiando con la presión de los padres, los pares y las redes sociales, además de todas las tensiones y recelos que existen entre amigas y compañeros de colegio.
Aquí los chicos van además a una escuela judía –aparte de la escuela común– en la que se juegan los principales momentos cómicos, fundamentalmente gracias a la divertida rabino hipster que interpreta la comediante Sarah Sherman. Sencilla y por momentos muy divertida, mucho más prolija y formalmente clásica que buena parte de las películas de Sandler, se trata de un proyecto familiar que es, a la vez, una comedia con mucho de universal.